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Paz para la vida digna
Hechos de enorme importancia para la paz pasan fácilmente desapercibidos
Luis I. Sandoval M / Viernes 26 de abril de 2013
 

Llego, domingo 21 de abril, de la Universidad Nacional donde se realizaba la sesión final del Congreso para la Paz con la expectativa de ver algo en los noticieros sobre un evento que congregó durante tres días a varios miles de personas. Nada dicen los informativos sobre este gigantesco esfuerzo encaminado a crearle condiciones favorables a la paz. La marcha del 9 de abril por su enormidad no podía ser ignorada pero de todas maneras trató de ser minimizada. Esta práctica del sistema de comunicación no le hace bien a la paz ni, más en general, al desarrollo democrático del país.

No analizaré el alcance de este singular congreso, tan solo quiero describir lo que me causó sorpresa o asombro. Impresionante el aguante de la gente, la mayor parte proveniente de tierras cálidas, para pasar tres días con sus noches en predios encharcados, senderos desbaratados y edificios congelados de la Universidad Nacional. Sin embargo, con retrasos explicables, la agenda del Congreso se cumplió a cabalidad. La instalación no fue el viernes sino el sábado en el auditorio León de Greiff absolutamente colmado y desbordante de entusiasmo. Entusiasmo por la paz, por un país distinto, por la inclusión real y efectiva en la vida, la riqueza y la política del país de indígenas, negros, campesinos, trabajadores, académicos, religiosos, mujeres, jóvenes, niños, niñas… Unánime respaldo a los diálogos de La Habana y demanda, también general, de que el ELN ingrese pronto al proceso.

Impresionante una asamblea donde la pauta la marcan los jóvenes y donde no hay un personaje central, solo voceros que en el acto mismo no aparecen con especial relieve. El sábado fueron las mesas temáticas donde con preguntas guía y a partir de un documento síntesis construido con las relatorías de siete congresos regionales previos, se abrieron discusiones y se escucharon nuevos aportes o se corroboraban los ya sistematizados. La gente interviene convencida de que otro país es posible y con la decisión de participar en la gestación de un poder nuevo que tiene el propósito indeclinable de ser gobierno.

Lo que se ve es el esfuerzo por practicar una democracia de multitudes, efectivamente participativa y deliberativa que se asienta en la organización y la movilización. En un momento se oyó decir que más de mil organizaciones estaban implicadas en la realización del Congreso. El objetivo declarado era concluir la elaboración de una agenda para la paz con el carácter de mandato que el sujeto plural allí representado asume el encargo de cumplir y hacer cumplir a través de un desarrollo creciente de la iniciativa y la incidencia política. El objetivo se cumplió: efectivamente en la tarde del domingo relatores y relatoras de los siete ejes temáticos leyeron apretadas síntesis de la agenda de paz para la vida digna que el lunes se entregará a representantes del gobierno y de los movimientos insurgentes ELN y FARC. Inédito: una interlocución política macro entre actores políticos tradicionales y alternativos se plantea en el país.

El Congreso de Paz fue iniciativa del Congreso de los Pueblos de manera análoga como la Marcha del 9 de abril fue iniciativa de la Marcha Patriótica. Uno y otra comparten el espacio denominado Ruta Social Común para la Paz. La Alcaldía Mayor de Bogotá apoyó los dos eventos. Causan asombro las novedades que se están viendo y la conmoción que hoy existe. La llegada de la paz está llevando a reconfigurar todo el paisaje político del país. Parece, sin embargo, que aún no nos hemos dado cuenta.

Tomado de El Espectador