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La Coordinadora Indígena del Caribe suma su voz a la construcción de la paz con justicia social
Coordinadora Indígena del Caribe / Martes 28 de mayo de 2013
 

“Nos resistimos a desaparecer, perviviremos por siempre oponiendo nuestra resistencia de siglos, heredada de los bravos que prefirieron morir antes de ceder un ápice al invasor extranjero, hasta alcanzar junto a los pobres de Colombia el poder para las mayorías”.

Las etnias indígenas del Caribe Colombiano, reunidas en la Coordinadora Indígena Caribe, de manera autónoma, en pleno uso de nuestro legítimo derecho a organizarnos, siendo consecuentes con la memoria de nuestros ancestros, luchadores heroicos y legendarios, en resistencia y defensa de nuestros derechos, territorios, memoria, cultura, usos y costumbres, declaramos:

1. La Coordinadora Indígena Caribe (CIC) surge como espacio de confluencia político y organizativo de las etnias indígenas de la región, reivindicando la lucha secular de nuestros pueblos por el territorio, la paz, la justicia social, la defensa de nuestras culturas y la posibilidad de vivir dignamente desde nuestra perspectiva propia; el rechazo al arrasamiento de la naturaleza y el medio ambiente auspiciado por las políticas estatales y la depredación de los recursos naturales del pueblo colombiano en beneficio del extranjero ambicioso, cómplice de los gobiernos de turno en Bogotá.

2. Propugnamos por la unidad de las etnias indígenas de la región y el país, y de estas con los demás sectores del pueblo humilde y explotado, que potencie la movilización del conjunto del pueblo colombiano por la soberanía, el desmonte del sistema neoliberal, la reforma agraria integral, hacia un país incluyente, pluriétnico y multicultural. Concebimos la unidad de los sectores sociales sobre la base del respeto mutuo, el reconocimiento de la diversidad étnica y la solidaridad entre los excluidos.

Rechazamos la pretensión del Estado que busca dividir a los pueblos indígenas y evitar su unidad empleando una política de cooptación de ciertos dirigentes y autoridades indígenas que desafortunadamente se dejan enredar en la maraña de la politiquería y las prebendas, entregando su conciencia en detrimento de los intereses de sus pueblos y hermanos.

3. Nuestra lucha no es solo por la raza humana, es también por la flora y la fauna que también son indígenas. Ante la amenaza del calentamiento global, propiciado por la insensatez del blanco u occidental, oponemos nuestra sabiduría ancestral y cosmovisión milenaria como alternativa de salvación del planeta.

4. Señalamos como único responsable de la postración de nuestras comunidades al Estado Colombiano, incapaz de resolver las necesidades de las mayorías, favoreciendo desde siempre a una minoría elitista que sojuzga y oprime inmensas capas de la sociedad y entre ellas, en grado superlativo, a los pueblos indígenas. Este Estado le roba todo al pobre para darle todo al rico.

5. Como responsable, causante y perpetuador del conflicto político, social y armado que padecemos, señalamos a este mismo Estado que generó las causas que provocaron la confrontación. Por lo tanto, consideramos que para acabar el conflicto se deben superar las causas que dieron origen al mismo, esto es: la exclusión, la falta de oportunidades, la guerra sucia de la oligarquía, el despojo de las tierras y del territorio, la carencia de servicios como educación, salud, trabajo digno, vivienda digna, recreación, etc. La paz es posible con justicia social, de lo contrario no dejará de ser simple quimera de pañuelos blancos y despojo perpetuo.

6. Al estado oligarca, sus fuerzas represivas y de guerra los declaramos elementos no gratos en nuestros territorios: son ellos los que llegan a matar y acabar nuestras culturas para entregar nuestra dignidad, territorios ancestrales y tranquilidad al “amo transnacional” que explota y se roba las riquezas dejando desolación, sangre y desplazamiento de nuestra gente. Con la honestidad que exige nuestra espiritualidad y la fidelidad a los intereses de nuestros pueblos y hermanos, no nos equivocamos al señalar a la fuerza pública y sus apéndices paramilitares como los únicos responsables de la violación de nuestra autonomía y territorios.

7. Para que cese tanta crueldad e injustica es necesario el diálogo. Saludamos el proceso de diálogo de La Habana entre las FARC-EP y el gobierno de Juan Manuel Santos y extendemos a la mesa los mejores deseos de entendimiento. Consideramos este escenario como un punto de partida necesario para la reconciliación de los colombianos que requiere como condición inaplazable la participación del torrente popular en la mesa, que abra los causes a la construcción conjunta de la paz con justicia social, por ser ésta competencia de toda la sociedad y no solo de los actores armados.En este sentido, los pueblos indígenas tenemos mucho que decir y la autoridad moral para hacerlo, por eso, notando la atención que han merecido por parte de las FARC-EP las propuestas del pueblo colombiano, las invitamos a intercambiar con nosotros para aportar en la construcción de la paz con justicia social.

Así mismo, reconocemos el esfuerzo e interés de las FARC-EP por la paz, así como su reiterada propuesta de cese bilateral respaldada por un amplio espectro de la sociedad que con sensatez considera que el diálogo es inviable e impracticable en medio del fuego cruzado y de la agresión permanente de las partes en el campo de batalla.

8. En procura de escenarios de participación del pueblo en la mesa de diálogos, nos sumamos al proceso de Constituyentes por la Paz impulsado por el Movimiento Político y Social Marcha Patriótica.
Las Constituyentes por la Paz, además de aportar en la construcción de la paz con justicia social, son escenarios que promueven la edificación del poder popular como centro de gravedad de una democracia real y profunda.

En este mismo sentido, respaldamos la iniciativa de una Asamblea Nacional Constituyente que abra las compuertas de la participación social y popular y reconstruya el pacto social hacia la reconciliación nacional sobre las bases de la justicia social.

Para los pueblos indígenas recaba mucho interés la propuesta de la Asamblea Nacional Constituyente que establezca una nueva institucionalidad para un estado incluyente, dado que no nos sentidos identificados en las leyes de este estado oligárquico por no representar nuestros intereses ni ser consultadas con nuestros pueblos, porque a lo sumo son aprobadas solo por algunos “dirigentes” indígenas que reciben prerrogativas por traicionar su propia causa.

9. La CIC se ratifica fiel al legado de La Gaitana, Tupac Amarú, Tupac Katary, Cacique Morotuava, Bocha, Manuel Quintín Lame, Hugues Chaparro, Luis Napoleón Torres, Ángel María Torres, Fredy Antonio Arias, y todos aquellos que con su sangre dignificaron nuestra raza y aportaron en la identidad, resistencia y lucha de la Patria Grande y Nuestra América, contra el imperialismo feroz enemigo de nuestros pueblos y de la madre naturaleza.

Invitamos a las demás etnias de la región a vincularse a esta expresión organizativa del sector indígena; en la CIC esperamos a todos los hermanos con los brazos abiertos para continuar la defensa de nuestros intereses y los del pueblo en general. Seguimos el proceso de organización regional como aporte al gran proceso de construcción de la Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas, hacia lo cual dirigimos también nuestros esfuerzos, dedicación y vocación luchadora adquirida a lo largo de 500 años.

10. Nos resistimos a desaparecer, perviviremos por siempre oponiendo nuestra resistencia de siglos, heredada de los bravos que prefirieron morir antes de ceder un ápice al invasor extranjero, hasta alcanzar junto a los pobres de Colombia el poder para las mayorías.

Suscriben delegados de las etnias Wayuu (Maicao – Carreipía), Zenú (Chinchelejo), Arhuaco (La Guajira), Kankuama, Wiwa (La Guajira) y Mocaná (Atlántico).