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Los caminos de la duda: Las protestas populares
Desde el Catatumbo hasta las minas en el Chocó, pasando por las zonas cafeteras y otros sectores agrarios, la Drummond en La Loma y Santa Marta y en CBI-Reficar Cartagena, las protestas populares llenan el espacio colombiano.
Alfonso Conde Cotes / Jueves 25 de julio de 2013
 

¿Será, como dice Juan Gómez Martínez en El Colombiano (julio 18 2013), que “le están midiendo el aceite al gobierno”? ¿Será, como termina afirmando el citado, que “lo que pasa en nuestra patria es una campaña orquestada y apoyada, para acabar con las instituciones democráticas”?

Cuando el referido periodista y político habla de democracia hay que entender el sistema y las instituciones que favorecen y han favorecido a su clase en el poder, sin importar las necesidades y la voluntad de las mayorías.

¡Claro que esa “democracia” así entendida tiene que dar paso a aquella otra en la cual el pueblo ejerza el poder! Hay que “democratizar la democracia” como diría Boaventura de Sousa Santos.

Según la visión parroquial y enfermiza de la derecha extrema, esa que divulga el uribista pura sangre Ricardo Puentes Melo, el problema se reduce a una conspiración “castrocomunista” que seguramente se ha extendido desde las FARC a todos los confines del universo, incluida España, Grecia, Egipto… y hasta Brasil. De ella participaría el camarada presidente JuanMa y buena parte del equipo de gobierno que dialoga sobre paz en La Habana. ¡Qué imbecilidad!

Se contradicen los trogloditas. Mientras uno habla de conspiración contra Santos el otro lo ubica como el mayor conspirador contra su país. Y todo porque habla de paz para mejorar el clima de negocios en su beneficio.

Los paros, la agitación social en crecimiento, no son resultado de ninguna conspiración. Son resultado de un cúmulo de necesidades insatisfechas que convierten la vida en invivible. Sólo por esas condiciones de nuestra realidad la gente sale a las calles y carreteras a arriesgar su vida (ya es invivible) enfrentando los peligros reales y contundentes que son “normales” desde el punto de vista estadístico en una sociedad tan atrasada e inhumana como la nuestra. Los muertos en la protesta lo constatan.

Y frente a ese panorama ¿dónde están las organizaciones nacionales de trabajadores? Algunas, contagiadas de la ideología y la cultura mafiosa dominante, se sumergen en la parálisis cómplice, se hacen los de la vista gorda para permitir la fractura de las luchas sociales que las debilita y las hace presa fácil de la derecha troglodita. Hay que corregir.