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Las olas del paro nacional agrario
Horacio Duque Giraldo / Miércoles 21 de agosto de 2013
 

Un Movimiento social no es un acto único y definitivo. Es un proceso que se sostiene en el tiempo y construye sus territorialidades. Se retorrializa en su nomadismo natural, ya que no suele permanecer en un lugar ni constituir un espacio político especial al cual circunscribirse. Los movimientos sociales son un tipo de configuración nómada de la política.

Una condición de su desarrollo es circular por los diversos lugares políticos existentes promoviendo sus objetivos, publicitando sus demandas, fines y proyectos. Transita y politiza los espacios sociales con sus críticas, demandas, discursos, prácticas, proyectos

Van dos días del paro nacional agrario y el campo de conflicto revela su densidad. Hay acciones contundentes en Boyacá; gigantesca presencia de los indigenas Pastos en Nariño, más de 10 mil; en Segovia, Antioquia, los mineros y campesinos irrumpen con potencia; en el Magdalena Medio, más de 5000 personas visibilizan en la Lizama, sus demandas; en Atlántico, los damnificados por el invierno protagonizan una revuelta descomunal en Campo la Cruz; en el Cauca, hay bloqueo de la carretera Panamericana en el Patia, en Piendamó y en Mondomo; en el Meta, los labriegos resisten la arremetida del Ejército; los mineros artesanales sostienen sus demandas en Barbosa, Caucasia, Marmato y en otros lugares; en Putumayo, están bloqueadas las carreteras por los sindicatos agrarios; en Florencia, Caqueta, miles de campesinos se han movilizado con sus reivindicaciones; en Castilla, Tolima, están concentradas grandes masas agrarias e indigenas.

El día martes los espacios urbanos del país han sido copados por la movilización obrera y popular exigiendo el derecho a la salud, a la educación, al trabajo y a la vigencia de los derechos humanos.

El señor Santos y sus Ministros han salido, como es obvio, a descalificar y demeritar la acción colectiva nacional. Desde luego, han movilizado el dispositivo policial y mediatico para aplastar la volcánica explosión popular que se propaga. Ya van varios muertos por cuenta del ESMAD y hay muchos presos, en aplicación de la liberticida Ley de Seguridad Ciudadana.

Pero lo que ocurre hay que tomarlo con serenidad y valorarlo en su real dimensión.

Hay que abordarlo en su lógica y naturaleza. Un movimiento social se despliega, y se repliega por olas. Avanza y retrocede. Explicita su naturaleza. Más que indefinido es sostenido y apalancado por sus resultados concretos.

Un Movimiento social es el planteamiento de una querella sobre la forma de sociedad y el Estado vigente, cuando su horizonte tiende a globalizarse, o sobre algunas de sus estructuras y formas de distribución y utilización de los recursos y del trabajo social.

Un Movimiento social es un sujeto político que se constituye como encarnación de una querella sobre la organización y dirección de la sociedad.

La primera ola de movilización y constitución es, a la vez, la del planteamiento de la querella más allá de las instituciones existentes, así como del conocimiento de la condición política de la sociedad en la que empiezan a moverse políticamente.

En ese sentido los movimientos sociales suelen hablar de algo que no tiene lugar en la sociedad, sobre la ausencia de algo deseable, cuya consecución se busca y conquista en el movimiento y en la reforma de los espacios políticos existentes. Se mueven en torno a un cuestionamiento sobre los criterios y formas de distribución de la riqueza social o de los propios principios de organización de la sociedad, del Estado y del gobierno.

Otro de los rasgos del desarrollo de un movimiento social es que su accionar tiende a incluir ya no sólo la protesta o la demanda, sino también la factualización de las formas alternativas de apropiación, gestión, organización y dirección de recursos y procesos sociales y políticos.

La factualización de alternativas es un arma de lucha dirigida a convencer al Estado y a la sociedad civil de la posibilidad de hacer, organizar, dirigir y vivir las cosas de otro modo; la capacidad ya desarrollada por el movimiento para pasar de la crítica a la reorganización de las cosas.

Un movimiento social ha madurado cuando ha desarrollado la capacidad de proyectar formas alternativas de organización y dirección, sobre todo cuando ha desarrollado la capacidad de movilizar sus fuerzas para cristalizar el proyecto. La factualización crea las condiciones para la consolidación, el arraigo y la cristalización de un movimiento. Un movimiento que no pasa a la factualización de sus ideas se convierte en o es simplemente opinión crítica en la esfera de lo público.

En ese sentido, los Movimientos sociales son una de las principales formas de plantear la democratización de la sociedad y el Estado, mediante la formulación alternativa.

Respecto de su naturaleza, un Movimiento social emerge, como lo estamos viendo en estos dos días, para pensar la constitución de sujetos críticos dentro de un tipo de sociedad; en este sentido es resultado de las contradicciones propias de un tipo de sociedad y el sistema de sus relaciones sociales, y se dirige a reformarla desde adentro, aunque contenga un proyecto de revolución o sustitución amplia de estructuras.

El espacio que configuran los movimientos sociales es un campo de fuerzas criticas más que un lugar de la política.

Hay que admitir que los movimientos sociales instauran la fluidez de la sociedad civil y la problematización del orden político. Es la parte de la sociedad que hace las preguntas y hace la crítica de la irracionalidad de algunas formas y principios de organización social y de distribución. Los movimientos sociales son la forma y sujeto de reflexión conflictiva de las sociedades sobre sí mismas.

Las protestas y acciones populares en desarrollo configuran un campo de fuerzas desde el cual se están planteando las preguntas y críticas con ímpetu social sobre el modelo económico y político, así como sobre la historia del país y su sentido. Estas movilizaciones constituyen el no lugar de la política en el país, que es, sin embargo, el momento de mayor intensidad de la política nacional en los tiempos actuales. El centro de la política, que es un decir, no está hoy en los lugares institucionalizados de la representación, de la mediación y la administración estatal y los partidos, sino en el no lugar de los movimientos sociales y societales que han aflorado y se expanden en la coyuntura.

En ese no lugar se están articulando las fuerzas que tensionan las estructuras del actual modelo neoligarquico representado por Santos, las que pueden quebrarlo e imaginar alternativas.

Por eso la ridiculez del discurso santista sobre la movilización social en curso. Es la necedad del discurso neoliberal que pretende la eliminación de la política democrática.