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El manejo de la información en las regiones durante el Paro Nacional Agropecuario
Carmen Eliza Ibarra / Miércoles 21 de agosto de 2013
 

Es bochornoza la autocensura de los medios de comunicaión colombianos durante el Paro Nacional Agropecuario. Mientras el país está paralizado el noventa por ciento de la información de los principales diarios es farádula (extranjera por lo demás) y el otro nueve por ciento lo componen noticias importantes pero secundarias dada la trascendencia de la movilización campesina y popular.

Sinembargo, nadie puede esperar otra cosa de unos medios apátridas que mientras se heroízan declarándose "perros guardianes" de la libertad de expresión dedican gran parte de su producción informativa al publirreportaje y a la adulación de los inversionistas extranjeros (entiendase empresas mineras, farmacéuticas, etc.) que precisamente están en el origen de la movilización que hoy presenciamos.

Si bien el escenario mediático a nivel nacional es deprimente por su desconexión con la realidad, la prensa a nivel regional simplemente da náuseas. La radio, que es el medio de comunicación con mayor penetración a nivel regional, donde la gran mayoría de la población está marginada de los medios escritos y el internet, no solo por falta de conexiones sino por simple analfabetismo funcional, la radio como decía está jugando un papel sucio al desconocer los reclamos de los manifestantes y concentrase en resaltar los "irremediables perjuicios que el paro causa a la economía" (¡!). Sí, lo leen bien, según las emisoras regionales el problema de la economía ahora se puede achacar a los campesinos y transportadores y no a los tratados de libre comercio.

Las emisoras de la región cundiboyacense,por ejemplo, especialmente RCN y Caracol, que son las únicas que cuentan con espacios informativos de relevancia, creen cubrir los acontecimientos desde los escritorios simplemente haciendo conexiones telefónicas con las "autoridades". En la medida en que dichos contactos telefónicos se han hecho más escazos debido a la incapacidad de las sacrosantas autoridades para evitar la movilización campesina, los periodistas se dedican a pasar llamadas de ciudadanos que no tienen una mínima comprensión de los sucesos y que creen que el mundo se va a acabar porque sus hijos no pueden viajar a las universidades. El discurso del miedo que se han dedicado a promover consiste en mostrar a los campesinos como sitiadores de los cascos urbanos para incitar ya no solo la indiferencia de los citadinos sino el odio contra los campesinos.

Tratar a los campesinos como extranjeros sitiadores, como "indios revoltosos", según el uso del lenguaje arcaico de los cundiboyacenses, como seres egoístas que buscan que el precio de la papa suba solo por avaricia, o que el precio del combustible baje solo por avaricia, y no por la necesidad que tienen las comunidades de subsistir en un escenario económico hostil que está acelerando el abandono de las actividades agrícolas, la descomposición de la cultura campesina y la desterritorialización. Esta es la matriz mediática que promueven los dueños de los medios (RCN y Caracol) desde Bogotá, EEUU y España.

Sirva esta ocasión para resaltar un hecho que pasa inadvertido la mayor parte del tiempo para los analistas. Las frecuencias de radio en el país están entregadas a una especie de élite feudal comunicativa. Los periodistas y su celo por la libertad de expresión son una especie en vía de extinción en las regiones, si no una especie digna de ser tratada por la criptozoología. Lo que sí existe es un poder mediatico que se compra con privilegios por parte de los alcaldes, diputados y concejales de turno, por los "doctores" y los "ingenieros".

Los periodistas que sí defienden la libertad de expresión en las regiones son excluídos de los medios, perseguidos y asesinados por todos los actores armados que pululan en las regiones. Su falta de glamour no merece los reclamos de la CIDH o de los "perros guardianes" de Bogotá.

El fin de esta reflexión es mostrarle a los ciudadanos que se movilizan, que ellos no solo tienen el derecho a ser escuchados por las autoridades, sino por la sociedad entera y que el espacio electromagnético también les pertenece, como les pertenece el suelo y el subsuelo donde están parados resistiendo. Les pertenece como ciudadanos y como constituyente primario, no como propietarios egoístas, les pertenece como miembros de una comunidad superior llamada nación. Es hora de liberar los medios de comunicación, o al menos de tenerlo tan presente como la necesidad de liberar la tierra.