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Otra familia desplazada del Tolima
Nelson Lombana Silva / Miércoles 16 de abril de 2008
 

Desde que el ejército hizo correr el rumor en toda la región que él figura en una larga lista para capturar o asesinar y la emisora de los militares repite y repite que todo "colaborador" de la insurgencia será objetivo militar, Reinerio Caicedo Váquiro, su esposa, Aurora Leitón Quitora y sus cuatro hijos menores de edad, no pueden conciliar el sueño. Su presagio es que el ejército nacional los va a matar. Por eso dejaron abandonada su finca con todas sus pertenencias y tuvieron que sumarse a los más de cuatro millones de desplazados que hay en Colombia por esa misma causa.

Muestra sus manos encalladas y su frente quemada por el sol para argumentar cada una de sus afirmaciones: "Soy trabajador de tiempo completo, me gusta ganarme la vida honradamente, por eso tengo una buena finca, una buena casa, 17 mil palos de café recién plantados y muchos cultivos más; todo eso me tocó dejar abandonado porque considero que la vida está por encima de cualquier consideración", dice meditabundo.

Su parcela está ubicada en la vereda Aguas Claras, corregimiento de La Marina, municipio de Chaparral, Tolima. Con cuatro niños, el primero tiene 11 años, el segundo 6, el tercero 5 y el cuarto 3. Los mayorcitos los retiró de la escuela, al no tener residencia fija y condiciones económicas.

"Ella, dice, refiriéndose a su compañera, tiene el bachillerato y además es auxiliar de enfermería; yo tengo noveno y sé trabajar la tierra".

"Como están las cosas, agrega, me gustaría salir del país, ir a Venezuela a cultivar la tierra, porque tengo conocimiento que el presidente Chávez es un señor decente que deja trabajar a los campesinos, pero no tengo idea cómo hacer el contacto".

“¿Por qué huir?” Le pregunto. "Mire, dice, no soy hombre de pelea, soy hombre de trabajo. No quiero dejarme comprar la conciencia, quiero levantar mis hijos y mantener mi hogar".

El caso de Reinerio Caicedo Váquiro y Aurora Leitón Quitora, no es único ni en la región de La Marina, ni en Tolima, ni en Colombia. Es la constante de un terrorismo de estado, en el que las fuerzas armadas buscan por todos los medios involucrar a los campesinos (población civil) en el agudo conflicto. Su interés al parecer es cooptarlos para conformar la red de sapos e informantes o, en su defecto, detenerlos con el único propósito de presentar resultados y hacerle creer a la comunidad nacional e internacional que la "seguridad democrática" está funcionando. Esa es la terrible realidad.

"Hace 20 días", comenta, "el ejército tiroteó a un campesino de la zona, un miembro de la junta de acción comunal de su comunidad. Además, son varios los campesinos asesinados y presentados como guerrilleros caídos en combate sólo en el municipio de Chaparral". Agrega: "A juro tiene que decir uno dónde está la guerrilla, a juro tiene que confesar que es auxiliador y a juro tiene que comprometerse a ser delator".

"Por eso, me ha tocado dejar abandonado lo que tanto luchamos, por eso estoy dispuesto a salir del país si es necesario, pues repito: la vida mía, de mi esposa y de mis hijitos es lo más importante", termina diciendo.