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Para tumbar el TLC hay que tumbar a Santos
Macario Martínez / Miércoles 4 de septiembre de 2013
 

Las primeras dos semanas del paro nacional agrario y popular dejan un balance muy satisfactorio para el campo popular aglutinado en torno a la MIA. Son por lo menos seis aspectos en los que el movimiento social ha avanzado sobre el campo burgués:

1. El movimiento popular venció las amenazas del paramilitarismo que impuso penas de destierro y muerte a quien protestara.

2. El movimiento popular venció a los grandes medios privados de comunicación que no pudieron invisibilizar ni deslegitimar la protesta.

3. El movimiento popular no se ha dejado distraer por las recientes propuestas y anuncios gubernamentales. El 22 de agosto, el presidente Santos propuso un referendo para la paz (pero no hay acuerdo de paz), el 30 de agosto anunció un pacto nacional agrario (con los gremios, gobernadores y alcaldes, es decir, yo con yo) y el 2 de septiembre recibió la renuncia protocolaría del gabinete (para que los ministros tomen un aire para lo que viene o se vayan a trabajar con las transnacionales).

4. El movimiento popular no se ha dejado engatusar de los partidos políticos que han tratado de montarse sobre la protesta (léase Liberal, Conservador, Centro Democrático y Polo), la convicción popular es elocuente: “solo el pueblo salva al pueblo”, quienes hundieron al país en la miseria no son ahora quienes lo van a rescatar. El país reclama una democracia verdadera que pasa por refundar el régimen político.

5. El movimiento popular ha derrotado el militarismo que no renuncia a la guerra como vía de solución a los conflictos sociales. En vez de criminalizar la juventud, la policía nacional debería pedirle perdón por masacrarla en las calles, las carreteras y los barrios. En vez de infiltrar las marchas y protestas, el ejército debería ponerse de lado de quienes luchan por un país justo.

6. El movimiento popular ha propinado un duro golpe al neoliberalismo y el régimen político que lo sostiene. Incluso la enflaquecida clase media, que creyó en las falsas promesas de los gobiernos de César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, tiende a radicalizarse y se suma al paro.

Paso a paso el movimiento popular gana en fuerza, unidad e identidad de clase. La gente va reconociendo que para tumbar el TLC hay que tumbar a Santos, que para echar abajo el neoliberalismo hay que demoler el régimen político y que la ruana y la capucha van juntas en la lucha.