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Corregimiento de Yarima, San Vicente de Chucurí (Santander), Colombia
Trabajadores de la palma en pie de lucha
Roberto Romero / Lunes 28 de abril de 2008
 

Desde el 21 de abril, los trabajadores de palma de corozo, en la región de Yarima, en Santander, continúan hoy en pie de lucha en exigencia del pliego de peticiones que presentaron el pasado 23.

La parálisis es total y la población, sin distingos, continúa prestando su apoyo a los huelguistas. No hay transporte público para las diferentes veredas de la zona de influencia de los campos de Yarima mientras han cesado las actividades escolares.

Según los empresarios, se están dejando de procesar 800 toneladas diarias de corozo para obtener aceite destinado fundamentalmente a la industria de los agrocombustibles.

Los propietarios de las ricas fincas, Palmeras Yarima y Agroindustria Villa Claudia, se niegan a dialogar con el comité de huelga, mientras la Policía mantiene una agresiva presencia en la zona intimidando a los trabajadores.

El grave incidente denunciado por la Unión Sindical Obrera (USO) el pasado 23 de abril, cuando dos policías infiltrados en un mitin, con sus armas de dotación, estuvieron a punto de causar una tragedia cuando en forma sospechosa asediaron al presidente del sindicato petrolero, Jorge Gamboa, da cuenta del clima de zozobra creado por la intransigencia patronal.

Según Gamboa, el atentado se pudo impedir gracias a la firme actitud de la comunidad que defendió al líder sindical y logró que los dos policías, que alcanzaron a desenfundar sus armas, huyeran del lugar para ser recogidos de inmediato por el comandante de la Policía.

La USO, desde antes del estallar el conflicto, presta toda su solidaridad a los trabajadores de palma y en forma permanente envía comisiones de apoyo a la región. Recientemente, en la lucha de los palmeros de Puerto Wilches (Santander), ganada por los trabajadores, el sindicato prestó su apoyo incondicional al movimiento.

No es nada extraño que ahora se le quiera pasar la cuenta de cobro por su firme actitud de clase.

El sindicato, que reformó hace unas semanas sus estatutos, permite ahora que los trabajadores palmeros ingresen a las filas de la organización, ya que estos hacen parte de un sector afín al minero-energético como es el de los agrocombustibles.

La acogida, según Jorge Gamboa, presidente de la USO, ha sido enorme y ha posibilitado refortalecer a la USO. En Colombia los palmeros que producen aceite para la incipiente industria de los agrocombustibles, agrupa a 40 mil personas en forma directa.

Según el conocido columnista e investigador Alfredo Molano, esta industria no se hubiera podido establecer y que ahora se extiende como una mancha por todo el país, sin dos secretos gemelos: el narcotráfico que traía los dólares y los paramilitares como autoridades y fuerzas de ley. Sobre estas bases se ha echado a andar el proyecto, enmarcado por una política petrolera que consistió en la progresiva privatización de Ecopetrol, cuya condición fue el debilitamiento a tiros de la Unión Sindical Obrera y que tuvo a su vez como requisito la liquidación de sus bases sociales a sangre y fuego.

En la última década fueron asesinados 114 dirigentes del sindicato, mientras decenas de líderes tuvieron que optar por el camino del exilio para salvar su vida. Quizá ninguna otra organización sindical ha sido víctima de una degradación del conflicto colombiano como la USO que ha obligado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a otorgarle medidas cautelares que ordenan al gobierno colombiano brindarle protección.

Según Martha Cárdenas, líder de los habitantes de Yarima, citada por el diario Vanguardia Liberal, las empresas palmeras no pueden desconocer que se han beneficiado de la explotación de este cultivo y alegar ahora que no tienen ningún compromiso con Yarima es absurdo.

“Apoyamos la causa de los trabajadores, pero también reclamamos inversión social para el corregimiento”, señaló la líder comunitaria.

Los trabajadores, por su parte, señalaron que están dispuestos a ir hasta las últimas consecuencias de no recibir respuesta alguna de las directivas palmeras.

“Pedimos que la selección de personal y la contratación se hagan de manera directa con las empresas y no con las cooperativas intermediarias, como son Cotraya, Cotracor, y Cotraesoeranza”, dijo Marcos Mantos, vocero de los trabajadores.

El cultivo de la palma, dicen en el petitorio, a través de estos 20 años sólo ha generado la explotación desmedida de nuestra fuerza laboral y nuestra tierra, sin ninguna contraprestación aparte de los miserables salarios que devengamos. La sola lectura del pliego es una verdadera radiografía de la nueva situación del campo en Colombia.