Asociación Campesina del Catatumbo
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Propuesta campesina de sustitución de los cultivos de uso ilícito
Francisco Canales / Miércoles 25 de septiembre de 2013
 

Entre el 31 de agosto y el 1 de septiembre del presente año, organizada por la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat), se realizó en El Tarra (Norte de Santander), la asamblea regional de cultivadores y recolectores de la hoja de coca por la construcción de la paz con justicia social del Catatumbo.

Participaron en ella más de cuatro mil campesinos de la región, representando a 365 juntas de acción comunal de igual número de veredas de diez municipios (tres más de los incluidos en el Plan de Desarrollo Sostenible para la conformación de la Zona de Reserva Campesina del Catatumbo). El objetivo de esta masiva reunión era generar propuestas por parte del campesinado de los diferentes municipios, corregimientos y veredas de la región del Catatumbo, referentes a la sustitución de los cultivos de uso ilícito.

El resultado más patente de la asamblea fue que los campesinos de la región mandaron a Ascamcat que adelantara con el gobierno nacional las negociaciones pertinentes para diseñar y ejecutar un plan de sustitución que les permita quitarse de encima el estigma de delincuentes que les han endilgado las autoridades colombianas, en particular las militares, por el sólo hecho de haber tenido que dedicarse a un cultivo hipócritamente satanizado y en razón de los procesos de desplazamiento de que han sido víctimas.

Disposición de campesinos

Para los campesinos no fue fácil. Como señalaba un delegado a la asamblea (cito de memoria): «La coca es nuestro Ministerio de Educación, porque con lo que recibimos por ella mandamos a nuestros hijos a la escuela; es nuestro Ministerio de Salud, porque ella nos da para comprar las medicinas; en últimas, ella es nuestro gobierno». Abandonar los ingresos que ella genera, aun en medio de la persecución y la estigmatización, es una especie de salto al vacío que los campesinos están dispuestos a dar, obviamente, bajo ciertas condiciones.

¿Cómo debe ser la sustitución, según los catatumberos? En el debate adelantado en varias mesas de discusión, los campesinos definieron como condiciones para integrar un programa de sustitución las siguientes:

La sustitución de la que ellos hablan, más que una sustitución de la coca por otro tipo de cultivos (cacao, café, yuca, plátano, etc.) o por cualquier tipo de ganado, es una sustitución de la fuente actual de sus ingresos por otra que les permita, elevando su remuneración actual, trabajar en condiciones de tranquilidad, sin la zozobra de que, en cualquier momento, los aviones militares fumiguen sus cultivos o el ejército llegue con su equipo de erradicadores manuales a arrancar, por la fuerza, sus cultivos.

Esta condición abre la posibilidad de que el programa de sustitución contemple el uso de la hoja de coca para fines alimenticios, medicinales y curativos, como ya se hace en otros países y aquí mismo, en Colombia. Si bien es cierto que los campesinos del Catatumbo no tienen experiencia en este tipo de transformación de la hoja de coca, el programa puede contemplar procesos de capacitación al respecto.

El programa de sustitución se enmarca dentro del propósito de hacer del Catatumbo una tierra de paz, sobre lo cual se negocia en el momento con el gobierno, y, en consecuencia, debe entrar a formar parte del Plan de Desarrollo Sostenible (PDS) elaborado como condición para la designación de la región como Zona de Reserva Campesina (ZRC).

Esto significa que los campesinos no abandonan la reivindicación central que los ha movilizado en los últimos tiempos. Por el contrario, al reafirmar a la ZRC como el horizonte al cual aspiran, están planteándole al gobierno y al país que un elemento central de su lucha es el logro del reconocimiento y la consecuente protección de su identidad como campesinos, de la cultura que ella comporta y de su derecho a ejercer su territorialidad en el marco de la ZRC.

Cambio radical

Exigen, también, los campesinos del Catatumbo un cambio radical en la política pública dirigida al sector agropecuario, en términos de mejora de la inversión en aspectos productivos, sociales y de infraestructura, de eliminación de acuerdos comerciales gravosos para la producción nacional (TLC), de control de precios de los insumos agropecuarios, de mejoramiento de la infraestructura y los canales de comercialización, de manejo cuidadoso y patriótico de la biodiversidad y los recursos naturales.

Con esto, los campesinos del Catatumbo, precursores con su movilización de comienzos de año del reciente paro agrario nacional, se sintonizan con las reivindicaciones que llevaron al campesinado colombiano a realizar esta importante demostración de resistencia.

Otra exigencia de los campesinos es la de que el gobierno cumpla con el compromiso solemne de reparar a las 400 familias víctimas de la erradicación forzosa que dio origen a la última gran movilización de 53 días. Esta reparación debe acompañarse con la ejecución de los proyectos que, por 104 mil millones de pesos, figuran en el PDS de la ZRC.

Otras condiciones de los campesinos al programa de sustitución apuntan a lograr que su elaboración y ejecución sean concertadas con las comunidades y con el conjunto de fuerzas sociales que operan en la región, dándole a Ascamcat el debido reconocimiento que, como organización de los campesinos cocaleros, se ha ganado en la conducción del movimiento social.

Se exige, asimismo, la inclusión de los recolectores de hoja de coca (raspachines), de los llamados «amedieros» y de las señoras que cocinan para campesinos y recolectores como beneficiarios del programa de sustitución, dotándolos de tierra y de los recursos necesarios para adelantar sus proyectos de vida. Igualmente insisten, con razón, en el carácter gradual que debe tener el programa, fijándose como plazo para abandonar completamente el uso ilícito de la hoja de coca un horizonte de diez años.

La negociación apenas comienza.