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Paro agrario, importaciones y TLC
Iván Posada P. / Sábado 19 de octubre de 2013
 

En los supermercados de las grandes ciudades del país se ha vuelto común encontrar toda clase de alimentos importados. Desde uvas y manzanas de Chile, leche de Estados Unidos y Ecuador; cebolla fresca o refrigerada de Perú; papa congelada de Holanda; pescado de Argentina y Vietnam y arroz que llega desde la India; hasta tomates, lechugas, pepino, hortalizas frescas y congeladas, avena, maíz, sorgo, entre muchos otros productos.

Con los alimentos elaborados ocurre similar situación. Según cifras del DANE, en el primer semestre del año el país compró US$238 millones en alimentos y bebidas básicos destinados al consumo de los hogares y US$874,8 millones en alimentos elaborados, también para el consumo de las familias, rubros que crecieron 3,7% y 12,2%, respectivamente, frente a igual lapso del 2012.

En cifras redondas el país importó cerca de cuatro millones de toneladas de alimentos entre enero y junio de este año, una guarismo que tuvo una leve reducción frente al 2012. Sin embargo, las estadísticas muestran que desde el año 2009 las importaciones de alimentos vienen creciendo de forma sostenida y solo en 2012 sumaron 9,5 millones de toneladas, lo que equivale a US$6.108 millones.

En un estudio conjunto de la Fundación Bertelsmann Stitung y el IFO [1] en Alemania, se concluye que el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Colombia significa para el país una disminución de las exportaciones hacia el mercado estadounidense en cerca del 27%. El deterioro del comercio se notaría en el transcurso de 20 años. Colombia, Brasil y Argentina sufrirían las mayores pérdidas.

Dicho estudio resume que el TLC con Estados Unidos no traerá beneficios para Colombia en términos económicos, sino que significará una pérdida importante de negocios en el tiempo y esto no puede ser tomado a la ligera. En economías abiertas, la ampliación de los mercados y la posibilidad de acceder a millones de potenciales consumidores con alto poder adquisitivo (Europa y Estados Unidos) tendría que verse reflejada en el aumento sustancial de las exportaciones colombianas.

Los estudios y la realidad muestran otra cosa. De acuerdo con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, entre junio de 2011 y marzo de 2012, cuando el TLC no estaba vigente, las importaciones agrícolas sumaron 1.042.914 toneladas. Entre junio de 2012 y marzo de 2013, en plena vigencia del TLC, las importaciones fueron de 1.770.970 toneladas, lo que significa que, con el tratado, las importaciones agrícolas han aumentado en 70%.

Fuente: Foreign Agricultural Service, United States Department of Agriculture.

Enormes cantidades de arroz, leche, carne, soya y productos oleaginosos han ingresado al país afectando la producción nacional, como se muestra a continuación:

Alejandro Stévez, gerente de Fedepapa, afirma que las importaciones sí afectan el mercado nacional. Por ejemplo, destaca que hoy se compran en el exterior 20 mil toneladas de papa congelada al año, “eso significa que desplazan 50 mil toneladas de papa fresca del mercado nacional”.

Estadísticas de United States Census Bureau muestran que las ventas de productos colombianos a Estados Unidos en marzo de 2013, es decir, a diez meses de entrar en vigor el TLC, cayeron en 18% comparadas con las de marzo de 2012, sin TLC. Entre tanto, para los mismos meses, las importaciones de productos norteamericanos crecieron en 9,31%, lo que demuestra que el TLC ha deteriorado la balanza comercial de bienes con Estados Unidos. Sumado a la revaluación del peso, el futuro del agro es cada vez más incierto.

Por lo anterior las negociaciones entre el gobierno y las organizaciones campesinas en el marco de pasado paro agrícola se centran en tres aspectos: 1), la denuncia o renegociación de los tratados firmados; 2) suspensión de los tratados en curso y 3) una política integral agraria de largo plazo que garantice la sostenibilidad de este sector.

[1El Grupo CESifo, Centro de Estudios Económicos (CES), el Instituto Ifo y el CESifo GmbH (Sociedad de Munich para el Fomento de la Investigación Económica) es un grupo de investigación único en Europa en el ámbito de la investigación económica