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El Estado no tiene una visión estratégica en manejo penitenciario
Es todavía mas doloroso que las organizaciones populares no tengan esa visión y se limiten a lo formal
Joaquín Pérez Becerra / Martes 31 de diciembre de 2013
 

130 mil «80 mil la capacidad máxima, 60% de hacinamiento» abarrotan las cárceles del país. Entre hombres y mujeres. Por diversos delitos, con un común denominador, productos de un Estado oligárquico, generador de desajustes sociales que han conducido a “infringir” unas conductas predeterminadas que afectan fundamentalmente a las élites y a sus normas que les ha garantizado perpetuarse en el manejo de la sociedad. Por supuesto, hay individuos que sí merecen una rehabilitación profesional, puede uno colegir, como actos contra la integridad de los ciudadanos o que afecten la propiedad personal.

Un conflicto social y armado de largo aliento como el nuestro trae consigo la descomposición degradante in crescendo de la confrontación y de sus asociados, por supuesto acompañada de la profesionalización de sus miembros y tecnificación de sus acciones. No por ello deja de ser atroz y cada vez más atroz si no se llega a la culminación completa del Acuerdo General que hoy transita por el tercer punto.

Pero no solamente entre los que se dan “indumil” -expresiones que se escuchan en estos sitios-, la sociedad, la de afuera, la que supuestamente está libre, entre comillas, menosprecia al preso -salvo sus familias. Con esa mirada particular consideran a todo el que cae tras las rejas como un lastre, una carga. Un interno -preso- con la autoridad que le asiste para opinar sobre estos menesteres afirma: “si la cabeza es ignorante el cuerpo sufre, por eso las cárceles son el reflejo de la sociedad”.

Ante este drama, aunque inaceptable, que el Estado y sus gobernantes no tengan una visión estratégica del tratamiento penitenciario, es todavía mas doloroso que las organizaciones populares, alternativas de izquierda, revolucionarias en general, no tengan esa visión y se limiten a lo formal como quien da una ayuda en una Teletón y listo, ahí finaliza su tarea.

Llama la atención la abnegación y el trabajo de religiosos de diferentes tendencias. La regularidad en sus visitas y actos litúrgicos rutinarios dignos de valorar. Los he observado y escuchado. Claro, lo hacen desde su esquina, pero son efectivos. No faltan con sus plásticos de lechona, tamalitos, y natilla acompañada de panecillos plus los kits de aseo. Esto se da en varias ocasiones durante el año.

No excluyen a nadie, a todos por igual. Narcos, piramidistas, fleteros, traquetos, ladrones, sindicalistas, luchadores populares, guerrilleros, etc.

Este es un potencial humano, una verdadera cantera de individuos protagonistas de primer orden, con una claridad de la problemática social en la que vivimos y que la Justicia de las élites castiga por la ineficiencia e incapacidad de estas en ofrecer soluciones concretas a problemas reales y la indiferencia de esta sociedad a semejanza de los poderosos.

Suena estrambótico. Posiblemente, pero a veces es pertinente para mover sensibilidades. Me lo dijo un preso político en una charla informal, “hace falta que dirigentes de alto perfil estén tras las rejas para que comprendan sus organizaciones que no somos una carga -caso Mandela, quien obligó al bloqueo del apartheid desde la prisión- me dijo entre risas.

Hace poco asistimos a un Seminario de Derechos Humanos en la Picota/ERON, y uno de los conferencistas manifestó que en el gobierno de Uribe como parlamentario, aprobaron reformas al Código Penal donde se aumentaron penas. “Él no tenía ni idea de qué discutían y qué aprobaron después -Por eso ingresé a Universidad Ideas a estudiar Derecho-”. Los otros restantes expresaron desconocer hasta ese momento -¿todo esto ocurre aquí? Pues denuncien ante el CIDH si la Justicia colombiana no funciona- nos recomendó-. Lógicamente después de escuchar las denuncias nuestras como asistentes a ese curso.

Los prisioneros políticos, lo más consciente de la sociedad y los que tienen los elementos teóricos y prácticos, miembros de organizaciones reconocidas internacionalmente, no actúan en vigor desde los extramuros. Como si no se dieran cuenta de que una visión amplia, debidamente planificada aporte decididamente en la construcción de una nueva sociedad sin los rezagos de la sociedad capitalista.

A todos los lectores de Anncol, va mi saludo de Año Nuevo y mi deseo que en el 2014 todos contribuyamos en la consolidación de la paz con justicia social.