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El 14: cien, cincuenta y treinta
Por el pasado y el presente, el año 14, contiene una carga simbólica muy potente para quienes hacen el oficio de la guerra
Yezid Arteta Dávila / Miércoles 8 de enero de 2014
 

Cuanto ha sufrido la buena gente de este pueblo durante la guerra, se lamenta uno de los personajes de Hemingway. Lo mismo podrán decir millares de colombianas y colombianos que han padecido en primera persona las lecciones de una guerra ruinosa.

Hasta no alcanzar un
acuerdo de cese al fuego y de hostilidades de manera bilateral y definitiva, tanto el gobierno como las FARC y el ELN seguirán tirando del carro de la guerra. Todo lo demás son cuentos de samaritanos.

Por segunda ocasión las FARC dan prueba de mando y control. A pocos días de terminar el cese al fuego unilateral ordenado por el Secretariado de las FARC (del 15/12/2013 al 15/01/2014) la realidad es irrebatible: salvo esporádicos incidentes los destacamentos guerrilleros acataron la orden.

Esta demostración de comando y control ejercida por la jefatura de las FARC es vital para la ejecución de los posibles acuerdos que convengan con el gobierno. El gobierno central debe demostrar, por su parte, que también puede comprometer a los ejércitos de tierra, mar y aire – amén de la Policía – en el acatamiento de todo lo acordado para el fin del conflicto.

Los colombianos por lo general somos hiperbólicos. Una cualidad indispensable para la literatura de ficción. El país ha ganado - incluyendo un Nobel - varios premios literarios a base de trastocar, afear o embellecer la realidad. El enredo viene cuando los investigadores sociales convierten la realidad en literatura de folletín.

En el portal de Internet del Cerac (Centro de Recursos para el Análisis del Conflictos) se lee: “Nuestros Productos”. Los chicos del Cerac no ofrecen perfumes, condones, teléfonos inteligentes o chaquetas de cuero. Ofrecen reportes sobre la guerra en Colombia. Uno de sus “productos” lo titulan: “Monitoreo de tregua No 2”. Reportan, como un gran descubrimiento, siete casos en los que integrantes de las FARC violaron el autodecretado cese al fuego.

En la Nochevieja la gente comía, bebía y bailaba. Porque son de este mundo muchos militares y guerrilleros también lo hacían. A algunos periodistas les tocó la mala suerte de trabajar ese día. Faltando cinco pa’ las doce llegó el “producto” del CERAC. El Año Nuevo sorprendió a los periodistas cortando y pegando textos en las salas de redacción. El país y el mundo se enteraron, a través de los grandes titulares de prensa, de que las FARC violaron el cese al fuego que habían prometido cumplir unilateralmente. Vaya calamidad para comenzar el año.

De los siete casos descritos en el “producto” del CERAC, tres corresponden a amenazas denunciadas por un tuitero que no come, no bebe y no baila. Un cuarto caso tomaba como prueba las difusas declaraciones dadas por un funcionario de Naciones Unidas sobre el reclutamiento de menores. Sobre el quinto caso – una explosión - el autor o autora del reporte se autocorrige porque no tiene cómo comprobar si el artefacto fue sembrado antes o después de ordenado el cese al fuego.

En resumidas cuentas. Nada. Agua de borrajas. Un sólo caso de violación de la tregua y sin verificación documentada. Una inocentada que le dio la vuelta al mundo y de paso confundió a los colombianos que consumen televisión, radio, revistas, periódicos e Internet.

Revisando la página oficial del Ejército de Colombia se observa que los resultados operacionales durante la segunda quincena de diciembre pasado y la primera semana del nuevo año corresponden a acciones en los que los enfrentamientos directos contra las FARC son irrelevantes.

Si tomamos, a la diabla, los partes de guerra que las FARC cuelgan en sus portales se observa que en sólo dos meses sus bloques de guerra reportaron más de 250 ataques. En términos cuantitativos se podría afirmar que unos cuantos incidentes sucedidos durante los treinta días del cese de fuego no desmeritan el gesto unilateral de la guerrilla y los efectos humanitarios en favor de los combatientes y la población civil.

Por el pasado y el presente, el año 14, contiene una carga simbólica muy potente para quienes hacen el oficio de la guerra. Se cumplirán 100 años del inicio de la Primera Guerra Mundial: nueve millones de combatientes abatidos y otros tantos millones de civiles muertos. La Primera Catástrofe, como titulara John dos Pasos a uno de sus textos de La Trilogía de Nueva York.

En este año 14 las FARC y el ELN cumplirán 50 años de existencia. La Operación Marquetalia que convirtió a un grupo de campesinos en guerrilleros farianos el 27 de mayo de 1964. Meses después, el 4 de julio de 1964, la primera marcha guerrillera que dio origen a los elenos en el departamento de Santander.

Y, en este año 14, se cumplirán 30 años del primer acuerdo de Cese al Fuego firmado en Colombia entre un gobierno y una guerrilla. El Acuerdo de La Uribe, suscrito el 28 de marzo de 1984 por las FARC y una Comisión de Paz encargada por el gobierno.

Pienso, que el año 14, puede ser una gran oportunidad para acabar con la guerra y el homicidio como vehículos para resolver las tensiones sociales y políticas. Los símbolos son muy importantes para los pueblos, las naciones y las organizaciones. Colombia, como pueblo, como nación, como república, puede cumplir con decoro una cita con la historia y enviar un mensaje de paz y reconciliación al mundo.

El gobierno y las guerrillas de las FARC y el ELN pueden reivindicar a las millones de víctimas que ha dejado la guerra, mediante un gran acuerdo de paz. Cien, cincuenta y treinta años por los que vale la pena tomar las grandes decisiones. Una historia que los maestros puedan contar a los niños y las niñas.

En Twitter: @Yezid_Ar_D