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La unidad y el necesario Frente Amplio por la defensa de Bogotá
La unidad de los distintos sujetos populares de Bogotá es una condición primordial para la construcción de un proyecto político centrado en la dignidad humana y la justicia social, haciendo frente al proyecto político excluyente y polarizante que se ha posicionado en el escenario público colombiano.
José David Copete / Jueves 3 de abril de 2014
 

Las evidentes tensiones que han tenido lugar en los últimos diez años entre las administraciones distritales y la administración nacional, han emergido potentemente en los últimos días con la destitución de Gustavo Petro y el gobierno interino de Rafael Pardo. Este panorama no estaba fuera de las posibilidades, por el contrario, era de esperarse una reacción de la derecha colombiana respecto de la continuidad de proyectos de izquierda en la ciudad que, sin alcanzar un nivel de antagonismo con las directrices derivadas del nivel central, sí han representado una disonancia en cuanto al despliegue del proyecto político que gravita en torno a la eficiencia de la acumulación.
El actual momento de la ciudad está signado por la imperiosa necesidad de ejercicios unitarios que permitan contener los apetitos políticos y económicos de las propuestas de derecha para la ciudad de Bogotá. Hoy más que nunca es necesaria la unidad de los diversos sectores democráticos de corte popular. La unidad debe dejar de ser un slogan y pasar a articular la acción política. Los esfuerzos orientados a la generación de un Frente amplio por la defensa de Bogotá deben reforzarse y superar la coyuntura electoral mediante una perspectiva estratégica a consensuar.

En línea con lo anterior, en esta columna se abordan tres elementos. En primer lugar, se plantea la necesidad de la convergencia de los sectores populares y democráticos en el actual panorama político de la ciudad1. En segundo lugar, se resalta la importancia del aprendizaje derivado de las luchas populares en los últimos años. En tercer lugar, se aborda la pertinencia de la figura de frente amplio como forma organizativa.

¿Qué sentido tiene unirse en estos momentos?

La actual situación de la ciudad es crucial para la configuración del escenario político distrital y del nacional, tanto táctica como estratégicamente. Es necesario tener en cuenta que -además del grado de alternatividad de los gobiernos que han tenido lugar desde el año 2004 en Bogotá- está en juego la posibilidad de interpretar la política más allá de la dogmática de la acumulación capitalista. Las nada novedosas medidas del alcalde encargado Rafael Pardo, expresadas por el presidente Santos2, evidencian que la propuesta de la derecha se agota en la necesidad de acoplar a las directrices nacionales el ejercicio de gobierno de la ciudad.

Es claro que la derecha, sea de perfil ultramontano y mafioso o refinado y oligárquico, está interesada en lograr posicionarse en el gobierno de la ciudad de Bogotá, pues en los últimos diez años se han dinamizado políticas que, sin confrontar radicalmente la acumulación, han significado un avance para los sectores democráticos y populares, diferenciándose de los proyectos dinamizados desde los gobiernos nacionales. Solo la unidad de la izquierda puede frenar la reedición del posicionamiento de las políticas neoliberales en la ciudad como la única opción. Únicamente por medio de la confluencia política de los diversos actores democráticos y populares se puede poner coto a las ansias de los sectores políticos tradicionales, relacionadas tanto con el liderazgo político en la capital como con la posibilidad de manejar -sea en forma de tajada o mermelada- los billones del presupuesto anual del distrito. Para nadie es un secreto los nexos entre políticos de la Unidad Nacional y contratistas de diverso pelambre3.

Ante tal escenario, lo último que se debe propiciar desde la izquierda son posiciones que hagan hincapié en las diferencias y distancias que existen entre los distintos agrupamientos democráticos y populares. La unidad se vislumbra como el único camino posible para conservar los logros y superar las debilidades hacia un proyecto alternativo de ciudad. Esto, teniendo en cuenta que la gestión del gobierno de la ciudad durante los últimos diez años sí tiene elementos valiosos que deben ser defendidos y que corren el riesgo de desaparecer con el posicionamiento de los actores reaccionarios en la ciudad.

Un punto álgido y que debe ser disputado por la izquierda y la ciudadanía bogotana en general es el relacionado con la política de vivienda para la ciudad, para que la misma no se siga ligando a la segregación y al crecimiento horizontal desmedido y desaforado condensado en proyectos de VIS4. Asimismo, se debe trabajar en torno al sector educativo, siendo uno de los que más avances ha tenido y en donde se deben profundizar los cambios. Los logros en términos de cobertura, gratuidad y subsidios deben reforzarse para que se garantice el derecho a la educación y la misma se asuma y despliegue desde una perspectiva humanista.

Otro elemento aglutinador es el de la defensa de lo público. Es necesario que se privilegie el fortalecimiento de la institucionalidad distrital, en contraposición con los discursos que asumen que la privatización y las alianzas público-privadas son las formas idóneas para garantizar la provisión de bienes y servicios de calidad para la ciudadanía. También se debe trabajar en torno a la movilidad. Éste es uno de los temas más espinosos y en el cual hay que configurar una propuesta viable, pues se liga a una de las necesidades más sentidas de la ciudadanía y es vital para generar mejoras en la calidad de vida de las mayorías capitalinas.

En últimas, la discusión se debe alimentar del trabajo, los acumulados y las propuestas de los diversos actores populares, en aras de generar una propuesta alternativa. Es claro que no se trata tanto de perder la administración como de ganar el posicionamiento de dinámicas políticas y administrativas que permitan delimitar una propuesta alternativa para la ciudad y, que en su andar, alimente y se nutra de una propuesta de país. Si bien se está hablando de Bogotá, no se debe dejar de pensar en el país y de aprender de las luchas que en él se han dado en los últimos años.

Aprendizajes de las dinámicas populares y democráticas

Más allá de la actualidad y de las necesidades que se imponen en la dinámica política de la ciudad, es necesario aprender de los ejercicios unitarios que se han generado en las diversas luchas que han tenido lugar en nuestro país y, valga la pena recalcarlo, en Nuestra América.

Por un lado, es necesario asimilar y potenciar las dinámicas que en su tiempo propiciaron e impulsaron, entre muchos otros, Camilo Torres Restrepo, Orlando Fals Borda y Hugo Chávez. La praxis política de los procesos a los cuales se ligaron estos sujetos estuvo marcada por la necesidad de generar espacios de convergencia y unidad de los sectores oprimidos. La propuesta de Frente Unido, de Frente Amplio y muchas otras deben ser valoradas y reflexionadas en aras de generar formas que permitan cohesionar a los sectores populares, en este caso concreto de la ciudad de Bogotá.

Por otro lado, en los últimos años en nuestro país han emergido movilizaciones sociales y populares que dan cuenta de la importancia de la vocación unitaria. Las movilizaciones estudiantiles del 2011 y las luchas agrarias que se han propiciado frente a los problemas estructurales del campo son experiencias valiosas. La configuración de la MANE como un espacio de unidad de diversos actores políticos estudiantiles -usualmente disgregados y hasta enfrentados entre sí-, evidenció el potencial de la unidad y los alcances de la lucha cuando se suma en vez de dividir.

El reciente ejercicio de unidad que se selló en la Cumbre Agraria, Étnica y Popular realizada en Bogotá entre el 15 y el 17 de marzo de este año en Bogotá condensa una experiencia tan valiosa como potente. Los diversos sectores que se reunieron en la Cumbre y han determinado la realización del paro agrario ponen de presente la necesidad de superar las diferencias entre organizaciones y cerrar filas en torno al rechazo frontal a las políticas estatales para el campo. Este esfuerzo pone de presente la necesidad de cohesionar una propuesta que pueda resistir y hacer frente a las lesivas iniciativas desplegadas desde el Estado colombiano.

Aún cuando se refiera a contextos y a momentos históricos distintos, la actual situación de Bogotá requiere de escenarios de convergencia política que redunden en acción política a distintos niveles. Si bien la lucha electoral es la más urgente y la que aparece como primordial en estos momentos, la acción política debe orientarse por una proyección de modelo ciudad que desborde las elecciones atípicas y las que han de realizarse el siguiente año, poniendo sobre la mesa una perspectiva de construcción política alternativa de largo aliento.

La necesidad de un Frente Amplio por la defensa de Bogotá

La unidad de los distintos sujetos populares de Bogotá es una condición primordial para la construcción de un proyecto político centrado en la dignidad humana y la justicia social, haciendo frente al proyecto político excluyente y polarizante que se ha posicionado en el escenario público colombiano. Las acciones que han tenido lugar desde la entrada en vigor de la alcaldía de Rafael Pardo son un abrebocas del proyecto de ciudad que se piensa, en este caso, desde el gobierno nacional. Aún cuando la definición de los elementos programáticos y políticos que sirvan de amalgama a la propuesta política de convergencia se debe dar de manera consensuada y en el terreno de las luchas, se plantean algunos puntos que recalcan la valía del Frente amplio.

En primer lugar, los escenarios electorales que se avecinan requieren de una fuerte confrontación a las propuestas de los sectores políticos tradicionales de la ciudad. La unidad programática debe ponerse en escena para la elección atípica de nuevo alcalde, teniendo a la vez una perspectiva de largo aliento que desborde la arbitraria destitución de Petro y que contemple lo político más allá de lo electoral.

En segundo lugar, más que nunca debe salir a flote la imaginación, pues es innegable que la confrontación política tiene dos contendores claros. Por un lado, están los sectores políticos tradicionales repotenciados por las pasadas votaciones de marzo y envalentonados con la destitución de Petro. Pero, por otro lado, se debe luchar contra los yerros administrativos y políticos que se han dado en la última década en la ciudad. Si bien es cierto que los gobiernos de la ciudad han sido perseguidos desde distintos sectores políticos y desde los medios masivos, también lo es que hubo errores de diverso tipo que deben corregirse y que no pueden ocultarse por ausencia de autocrítica.

Finalmente, desde los sectores populares y democráticos debemos asumir que el avance contra las políticas neoliberales está íntimamente ligado, entre otros factores, a la legitimidad y el apoyo decidido de las mayorías capitalinas en las urnas y, ante todo, más allá de ellas. Esto implica, indefectiblemente, un ejercicio político que desborde las lógicas electorales y dé lugar a dinámicas democráticas en las cuales la participación se extienda, visibilice y posicione en los distintos ámbitos de la vida social y política de la ciudad. Es un esfuerzo de largo aliento y hay que iniciarlo lo antes posible.

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1 Por cuestiones de extensión y por el objetivo mismo de la columna solo se mencionan los aspectos que pueden cohesionar una propuesta de ciudad de largo aliento sin entrar a abordarlos en detalle.

2 Consultar http://www.bluradio.com/60149/juan-manuel-santos-anuncio-sus-nueve-soluciones-en-cuatro-frentes-para-bogota

3 Aunque no es reciente, al respecto vale la pena revisar http://lasillavacia.com/historia/vargas-lleras-se-mete-en-el-agua-y-la-basura-36045 Algo aún más antiguo, pero que evidencia que la corrupción y los vínculos políticos de los Nule no se circunscribían a Bogotá únicamente se puede consultar en http://www.semana.com/nacion/articulo/los-nuevos-cacaos/81120-3

4 En el anuncio realizado por el presidente vale la pena resaltar la reactivación de un proyecto de vivienda en Usme que lesionaba a comunidades rurales y trae consecuencias nocivas en términos ambientales y ecológicos. Al respecto ver http://www.elespectador.com/noticias/bogota/bueno-malo-y-debe-continuar-de-bogota-humana-articulo-483633 http://www.cmi.com.co/?n=225751