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Columna libre
Transformaciones para la paz
Que la paz no sea solo un lema de campaña, sino el propósito real de la administración venidera
Rodrigo López Oviedo / Sábado 12 de abril de 2014
 
Foto: Agencia Prensa Rural 10 años via photopin cc

Santos ha convocado al Consejo Nacional de Paz en procura de animar el respaldo nacional a las discusiones de La Habana. Esta decisión, si bien fue respuesta positiva a una solicitud de Marcha Patriótica, tal vez tenga el propósito real de cambiarle el sentido a unos índices de favorabilidad electoral que siempre le han sido esquivos al Presidente, pero que se le agravaron al cumplir, como niño obediente, la orden de destituir a Gustavo Petro.

No importa; cualquiera que sea la idea que haya en el fuero interno del mandatario, reconozcamos que toca atinadamente una de las fibras sensibles del momento actual, lo cual debe ser aprovechado para presionar la convocatoria de organismos similares en cada uno de los departamentos y municipios del país.

La creación del Consejo Nacional de Paz fue dispuesta mediante Ley 434 de 1998. Sin embargo, su funcionamiento ha estado regido más por caprichos que por su importancia como instrumento para potenciar las fuerzas sociales en busca de la paz.

En el momento presente, Marcha Patriótica alberga la esperanza de que el Consejo logre arrancarle a cada uno de los candidatos presidenciales un compromiso de continuar con las discusiones en La Habana y de procurarle a sus acuerdos una plasmación efectiva, de tal manera que lo que definitivamente quede de ellos sea una perspectiva real de paz estable y duradera, como lo dice el título del documento que le dio inicio a los diálogos.

Ese compromiso de los candidatos rompería la actitud de muchos electores que creen que por la paz son válidos todos los sacrificios, incluso el de votar por Santos, pues estiman que solo él está interesado en tan preciado bien. La verdad es que nadie habla en contra de la paz. Sólo que romper el monopolio del lenguaje y las creencias es el primer paso a dar, y a ello debe orientarse tal compromiso. Los demás pasos serán obra del conjunto de las organizaciones sociales, que deben presionar para que la paz no sea solo un lema de campaña, sino el propósito real de la administración venidera.

Ahora bien, para que la paz que venga de La Habana traiga garantías de estabilidad y duración, debe blindarse adecuadamente, y muchos creemos que el instrumento idóneo es una Constituyente que, además de ratificar sus acuerdos, ponga al país en discusión de lo que, no habiendo sido acordado, resulte indispensable para el propósito de esa estabilidad y duración. Muy probablemente esa Constituyente se vea obligada a tomar decisiones que impliquen transformaciones profundas al sistema imperante; pero si con ello les cerramos las puertas a quienes preferirían ahogarnos en sangre, empujemos esas transformaciones.