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Frente a la intransigencia de Santos, a continuar el paro
 

Los pasados 15, 16 y 17 de marzo, se llevó a cabo con enorme éxito en la ciudad de Bogotá la Cumbre Nacional Agraria, Étnica y Popular.

Se unificaron todos los sectores, organizaciones sociales y fuerzas que luchan en el campo y en las áreas urbanas de Colombia, se construyó un pliego nacional unitario que recoge las necesidades y visiones más sentidas del campesinado y de los sectores populares, contraponiendo este pliego al plan del Gobierno de implementar su publicitado Pacto Nacional Agrario, que no es otra cosa que el desarrollo del proyecto de las transnacionales y de los grandes empresarios nacionales de un campo sin campesinos, pero disponible para los grandes proyectos agroindustriales, la producción de biocombustibles y los tratados de libre comercio, en detrimento de la economía campesina y de la soberanía alimentaria.

Este evento nacional determinó como tarea prioritaria la continuación del paro nacional.

El paro agrario, étnico y popular es la tarea más importante del momento, motivada por la negativa del Gobierno del señor Santos de dar solución efectiva a las justas demandas de los campesinos. La intransigencia del establecimiento nos empuja nuevamente a huelga.

La cumbre nacional dio plazo hasta la primera semana de mayo para que el gobierno del presidente Santos dé respuesta favorable a las peticiones contenidas en el pliego unitario, de lo contrario se iniciará la preparación del paro. Como el gobierno no asistió a la última reunión convocada de la Mesa de Interlocución y Acuerdo (MIA), significa que no hay interés para entrar en serio a negociar. Siendo así las cosas no nos dejan otro camino que la movilización general y el paro.

En consecuencia, se hace necesario que todas las asociaciones campesinas, que todos los cabildos, que todas las comunidades negras, que todos los mineros artesanales y pequeños, que todos los sectores empobrecidos de las barriadas, que todos los transportadores y que el pueblo en general empiecen desde ya a preparar las condiciones para las nuevas jornadas. Hay que conformar ya mismo los comités de paro, para que empiecen a trabajar en los alistamientos logísticos: comidas, medicamentos y enfermeros, carpas y los elementos necesarios para la preparación de los alimentos.

Se deben elegir desde ahora los voceros de las comunidades para las futuras negociaciones, instruir los promotores y comités de derechos humanos que deben estar debidamente carnetizados y con sus respectivos distintivos para que respondan efectivamente con la denuncia ante la brutalidad del Esmad y los abusos de la Fuerza Pública en general. Organizarlo todo teniendo en cuenta la experiencia pasada, fortaleciendo los aspectos positivos y corrigiendo las deficiencias.

Hay que trabajar arduamente para la vinculación de nuevos sectores a la lucha, fundamentalmente los más golpeados con las políticas neoliberales y los TLC, que han significado la quiebra para los pequeños y medianos industriales y la ruina para los productores del campo, como los arroceros, los productores de plátano, los paneleros, los ganaderos, etc. Y en los centros urbanos los transportadores, estudiantes universitarios y secundaristas, los maestros, los obreros, los usuarios de los malos servicios públicos, los destechados, los damnificados y víctimas del sistema de salud y, en general, todos los sectores sociales tan duramente golpeados por las políticas del régimen.

Nuestra fuerza está en la razón que nos asiste, pero también está en la unidad, la planificación y la organización minuciosa, sin descuidar ningún detalle, para que salgamos exitosos de esta nueva jornada popular, que tendrá que ser contundente a fin de arrancarle al régimen nuestros derechos.

¡Los derechos no se mendigan, se conquistan con la lucha!