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La tercera vía
Rodrigo López Oviedo / Martes 1ro de julio de 2014
 

Al mundo de las ideas políticas nunca dejarán de llegar formulaciones supuestamente revolucionarias, de cuya aplicación, también supuestamente, podría sobrevenir un mundo mejor. Lo curioso es que quienes las sustentan han sido miembros de las clases más beneficiadas con lo establecido, en representación de las cuales han estado a la cabeza del poder ejecutivo, sin que a su paso por él hubieran impulsado cambios que no fueran meramente cosméticos, imposibles de calificar de revolucionarios.

Una característica de estos tipos de teorías es que nunca vienen acompañados de explicaciones claras acerca del origen de los problemas que dicen querer resolver y de sus responsables. Por el contrario, lejos de ser esas sus preocupaciones, lo que les interesa es evitar, hasta donde sea posible, el avance de otras concepciones verdaderamente motrices del cambio social, pues bien saben que estas sí pueden enviarlos al san Alejo de la historia.

Una de tales teorías, la llamada “Tercera Vía”, pretende corregir lo que a juicio de sus promotores ha descarrilado los enunciados del Consenso de Washington y desviado sus potenciales beneficios: los excesos de mercado en detrimento de las responsabilidades del Estado. Así lo dice su consigna central: "Mercado hasta donde sea posible, Estado hasta donde sea necesario".

Por supuesto que no se trata de recuperar para el Estado las funciones que le fueron expropiadas por las oligarquías para transformarlas en mercancías y explotarlas en su beneficio. Lo que realmente buscan no es más que balancear los aciertos y desaciertos en la aplicación de tal política y reversar aquellas decisiones que no les hayan resultado suficientemente rentables, al tiempo que desvían la atención hacia los desajustes del mercado, haciendo que se olvide la responsabilidad del sistema capitalista en la agudización de los problemas sociales.

Precisamente este primero de julio se reúnen en Cartagena algunos apologistas de la “Tercera Vía” como el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, Bill Clinton (Estados Unidos), Tony Blair (Gran Bretaña), José María Aznar y Felipe González (España), Fernando Henrique Cardoso (Brasil) y Ricardo Lagos (Chile), todos ellos en algún momento cabezas visibles de sus respectivos países y en buen grado responsables de que no se hubieran resuelto, y en cambio sí agudizado, los problemas de sus conciudadanos más necesitados. Además, algunos fueron artífices de hechos tan lamentables como la invasión a Irak, el desmembramiento de Yugoslavia y el genocidio de Kosovo.

Estos personajes harán hasta lo imposible para que del mencionado evento salgan bendiciones a su Tercera Vía, a través de la cual buscarán pulir algunas asperezas del neoliberalismo y camuflar su tránsito vergonzante de la socialdemocracia a la derecha del pensamiento político. No nos dejemos engañar.