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La sequía no da tregua
Pocas lluvias y altas temperaturas tienen a 117 municipios en medio de una escasez de agua potable. 20 departamentos en alerta roja por incendios forestales.
Julio Pulido / Miércoles 23 de julio de 2014
 

Intensa polémica generó desde hace pocos meses (marzo) las imágenes de babillas, chigüiros, tortugas, venados y ganado en agonía por falta de agua en el departamento del Casanare. Las fotografías de desiertos salpicados con esqueletos donde antes solo había agua impulsaron la indignación de expertos, ambientalista, instituciones protectoras del medio ambiente y, claro está, en redes sociales.

Sin embargo, acostumbrados a la rabia que se posa por instantes, la indignación causada por los más de 20.000 animales muertos por falta de agua y altas temperaturas en Casanare, Cesar, Magdalena, Atlántico, Santander y Chocó cedió rápidamente antes de tener respuestas o peor aún, al creer como único agente responsable de tal problemática a ese monstruo tan mencionado pero tan poco explicado: el cambio climático.

La indignación ha menguado, pero la realidad continúa y se acentúa. La sensación de intenso calor (41 grados centígrados a la sombra se sintieron hace pocos días en Valledupar) sumada a lluvias escasas, tienen en alerta roja a las regiones Caribe y Andina del país. La Defensoría del Pueblo ha advertido que por lo menos 117 municipios son vulnerables a sufrir una permanente escasez de agua potable por un clima cada vez más seco.
Al respecto el diario El Espectador presenta unas cifras preocupantes: En la Guajira han muerto cerca de 15.000 cabezas de ganado, y 10.000 hectáreas de terrenos aptas para los cultivos están hoy inservibles. Y ya son 20 los departamentos en alerta roja por incendios forestales, como Antioquia, donde se han presentado 56 conflagraciones en el último mes.

Para muchos la sequía que recorre amplias zonas del país se deben a la sequía usual e histórica que se presenta en gran parte del país en esta época del año.

Sin embargo, acusar de nuestras angustias a eventos de los cuales tenemos un mínimo control, es una práctica demasiado acomodada que no llega a la raíz del problema. No se trata de negar la evidente influencia del clima en la sequía que desde inicio de año se padece en gran parte del territorio nacional. De lo que se trata es de señalar que los factores climáticos se ven amplificados por las dinámicas sociales sobre los ecosistemas.

La deforestación, la ganadería extensiva, los proyectos de inversión y extracción de recursos minero-energéticos demandan grandes cantidades de agua que alteran la dinámica hídrica de los suelos generando las condiciones para que los efectos climáticos (hoy sequías) sean más intensos.
Este tipo de intervenciones extractivistas sin un plan que mitigue sus efectos en los ecosistemas acentúan los efectos climáticos sobre el agua y otras especies.

“Es claro que ante las lógicas extractivistas de los últimos gobiernos nacionales y en medio de un modelo económico neoliberal que sólo ve a la naturaleza como una gran despensa de bienes mercantiles susceptibles de explotación, las áreas boscosas, los humedales, las fuentes hídricas y la biodiversidad no están siendo incorporadas como elementos centrales en los procesos de planificación del territorio”, señaló Omar Ramírez, docente y consultor en temáticas ambientales.

Podemos seguir acusando de nuestras angustias a los fenómenos climáticos, en parte tendremos razón, pero, en palabras de Omar Ramírez “la problemática de fondo que se tiene que discutir es la forma como se está planificando el desarrollo en esta región del país y su relación con los niveles de vulnerabilidad a eventos como la sequía”.

@ignotolegris