Doña Ana Lucía es incansable. Va con las imágenes de su hijo a todas partes. El paso del tiempo no hace mella en su amor por el hijo asesinado. Ella mantiene vivo su caso para que la sociedad no permita más crímenes como el cometido en la persona de Óscar, detenido y desaparecido el 19 de agosto de 1982 por agentes de la Policía en el norte del Cauca.

Ella estuvo primero en la Pre Constituyente de Víctimas de Crímenes de Estado, el sábado anterior, y ayer hizo lo mismo en el Foro Nacional sobre Víctimas cumplido en Yumbo. Caminó por los espacios de ambos sitios, recordó, habló. Rindió testimonio.

A su hijo lo desaparecieron, torturaron y asesinaron por su militancia de izquierda.

Vinieron luego horas y días de desasosiego y búsqueda incansables, hasta que encontró a su hijo, muerto. Sus captores, que después fueron identificados, lo arrojaron luego de torturarlo al río Cauca, en la zona de Villarrica. Desde ese momento padeció el hostigamiento de la Fuerza Pública, que no dejó que Óscar fuera sepultado por su familia.

Doña Ana Lucía perdona a los causantes de su dolor, pero reclama que no se repita su martirio y ni el de otras madres que perdieron a sus hijos de la misma forma. Hoy sólo espera que en Colombia haya paz y cese la persecución contra muchachos solidarios con sus hermanos de patria, como era su hijo Óscar Dávila, asesinado un mes de agosto de hace 32 años.