Asociación Campesina del Catatumbo
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La lucha campesina avanza en el Catatumbo
La movilización de los campesinos organizados da frutos hacia la consolidación de la zona de reserva campesina en armonía con los indígenas. La confrontación militar sigue poniendo en riesgo a los civiles, mientras la prensa de derecha ataca con saña a los procesos sociales
Agencia Prensa Rural / Jueves 14 de agosto de 2014
 
Acción humanitaria en el refugio de la vereda Mesitas, en Hacarí (Norte de Santander). Foto Prensa Rural.

El campesinado del Catatumbo prosigue su movilización social. El 2 de agosto nuevas comunidades rurales de El Tarra se sumaron a la declaración de zona de reserva campesina de hecho, como ya lo hicieron campesinos de Tibú, Teorama, Convención y El Carmen en esta región del Norte de Santander. A esto se suma el “mandato campesino para la formulación de una propuesta de territorio intercultural en el Catatumbo”, que busca la convivencia pacífica entre los colonos campesinos y la comunidad indígena barí.

Dicho mandato, construido en asamblea por campesinos de Tibú y Teorama, define como criterios para el territorio intercultural que sea para la paz, que sirva para unificar a las comunidades en defensa del territorio, que exista respeto entre ambas culturas, que se dignifique la vida campesina e indígena, que se construya mediante consultas previas, y que se registren por escrito los acuerdos entre ambas comunidades. Los campesinos proponen que en el territorio intercultural el título de propiedad sea colectivo, donde los campesinos mantengan sus actuales parcelas, ratificadas por una comisión mixta que defina los linderos.

El resto del territorio será destinado a la conservación ambiental y a las comunidades indígenas. En cuanto a los recursos naturales, se prohíbe la tala comercial, y sólo se permitirá tumbar árboles en predios campesinos, siempre que se protejan las áreas de interés ambiental. Cada predio campesino tendrá al menos un 10% de bosques, mientras que los barís podrán aprovechar el bosque según su tradición. Se toman medidas para cuidar las rondas hídricas y nacimientos de agua. El manejo de basuras se hará enterrando los residuos.

Sólo se permitirá la pesca artesanal y para el propio consumo. Sólo se podrá cazar en los predios campesinos y sin usar perros. Y se propone que para futuros proyectos mineros se haga consulta previa con ambas comunidades, ya que actualmente no está contemplada esta explotación en el territorio intercultural. La agricultura se hará solo para el sostenimiento familiar, con cultivos tradicionales de la región y cambiando gradualmente los insumos químicos por orgánicos.

Se proponen estudios técnicos para garantizar un uso sostenible de los suelos, así como la sustitución gradual de los cultivos de coca mediante programas financiados por el Estado. La toma de decisiones se hará colectivamente entre indígenas y campesinos, representados por su consejo de caciques y por Ascamcat, respectivamente.

Zona de guerra

Mientras la organización campesina avanza, la Fuerza Pública sigue desarrollando operativos en toda la región, bajo argumentos de lucha contra el narcotráfico o contra la insurgencia. El clamor del campesinado por un cese bilateral de fuegos no ha tenido eco y el Catatumbo sigue siendo una zona de guerra. En la vereda Burgamas, de San Calixto, el 26 de julio, militares lanzaron un mortero sin que hubiese ningún actor armado ilegal. El artefacto quedó enterrado sin explotar a cinco metros de una vivienda. Son ya cinco las familias de esta vereda a las que el Ejército impide el derecho al trabajo y a la alimentación por cuenta de sus ametrallamientos y lanzamientos de mortero.

El 28 de julio se presentó un hostigamiento masivo de la insurgencia contra el acantonamiento militar en dicha vereda. El enfrentamiento siguió todo el día con algunas interrupciones. A las siete de la noche un helicóptero ametralló las lomas cercanas. Hay casas con los techos perforados por disparos.

El 5 de agosto, policías de civil irrumpieron violentamente en la casa de José Luis Rodríguez, miembro de Ascamcat y habitante de la vereda El Serpentino de Tibú. El campesino, que se encontraba con sus pequeños hijos y su esposa, fue obligado a tenderse en el suelo. Los sujetos allanaron la casa sin presencia de miembros del ministerio público ni de la familia. Al finalizar el procedimiento, notificaron el hallazgo de dos granadas y se llevaron objetos de valor sin levantar ningún acta.

Este atropello se da en vísperas del IV Encuentro Nacional de Zonas de Reserva Campesina, que se adelantará del 18 al 21 de septiembre en Tibú, y del cual José Luis es miembro del equipo logístico.

Prensa de mala entraña

En este contexto, se presenta una campaña de desprestigio contra la Asociación Campesina del Catatumbo, a cargo de Plinio Apuleyo Mendoza con su artículo “Viaje a las entrañas del Catatumbo” y Andrés Hoyos, director de El Malpensante, con “El Catatumbo, un año después”. La apuesta de esta intoxicación informativa es la misma de siempre, según la cual detrás de cualquier protesta y de cualquier propuesta de solución a las problemáticas campesinas estarían las FARC. Los campesinos, con sabiduría, respondieron a tales acusaciones: “Ladren, sigan ladrando, que cuando los perros ladran es señal de que cabalgamos”.