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Debate
Los puentes que le hacen falta al campo
El reconocimiento de la Cumbre Agraria como actor político y el congreso de Dignidad Agropecuaria dinamizan la política pero engendran dificultades para tender puentes entre actores claves para el posconflicto
Camilo Segura Álvarez / Jueves 9 de octubre de 2014
 

En los últimos días se han presentado dos hechos significativos para la organización política de izquierda y para la consolidación de los actores políticos que dinamizarán un eventual escenario de posconflicto. Se trata del reconocimiento de parte del gobierno de Juan Manuel Santos de la Cumbre Agraria, Étnica y Popular como actor político y el congreso celebrado en Bogotá de Dignidad Agropecuaria.

El pasado viernes, con la presencia de representantes de cientos de organizaciones campesinas, indígenas, afrodescendientes y políticas como la Marcha Patriótica o el Congreso de los Pueblos, se instaló una mesa permanente de diálogo entre el gobierno nacional y un actor que emergió a partir de las movilizaciones campesinas de 2013. Un espacio de diálogo que apunta a que la voz de las comunidades de la Colombia profunda tengan incidencia en la construcción de las políticas relativas al campo.

La Cumbre Agraria, Étnica y Popular, que se consolidó en una declaración política de marzo de este año, no solo logró que el gobierno la reconociera como un actor político. También, consiguió lo que ningún movimiento o partido de izquierda había alcanzado en la historia reciente, aglutinar a actores que se han conocido por llevar agendas paralelas e incluso competir en el terreno de la interlocución con el Estado.

No obstante, está claro que el liderazgo político y organizativo de la Cumbre radica en buena medida en la irrupción de movimientos como la Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos y, también, en que la ubicación geográfica de los actores que la componen coincide con los escenarios en que se ha desarrollado con más crudeza la guerra. En otras palabras, la interlocución política elevada a decreto por el gobierno Santos tiene que ver con que quienes componen la Cumbre serán claves a la hora de echar a andar las reformas que implique el posconflicto.

Paralelamente, ayer, en Bogotá, Dignidad Agropecuaria, otro de los movimientos que se consolidó a partir del paro agrario del año pasado, celebró su primer congreso nacional. Representantes de 23 departamentos se reunieron en Bogotá para definir una agenda, unos estatutos y constituir un comité ejecutivo. De esta manera, esta organización naciente aspira a ser reconocida políticamente como una organización de líderes agropecuarios con un carácter casi gremial.

"Conformamos equipos de expertos en materias como insumos, medio ambiente, créditos, comercio exterior, entre otros. Con esto queremos que haya un espacio de interlocución con el gobierno nacional para definir las políticas, que se nos reconozca como representantes de una base campesina para discutir lo relativo al agro así como lo hace con los gremios, aunque nos diferenciamos de ellos pues no recibimos ayuda del Estado", dice César Pachón, quien fue elegido como parte de ese comité ejecutivo.

Y es que, en buena medida, el camino de la interlocución ya fue allanado cuando el gobierno firmó el Pacto Agrario, en 2013, con varios representantes de las dignidades. Sin embargo, está claro que los lazos de comunicación se han deteriorado. Al tiempo que este movimiento advierte que el Ejecutivo no ha cumplido con su palabra, la posición del gobierno no ha sido menos hostil.

Por ejemplo, el ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, ha sostenido en escenarios públicos que hay que ‘despachonizar’ el debate agropecuario, haciendo clara alusión a uno de sus líderes. También, desde el Ejecutivo se ha señalado a dignidad de representar solapadamente intereses de un sector del Polo Democrático. Específicamente, desde el cuatrienio anterior, ha planteado la influencia del senador Jorge Robledo sobre Dignidad Agropecuaria como nociva. Por su parte, el senador, que no oculta su simpatía y respaldo a las movilizaciones protagonizadas por las dignidades, ha dicho no ‘mandar’ en el naciente movimiento.

De parte de ambas organizaciones, de la Cumbre y de Dignidad ha habido guiños para tender puentes. Por ejemplo, durante la instalación de la mesa del pasado viernes, César Jerez, de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina, parte de la Cumbre, le dijo a este diario que había una invitación a la Dignidad a sumarse a la mesa. "Las puertas están abiertas. Tenemos diferencias en los enfoques. Aunque unos tienen un enfoque más económico de la cuestión agraria, nosotros tenemos una visión política que apunta, incluso, a que la paz pasa por las comunidades que representamos igual que por la mesa de conversaciones de La Habana o la que se instale con otros actores como el Eln", sostuvo.

Por su parte, Pachón responde que “no hemos dialogado con la Cumbre formalmente. Una integración en algunos aspectos es una decisión de grupo y respetamos el proceso que llevan ellos. Son dos procesos que no se pisan las mangueras hasta ahora. Aunque yo guardo una profunda admiración por lo que ellos han hecho, las decisiones en Dignidad no las toma una sola persona”.

Según se dice en ambos movimientos, que la Cumbre esté envuelta en discusiones como los métodos de erradicación de los cultivos ilícitos, las zonas de reserva campesina o el cese bilateral del fuego entre Estado y guerrillas, no seduce a buena parte de la dirigencia de dignidades para intentar un acuerdo político. Sin embargo, está claro que la instalación de una mesa de diálogo permanente con el Ejecutivo es un éxito para las organizaciones étnicas, políticas y campesinas que están allí. Tal vez, avizoraban algunos aquel viernes, un éxito tan solo comparable con la instalación de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) por allá en 1967.

A menos de un año de las elecciones locales; con discusiones por venir de proyectos tan polémicos como el de acceso a baldíos; en medio de una negociación de paz que, de llegar a buen puerto, tendrá efectos mayores en la política agraria del país, la Cumbre Agaria y Dignidad Agropecuaria están construyéndose como actores políticos claves para los próximos años. Está por verse si, a diferencia de la tendencia a la atomización por parte de los movimientos de izquierda, la coyuntura ayuda a tender los puentes entre organizaciones que han despertado solidaridades y admiraciones en buena parte de los colombianos.

csegura@elespectador.com

@CamiloSeguraA

* Tomado de El Espectador