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Crisis en las alturas
Semanario Voz / Viernes 24 de octubre de 2014
 

Escándalos estremecen la política colombiana. Uribe acudió al emisario que logró los acercamientos de las FARC con el actual gobierno y se apoyó en el presidente Hugo Chávez y en dirigentes de izquierda. Ahora rechaza los diálogos de La Habana porque son con “terroristas y con el castro-chavismo”.

El proceso político colombiano es complejo y contradictorio. Así suelen explicarlo politólogos y analistas de la situación nacional. Aunque parece una frase de cajón, se corrobora con los escándalos y contradicciones de la semana pasada en el seno de la clase dominante. Es parte de la crisis en las alturas, que enfrenta al bloque hegemónico y a quienes aspiran a remplazarlo desde las mismas posiciones de clase.

Algunos columnistas de la “gran prensa” critican los enfrentamientos en la cúpula del poder, caricaturizando la escena porque mientras “aquí nos agarramos, en La Habana las FARC se mueren de la risa”. Pero simplemente, lo explicaba Carlos Marx, son las contradicciones en la misma clase dominante, que los trabajadores deben contribuir a profundizar para que entre ellos mismos se despedacen. Es un análisis válido, incluyendo la metáfora.

El rifirrafe lo comenzó el ministro Juan Carlos Pinzón, enemigo declarado de la paz y saboteador desde el Gobierno Nacional de los diálogos de La Habana. Pinzón, sin consultar con el presidente Juan Manuel Santos, divulgó “informaciones de inteligencia militar” sobre las visitas de Timoleón Jiménez, comandante de las FARC-EP, a La Habana, según él, desplazándose desde territorio venezolano. La reacción no se hizo esperar. Desde la “gran prensa” y la extrema derecha le llovieron críticas al Gobierno porque el “jefe de los terroristas” viajaba sin problema. De alguna manera comprometía la lealtad de dos países amigos de la paz, uno garante y otro acompañante. Ambos guardaron un prudente silencio.

Debates y explicaciones

Hubo debates en el Congreso y el vicefiscal general Jorge Fernando Perdomo aseguró que Timochenko tenía orden de captura vigente. El senador Uribe Vélez trinó como loco, porque “el país se le está entregando a los terroristas y al castro-chavismo”.

El presidente Juan Manuel Santos y el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, explicaron que el jefe de las FARC-EP estuvo en Cuba, en consultas con la delegación de la guerrilla. Explicación con sentido común porque en un proceso que tiene temas en discordia, las partes requieren de consultas a sus jefes para afinar las posiciones en la búsqueda de los consensos que permitan avanzar. Nadie le paró bolas a León Valencia, columnista despistado, quien divulgó, con afán chivoso, que Timochenko había estado en La Habana para reunirse con Nicolás Rodríguez Bautista (“Gabino”), comandante del ELN. Santos habló de dos visitas a la isla, versión corroborada por los países garantes y acompañantes.

El lío lo armó Pinzón, quien después de hecho el daño se retractó, diciendo que la información no daba para tanto escándalo. El desmentido de la Casa de Nariño no le causó el mínimo escozor al ministro charlatán, quien siguió en el cargo como si nada. Siempre conspirando contra los diálogos de La Habana.

Revelan nombre de emisario

De la información alevosa de inteligencia militar se pasó al debate sobre una columna del periodista Daniel Coronell, quien reveló que en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el entonces presidente y el alto Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, ahora prófugo de la Justicia, habían acudido, al menos en dos ocasiones, a los buenos oficios de un empresario y economista vallecaucano, Henry Acosta Patiño, para buscar acercamientos con las FARC-EP.

Coronell divulgó documentos y conversaciones telefónicas en que Restrepo ofrece una “zona de encuentro”, sin presencia del Ejército, en los municipios de Pradera y Florida.

Las revelaciones fueron mucho más allá, porque el entonces comisionado ofreció cuantiosas inversiones en el Valle del Cauca y el sur del Tolima, en las zonas de reconocida presencia del Bloque Occidental de las FARC-EP, comandado por Pablo Catatumbo, amigo desde muy joven de Acosta Patiño. El funcionario le dice al emisario, según el columnista, “lo que quiero es ganarme el crédito. Que se sepa, mire que hay tanta voluntad de este lado, que de una vez el comisionado en persona se puso al frente… y de una vez traque Mandrake”, como si fuera una cuestión de magia.

Con todo, fracasó el esfuerzo y no por responsabilidad de Acosta, sino porque Uribe no tuvo la voluntad política ni el respaldo de la cúpula militar. En la agonía del segundo gobierno de Uribe, con Frank Pearl como comisionado de paz, a toda marcha el gobierno quiso poner a andar otro acercamiento, pero esta vez las FARC-EP consideraron poco seria la propuesta y llena de improvisaciones.

“Le faltaron cojones”

Habría que recordar que no fue la única gestión en el gobierno de Uribe, porque también acudió al presidente Hugo Chávez y a la entonces senadora Piedad Córdoba, al director de VOZ y al ex ministro Álvaro Leyva, a los que luego quiso meter a la cárcel. A Chávez le diría después que le faltó tiempo para atacar a la guerrilla en territorio venezolano. Chávez le respondió: “Lo que le faltaron fue cojones”.

Henry Acosta sería después el emisario que enviarían el presidente Juan Manuel Santos y el alto comisionado de paz, Sergio Jaramillo, para contactar al Secretariado de las FARC-EP a través de Pablo Catatumbo. En esta ocasión, pese a la muerte de Alfonso Cano en pleno acercamiento, fructificó la gestión y meses después se consolidaría en la fase exploratoria y en la etapa pública que en la actualidad transcurre en La Habana.

Todo este episodio demostró la doble moral de Uribe. En su gobierno al tiempo que hacía la guerra ofrecía zonas sin presencia del Ejército para dialogar y hasta cuantiosas sumas de dinero para invertir en las regiones de influencia fariana. Acudió a Chávez y a personalidades de izquierda y ahora rechaza el proceso en Cuba porque “le van a entregar el país a los terroristas y al castro-chavismo”.

Aparece Restrepo

Como epílogo de la semana de crisis en las alturas, no propiamente de pasión, Luis Carlos Restrepo, prófugo de la Justicia colombiana, fue entrevistado por más de dos horas en Blu Radio, donde se declaró perseguido político y casi como un santo varón que le hizo grandes aportes al país, junto con Álvaro Uribe Vélez.

Responsabilizó al general Mario Montoya de la falsa desmovilización del “Frente Cacica Gaitana” en el norte del Tolima. Dijo que es víctima de un complot, como si la Fiscalía no tuviera pruebas concretas de que todo fue urdido por él, por el general Mario Montoya y otros altos mandos militares, seguramente con el consentimiento del entonces inquilino de la “Casa de Nari”.

Atacó a Juan Manuel Santos, a quien sindicó de actuar con medios tenebrosos. Fue el responsable del saboteo a los diálogos de paz en el gobierno de Uribe, señaló Restrepo con desparpajo. Dijo que Santos fue el que entorpeció los diálogos con las FARC y con el ELN. Llenó de elogios y reconocimientos a Uribe Vélez. Como quien dice: Colombia le salió a deber. También descalificó al director de VOZ de quien dijo tiene posiciones radicales en política.

En sus planes no está presentarse ante la Justicia colombiana. Goza del amparo del gobierno de Canadá en donde es considerado “perseguido político”. Sin embargo, escribe y habla dizque desde la clandestinidad, como si estuviera en el país, desafiando a las autoridades que lo buscan para juzgarlo. Es otra burla a Colombia. Un prófugo de la justicia que logra refugio en el exterior y que tiene el privilegio de hablar dos horas en la emisora Blu Radio de propiedad del Grupo Santodomingo.