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Habla “Alape”, el guerrillero de la foto con Alzate
Jorge Iván Posada / Sábado 27 de diciembre de 2014
 

El jefe de las Farc “Pastor Alape” no se llama José Felix Muñoz Lascarro como reposa en documentos y reseñas oficiales. En una salita del hotel el Palco de La Habana, cuenta que ese es el nombre de su hermano al que en vida capturaron dos veces porque las autoridades creían que era el guerrillero más importante de las Farc en el Magdalena Medio. Pese a que le insisto, no me revela su verdadero nombre de pila. Ha sido notorio el protagonismo de “Alape” desde la muerte del “Mono Jojoy”, el 23 de septiembre de 2010, a quien reemplazó en el secretariado. Acompañado de “Pablo Atrato”, jefe político del frente 57 y del mítico “Isaías Trujillo”, “Alape” relata que desde junio de 2012 recorrió, de oriente a occidente, todo el departamento de Antioquia hasta llegar al Chocó. Bajó de la serranía de San Lucas, llegó Anorí, cruzó hacia Tarazá para luego dar con Valdivia. “Estuve visitando todos los frentes dando instrucciones y animando esta lucha. Mi estadía más larga fue en el frente 36; ahí fueron ocho meses”. Allá, en el monte, estuvo al tanto de los diálogos de paz y dice que siempre se le consultó sobre los avances en la mesa.

“Finalmente el camarada arribó a Murindó y hasta que llegamos a Cuba estuvo conmigo”, dice “Isaías Trujillo” que el 17 de noviembre cumplió 70 años, 43 de ellos en la subversión. Es la primera vez en 14 años que un integrante del secretariado de las Farc accede a ser entrevistado por El Colombiano, sobre todo un jefe que hasta octubre estuvo al mando de tropa guerrillera en el país, porque fue seleccionado para viajar a La Habana y apoyar las discusiones. En una larga entrevista, junto con “Pablo Atrato” e “Isaías Trujillo”, se le preguntó sobre el desescalamiento del conflicto, por el plagio y la liberación del general Alzate, de las denuncias sobre las relaciones de las Farc con el narcotráfico en Antioquia y Chocó, de las víctimas, y sobre cómo está esa guerrilla de cara a una ‘dejación de armas’.

Sin la barba de ‘che’ Guevara con que se le distinguía, fumando a cada rato cigarrillo, habló de su origen antioqueño, de la Juco, de sus familiares asesinados y que la última vez que estuvo en Medellín fue de paso, cuando iba a la conferencia de las Farc en 1993.

Cuando empezaron los diálogos exploratorios y la formalización misma, usted estaba al mando de tropa en Colombia. ¿Allá cómo se recibía la iniciativa del Gobierno y cómo observaba la evolución en la mesa?

“La mayoría de ese proceso, desde que se inicia, fue discutido a nivel de toda la dirección. La discusión siempre se hizo a nivel de estado mayor cuando estábamos en los diálogos exploratorios en vida del comandante ‘Alfonso Cano’. Asesinan a ‘Alfonso’ y volvemos hacer la discusión si manteníamos el debate en dirección a construir unos puntos de acuerdo. Hicimos el debate en la dirección de que las Farc siempre, desde su formación, han planteado que la guerra no es la salida en Colombia. La guerra las Farc la asumen porque son empujados esos campesinos en Marquetalia a tener que hacer resistencia. En esas líneas de conducta política que se establecieron en Marquetalia siempre nos hemos mantenido firmes. La guerra no es la salida, la guerra es una respuesta obligada de sectores en Colombia que se han manifestado con dignidad para no perecer frente a todo ese entramado jurídico de penas y de represión que ha establecido el Estado. Entonces partiendo de esa visión, dijimos que íbamos a mantenernos en la mesa y dijimos que el problema no éramos nosotros. El problema es el país. El pálpito es que se acabe esta guerra y nosotros no podemos hacer ningún análisis desde subjetividades. Y continuamos con la etapa exploratoria para ya establecer la mesa y luego la construcción del acuerdo, de agenda. Eso se hizo aquí en Cuba con el secretismo que implicó. Eso ocasionó que en las fuerzas guerrilleras se discutiera esto solo a nivel de estado mayor. Cuando ya se acuerda la agenda y se establece la mesa, entonces se informa al colectivo guerrillero, al colectivo de las milicias y al colectivo del partido. La gente lo recibió normalmente, como parte de nuestro accionar político”.

¿Cómo ve los diálogos en este momento? Ustedes insisten en el cese el fuego y el Gobierno en el desecalamiento, y estamos hablando del tema de víctimas...

“Los diálogos traían un ritmo muy esperanzador. Se estaban desarrollando en el marco de los que el Gobierno ha insistido tanto de que se dieran en medio de la guerra. Que nada de lo que se diera en cuestión de orden público en Colombia afectaba la mesa. Nosotros, desde que iniciaron los diálogos, vimos que esa era una estrategia demasiado perversa del Estado porque eso le permitía jugar con la opinión. Y sobre todo con toda la estructura mediática para poder presentar cada acción de la institucionalidad como legítima y cada respuesta de la resistencia como ilegítima y condenable. No es que nosotros estemos planteando que nos dejen tranquilos sin la guerra. No, lo que nosotros queremos es que esto de construir el tejido de la paz es demasiado complicado y no es un mensaje positivo para la gente, de que si estamos hablando de paz, se estén desarrollando acciones bélicas en el país. La última vez me decía un compañero, mire, en una comunidad indígena, explicando los avances que se habían logrado en la mesa de La Habana, un indiecito preguntó, pero bueno, si están hablando de paz por qué aviones siguen pasando haciendo dar miedo a niños y mujeres y tirando bombas aquí en territorio nuestro. Entonces expliquen qué es eso de la paz. Seguramente esa pregunta que se hizo ese indígena debe de ser esa pregunta de mucha gente en el país. Ese es el motivo por el que hemos insistido de que esa estrategia que tiene el Gobierno de dialogar así, es una estrategia incoherente y se confirma ahora con el caso del general Alzate”.

Pero el Gobierno dice no al cese el fuego, ¿ustedes estarían de acuerdo en desescalar el conflicto, de inhibirse en acciones armadas?

“Ese es otro tema. Si el Gobierno dice no al cese al fuego, eso está implicando que el Gobierno está diciendo que no hay paz porque es que es muy complicado. Mire usted como el Presidente repite: nada está acordado hasta que todo esté acordado. Eso lo peleó mucho el Gobierno y nosotros dijimos, bueno, hagámosle a eso por la paz de Colombia, hagamos algunos sacrificios y concesiones. Entonces nada está acordado hasta que todo esté acordado. Eso quiere decir que no hay cese al fuego y no hay nada. Entonces ahora cae en manos de la guerrilla, en área de combate, un general. Entonces dónde está aquello de que nada está acordado hasta que todo esté acordado. Lo de los gestos es otro proceso. Lo que hemos venido discutiendo es que necesitamos gestos de parte y parte, no solo de la insurgencia, del Gobierno. Pero bueno, estamos hablando aquí pero las medidas económicas están afectando fundamentalmente a la mayoría de la población colombiana por los TLC que se han firmado. La crisis se ha generalizado en el campo, en los sectores obreros. Mire el fenómeno de la devaluación. Sí claro, los sectores exportadores felices y el Gobierno dice que eso nos favorece, pero al bolsillo de los colombianos qué. Mire que ahora el precio internacional del petróleo está bajando, está bajando la gasolina, está bajando el Acpm, pero se mantiene en alza en el país. Entonces con esa devaluación ahora viene la discusión del salario mínimo. Viene una crisis muy jodida. Son las condiciones que se están implantando desde el Gobierno, decimos nosotros que siempre van en contravía de las expectativas que se están tratando de generar desde la mesa de diálogo en La Habana. Entonces por eso, cuando hablamos de gestos, es de parte y parte. ¿Cuáles son los gestos frente a una crisis humanitaria tan profunda que hay en Colombia?”.

Pero insisto, en el campo militar, que es donde el país lo reclama, ¿las Farc están contemplando desescalar el conflicto, por ejemplo con desminar los campos?

“Pero es que desescalar eso implica de parte y parte. Hay unas cosas que consideramos que nos es bueno empezarlas a tocar todavía públicamente. Somos respetuosos en eso y hemos hecho un compromiso con el Gobierno. Lo que digo es que nosotros tenemos disposición de desarrollar gestos; estamos planteando por ejemplo las minas, sí vamos a tomar una decisión de desminar y hacer unos desminados. Lo de los niños en la guerra, nosotros en el derecho internacional hemos planteado que lo que se establecieron fue de 15 años de edad. Estamos haciendo esa consulta para retirar a todos los niños, a todos los muchachos de menos de 15 años de edad y eso va hacer un complique interno por las situaciones de miseria. En Antioquia hay hambre total, hay muchas regiones con hambre donde están todos esos niños que quedaron huérfanos de la masacre del Aro, de todas esas masacres que se dieron en Ituango, en Valdivia, en el Oriente antioqueño; ¿a dónde van a parar esos niños? Hablemos de Bienestar Familiar, ¿cuáles son esas políticas con esos niños?, eso es como dice el pueblo: carreta. Ahí no hay ninguna asistencia para la niñez porque además los presupuestos no alcanzan; entonces parte de eso es lo que estamos evaluando y estamos hablando también de la afectación de los bombardeos. Sobre todo de la afectación a la población civil, del impacto medio ambiental que tienen. Por cada bombardeo quedan afectadas más o menos seis hectáreas, más la radiación. Llegará un momento en que personas comprometidas con la ciencia van a evaluar eso. Las consecuencias son muy duras tanto para la población como para la fauna y la flora. Con el Gobierno estamos trabajando eso”.

General Alzate

¿Al fin qué le dijeron los hombres que están bajo su mando sobre lo que pasó con el general Alzate; por qué llegó a Las Mercedes de civil?

“Es que esa es una situación muy contradictoria. Los militares están desarrollando el plan de consolidación que es hacer acciones políticas en las áreas de incidencia guerrillera para desmovilizar a la población en sus luchas y que la relación con la insurgencia se bloquee. Entonces el general sencillamente es un hombre que se tomó eso a pecho y se puso a tratar de desarrollar proyectos allá en el Chocó. En el Chocó la cultura de la corrupción de la clase política y de la administración pública es lo que manda. Entonces al tipo le dio ese día por irse a mirar un proyectico que estaban montando. Una pequeña bobadita ahí con unas turbinitas, para ponérselas al río para que la corriente ponga a girar esas élices. Entonces el hombre por ahí dijo, ‘será que sí me estarán cumpliendo con ese proyecto’, y pregunta cómo está y le dicen, ‘eso está bien general’, porque como todo está construido de mentiras: la guerrilla está acabada, aniquilada, no tiene apoyo de masas, nadie los quiere. Bueno, toda esa propaganda que han hecho. Y como dice el dicho, uno de mentir tanto vuelve verdades las mentiras. Entonces digo yo que le dijeron que eso estaba controlado y entonces el general fue pero ahí estaba la guerrilla; es que en el mismo Quibdó mantiene la insurgencia. Entonces llegó el hombre y la guerrilla dijo ‘ve y este qué’, ‘venga pa acá’. El hombre es víctima de la propia estrategia de las Fuerzas Militares y del Gobierno”.

Es decir que sí es cierto, según las Farc, que él fue a revisar la intervención social en Las Mercedes...

“Sí, es que parta de esto: ¿Que se fue hablar con unos narcotraficantes?, pero si eso lo controlan ellos desde Bogotá. El narcotráfico para el Pacífico y para el Golfo de Urabá, eso lo resuelven ellos desde allá. ¿Que él se fue a resolver un tema de la minería ilegal?, pero si es que todas las retroescavadoras en Chocó llegan a Quibdó y ahí pagan el impuesto, cinco millones de pesos les pagan por cada retroexcavadora que llega a Quibdó; de ahí pa abajo le pagan cinco millones a la institucionalidad. Eso se lo reparten entre Policía, Ejército y Gobernación. Entonces qué más iba hacer allá el general”.

¿Y qué piensa que un General de la República haga ese tipo de intervenciones sociales?

“Yo creo que el General es un hombre con mucha confusión por las mismas estrategias del Estado. Creo que ese general es tal vez de esa línea de generales que se va construyendo ahí, que se preguntan, esto cómo lo hacemos. Creo que el hombre estaba convencido de que era posible ganar la población a través de esas acciones. No quiero utilizar la palabra ingenuo pero es un hombre que se confundió y creyó en lo que le estaban orientando desde arriba. Eso lo hizo que cometiera semejante error de meterse allá y creerle al de inteligencia esas cosas”.

Pero eso muestra que hay generales que entienden que el conflicto también se resuelve de otra manera...

“Mire, por eso el general Bonet Locarno sale a defender al general, porque es de otra línea de generales. El general Alzate, en lo poco que pude hablar con él porque respeté mucho su condición de prisionero, decía que tuvo muchas críticas de los militares por lo que él estaba haciendo, que le reclamaban ‘es que usted va es a guerrear. Usted no es un político, es un militar’. El hombre decía que el Chocó es muy complicado. Él incluso hizo un estudio, el hombre habla con propiedad de los aspectos sociales y medio ambientales que vive el Chocó y él dijo, ‘esto aquí no es militar. Esto aquí se requiere una participación del Estado seria’, usa la palabra seria. Esto es una bomba social que en cualquier momento explota con consecuencias muy complicadas”.

¿De qué más hablaron el general Alzate y usted?

“Fue muy poco lo que hablamos porque me limité a exponerle el protocolo, a mostrarle cómo era la salida pero usted sabe que se juntan dos colombianos y no deja uno de encontrarse en muchos puntos de la nacionalidad: García Márquez, de pronto José María Vargas Vila, de pronto que Mutis, que la geografía”.

¿Hablaron de esos temas?

“Sí, en general. Entonces uno lleva una orientación, y además el respeto al aprehendido. En los estatutos de las Farc se establece un punto de que al prisionero de guerra hay que respetarle sus convicciones políticas y religiosas”.

¿Pero qué le dijo él porque según el video de la liberación se ve una conversación con la abogada y el cabo, pero nada con el general?

“Por respeto no voy hablar de eso porque a mí me parece que una personas en esas condiciones puede decir muchas cosas porque hay una situación emocional muy complicada. Hablando con uno y él pensando ya mañana me liberan y qué va a pasar conmigo”.

Ahora, ¿por qué cree que al país le molestó tanto la foto antes de la liberación?

“Porque Colombia es un país donde se viene promocionando cada segundo el odio y la guerra, y esa imagen de que es posible la paz dolió a quienes medran con el conflicto. Esos son los que salieron a rechazarla. Quienes creen en la razón de la paz como un estado social que permita que todos los derechos de la población se puedan respetar y construir, manifestaron otras cosas. Entonces aquí salen dos o tres personas hablar del tema y creen que ese es todo el país. Entonces que el expresidente Uribe salió a tuitear. No, ese es el presidente Uribe, que tiene sus confusiones mentales, que dicen que tiene que estar tomando medicamentos para aplacar sus angustias”.

¿Cuál fue la instrucción que le dio “Timochenko” antes de ir a Vegáez, donde se dio la liberación?

“Cuando se toma la decisión de que a esa acción debía de ir un representante de la mesa con incidencia en la fuerza guerrillera, era exactamente porque liberar ese nivel de prisionero era cortar la esperanza de todos los combatientes que con ese acto político militar se podían regresar muchos guerrilleros que están hacinados en las cárceles colombianas con unas condiciones infrahumanas. Que eso podía insistir a que se mirara, si no el regreso de ‘Simón Trinidad’, ‘Iván Vargas’ y ‘Sonia’ a Colombia, por lo menos mejorarles sus condiciones de reclusión. Esa era la esperanza de la mayoría de guerrilleros que decían, bueno, ‘ahora sí tenemos a uno grande, vamos a ver si lo van hacer matar’. Es que eso no era fácil, simplemente decir, vayan y suelten a ese señor, pero ¿cómo? Entonces se tomó la decisión de que ahí tenía que ir un integrante de la organización que pudiera exponer con claridad a los integrantes de la militancia, de por qué era necesario en estos momentos devolver al general y a los soldados lo más pronto posible. Esas fueron las razones”.

Hablando del Chocó, ¿qué pasa con los frentes 57 y 34 que según Inteligencia Militar están totalmente ligados con el narcotráfico?

“No, ese problema del narcotráfico lo han manipulado toda la vida. Aquí para hablar de ese tema hay que entrar a mirar en las altas esferas de la vida política, económica, militar y social de este país. Aquí, al tratar ese tema, hay que abordarlo desde su nacimiento. Así lo escribe Germán Castro Caicedo de cómo llega el narcotráfico a Colombia y otros libros que cuentan cómo fueron las misiones en Colombia, de extranjeros, que vinieron a sembrar la marihuana. Eso fue un fenómeno implantando desde los poderes del norte, pero claro, por cuestión política esto hay que descargárselo a las Farc. Nosotros por eso, cuando hablamos de los acuerdos que hicimos sobre el punto de drogas ilícitas y cultivos ilícitos, establecimos unas proyecciones y unas propuestas mínimas. Más de 50 propuestas para resolver ese problema, eso lo manifestamos con claridad. Porque nosotros insistimos que en ese problema del narcotráfico y el tráfico de drogas no se ha tocado con claridad el problema. Siempre todas las políticas van dirigidas a golpear a los eslabones más débiles de la cadena. Hay que empezar a preguntarse, ¿dónde están los grandes capos norteamericanos?, mire que no aparece ninguno. Aquí aparecen todos los carteles de México y Colombia, que el “Loco Barrera”, que “el Burro”, que el loco care gallina y uno se pregunta, ¿los gringos dónde están si los consumidores están allá? Allá tienen que haber unos carteles muy fuertes pero eso nunca se toca. Esa es una estrategia política, eso lo tenemos claro, para poder justificar la intervención norteamericana en estos países. Y todo el sistema financiero y los fabricantes de los precursores químicos qué. Siempre se tocan solo dos aspectos: al productor que es un campesino colombiano para quien el único recurso que da una utilidad es cultivar la coca, y a los consumidores”.

En ese sentido, ¿qué piensa de la propuesta del Gobierno, que apoya el Fiscal, y lo habilita el Marco Legal para la Paz, que el narcotráfico sea un delito conexo al delito político?

“Hablar como del narcotráfico como delito conexo, esa no es la cosa. He ahí la maledicencia con la que se presenta el proyecto. Habría que hablar más bien de los dineros del narcotráfico que puedan incidir en la rebelión. Porque no es el narcotráfico como tal. Es decir, las Farc no son una organización narcotraficante; que las Farc le cobren un impuesto a todos los capitales que se muevan en una región donde las Farc tienen presencia y control, es otra cosa. Pero no el narcotráfico como tal, porque entonces no pueden incluirse todos los sectores que se han beneficiado con esto, porque implicaría a banqueros, políticos y aquí estamos hablando de regresar, de volver a coger el delito político en toda su dimensión”.

Por qué hablan de la maledicencia del Gobierno si esa sería una posibilidad real para solucionar ese tema en la mesa de diálogos...

“Porque se habla de narcotráfico y eso implica que son todos esos carteles, los llamados ‘Urabeños’ y ‘los Rastrojo’, los que se van a beneficiar y no se trata esto. Nosotros consideramos que se trata del delito político el que a través de la implantación de la lucha contra el terrorismo fue cercenado; y también los conexos al delito político. Por eso ahí están el secuestro, la utilización de uniformes, el porte de armas, la consecución de municiones. Todo lo que implica hacerle resistencia a un régimen que se ha hecho antidemocrático y que no permite que las expresiones políticas se manifiesten en plena libertad”.

Pero según le entiendo, esto que dice va en la misma vía de lo que propone el Gobierno. No es el narcotráfico como fin de la llamada rebelión, sino un medio para financiarla...

“Pero es que el Gobierno lo presenta como el narcotráfico y nosotros en ese no tenemos nada que ver. Nosotros no somos traficantes, nosotros no estamos enviando cocaína para el exterior, nosotros en ese no tenemos nada que ver”.

Bueno, y entonces ¿qué pasó con la llamada alianza entre “Urabeños” y las Farc en el Nudo de Paramillo, y en el ataque a una patrulla de la Policía en Tierradentro, Córdoba, que según el Ministerio de Defensa se hizo entre las bacrim y el frente 58?

“Eso no es cierto y primero que todo no fue el 58, fue el 18 frente contra una patrulla de la Policía que venía afectando a la población campesina, que coordinaba con ‘los Urabeños’ todo eso en Tierradentro. Entonces las relaciones son las que se dan entre esos grupos y las instituciones militares. ¿Por qué no han cogido a esa gente? Usted como periodista vaya a cualquier municipio del sur de Córdoba, del Bajo Cauca y de Urabá, y ahí en cada municipio pregúntele a los comerciantes cuánto les están cobrando ‘los Urabeños’, ahí mismo, al lado de la Policía. Porque ellos sí hacen acuerdos; ellos se mueven tranquilos en los cascos urbanos con el compromiso de que si descubren a un miliciano o un miembro de las Farc, inmediatamente lo asesinan”.

Aprovechando que aquí está “Isaías Trujillo”, le pregunto por ese parentesco con los hermanos Úsuga que dirigen “los Urabeños”...

Responde “Isaías Trujillo”: “Para nosotros es claro que el Gobierno y los servicios de inteligencia están empeñados en desprestigiar al movimiento guerrillero y por eso entendemos nosotros de que esa vaina que me vinculan a mí de familiar con esta gente, eso es mentira porque no tengo ninguna familiaridad con ellos. El hecho de que yo sea Úsuga y el señor que maneja esos paramilitares, sea Úsuga también, eso no quiere decir que seamos familiares”.

También el Ejército habló de una reunión que se dio en el Paramillo para establecer esa alianza con “los Urabeños”...

Isaías Trujillo: “Eso es totalmente falso porque yo estoy al sur del Paramillo, eso es una distancia muy grande, eso es totalmente falso. Ellos ya no tienen el don de la ubicuidad”.

De la Juco a hoy en La Habana, ¿qué tanto ha cambiado José Felix Muñoz Lascarro o “Pastor Alape”?

“Quiero aclararle que yo no soy Felix Antonio Muñoz y si usted va y mira en qué año nació Felix Antonio Muñoz, y mira mi edad, se daría cuenta que Felix Antonio tendría una edad más avanzada. Él nació en 1946. Eso es una mentira que repiten los medios y que les ha hecho mucho daño a los hijos de Felix Antonio Muñoz Lascarro. Él fue un hermano mío que fue aprehendido dos veces acusado de que era yo y hoy sigue su familia soportando para cuestiones labores el estigma”.

¿Entonces cuál es el nombre real de “Pastor Alape”?

“No, que eso lo investigue la inteligencia, tampoco le voy a dar a usted tan fácil eso. Lo único que le digo es que ese no es mi nombre. Reto a cualquier jefe de inteligencia que diga mi nombre. Pero eso sí le digo, nacido en Puerto Berrío Antioquia, que como decían en la escuela es la puerta de entrada a la cultura y la grandeza paisa. Desde la Juco he cambiado mucho, uno madura con las comunidades agrarias, con las comunidades urbanas que están en la guerrilla. Ese ha sido un aprendizaje permanente desde lo cultural, lo político, lo social y desde lo humano sobre todo. De esa entrega total a la causa de los oprimidos, en ese fortalecimiento de la lucha contra los opresores, en la construcción de un país que sea incluyente, que reconozca la diversidad tanto del pensamiento como el actuar de la gente. Eso se va conjugando en el crecimiento que va teniendo la madurez”.

¿Vislumbra hacer política en las calles, desarmado?

“Yo ingresé a las Farc prácticamente después de que asesinan en Puerto Berrío, en la base militar de Guasimal, a Darío Arango que era concejal de Puerto Berrío, al gran líder de los trabajadores de Adenal, lo que eran antes los braceros del río Magdalena. Él era concejal de la Uno, Unidad Nacional de Oposición, y del Partido Comunista. Eso fue en octubre de 1979, a él lo capturaron y le aplicaron la picana. Él era un hombre que pesaba tal vez unos 110 kilos, muy apreciado por los obreros, los campesinos y los estudiantes, por la juventud porteña; yo dije, aquí no hay más nada que hacer. Yo le decía a ‘Pipa’, así le decíamos a Jaime Nevado, ‘Pipa’ yo no me aguanto esto y me voy, y él me decía que todavía habían posibilidades. Pero después asesinaron a Jaime Nevado ahí en el parque de Puerto Berrío. Lo asesinó un agente del B2 y se entró a la Brigada XIV. Esa fue una de las causas que me llevaron a pensar que aquí no hay posibilidades de seguir escribiendo consignitas en las paredes y haciendo política. Ahora, claro, nosotros esperamos que se construya esto, así uno no participe, pero hay una juventud con muchas ideas en las que uno de pronto podrá aportarles experiencias”.

¿Y por qué dice “así uno no participe”, piensa en los pendientes con la justicia?

“No, yo digo que hay en la juventud un grupo creciendo con iniciativas. Eso lo decidirá la gente, si uno vale participar o no. Si a uno lo incluyen las colectividades o no porque aquí no se trata que uno se imponga sobre la voluntad de la gente. Es la construcción colectiva la que hace los líderes”.

¿Qué piensa de la frase “el estigma no es haber empuñado las armas, es no saber deponerlas” de Enrique Santos Calderón, que participó en los diálogos exploratorios?

“El problema diría es que nos obligaron a tener que tomar un fusil y hoy se oponen, hacen hasta lo imposible, para que a nosotros se nos permita dejar esa arma para hacer política. El Estado tiene toda la intención de mantener la presión de las armas para hacer política como lo ha hecho históricamente. Así como asesinaron a Darío Arango, que fue el uso de las armas para hacer política. Por eso decimos hoy que la dejación de las armas implica que las dejamos nosotros para hacer política y que el Estado también las deje para hacer política. Que el Ejército regrese a sus funciones constitucionales, a defender las fronteras, a defender el espacio aéreo de Colombia, a defender los mares, a garantizar que efectivamente la democracia funcione”.

¿Cómo le parece la carta que Álvaro Leyva le envió al expresidente Álvaro Uribe donde lo invita apoyar un cese el fuego bilateral entre las Farc y las Fuerzas Militares? Una invitación de apoyar el proceso de paz...

“Nosotros partimos del hecho de que la paz necesariamente tiene que ser incluyente y la paz tiene que cobijar a todos los sectores, sobre todo a los que se han implantado a imponer la guerra porque sin ellos no va ser posible la paz. La paz se construye entre los adversarios, no entre los amigos. Y por eso tienen que participar ahí todos los sectores y los actores de la barbarie de este país, incluyendo al expresidente Uribe. Pero a mí no me gusta estar hablando mucho del expresidente Uribe”.

Pero él es paisa también...

“Daniel Samper, el hijo, por ahí en un twitter sacó la imagen de mi sombrero y mi camisita azul y entonces sacó una de Uribe igualmente con un sombrerito y una camisa azul; que éramos igualitos dijo. No, ahí hay mucha diferencia. Ese Uribe se tiró el sombrero aguadeño, campesino, paisa, que no lo usaban los terratenientes. Ellos utilizaban el sombrero barbisio de fieltro. Los campesinos no teníamos la capacidad de comprar un sombrero de esos, pero por gestiones políticas Uribe usó el aguadeño. Lo mismo, también se tiró el carriel que usaban todos los viejos. Los grandes latifundistas no usaban carriel porque ellos se mantenían en Medellín y desde allá administraban sus haciendas. Los que usaban los carrielitos eran los campesinos que ahí echaban sus tabacos, sus arepas y su pedazo de panela para luego ir al corte. Pero Uribe ya estigmatizó el carrielito como símbolo del latifundio y del paramilitarismo”.

Humberto de la Calle les ha insistido de que las Farc deben responderle de manera nítida a las víctimas, ¿cuándo lo van a empezar hacer?

“Las Farc venimos haciéndole un reconocimiento al país, convocando a la reconciliación, venimos con toda la disposición de decirle a la gente que fue afectada en este conflicto, de parte nuestra, que los reconocemos y nos reconocemos en ellos. Porque cada uno de los integrantes de las Farc cargamos un fuerte dolor. La mayoría hemos sufrido la barbarie por parte del Estado. En la vereda Vuelta Cuña, en el municipio de Cimitarra, al otro lado de Puerto Berrío, ahí me asesinaron, en enero de 1984, a la hermana que yo más quería; le decíamos Chavela. Eso fue el general Yanine y el MAS, que así se llamaban en ese tiempo los paramilitares en Puerto Berrío. La asesinaron y con ella una hija que tenía 15 añitos, violada antes de asesinar. Ese mismo día asesinaron a un primo, Honorio Muñoz. Y después, un 24 de diciembre, asesinaron a otro primo, José del Carmen Lascarro; le decíamos Ñejo. Asesinaron a otro primo hermano. Se llamaba José María Emeterio Martínez Leal. Y asesinaron a un amigo mío. Lo recuerdo mucho que yo estaba estudiando y él nunca salió a estudiar. Era un campesino que se quedó en la finca y cuando subía al pueblo me gastaba la borrachera; le decíamos el bohorquecito. Todos cargamos, la mayoría de nosotros, los recueros de la barbarie de este país. Entonces por eso cuando vemos a las víctimas, cuando los escuchamos, tenemos que esforzarnos mucho en que no se nos anude la voz y se nos salgan las lágrimas. No porque llorar sea malo, sino porque el protocolo es otra cosa y van a decir que hasta nuestras lágrimas son de cocodrilo. Eso es lo que puedo decirle sobre lo que nos pide el doctor De la Calle”.

* Tomado de El Colombiano