Al dar un vistazo rápido por el panorama nacional se pueden observar distintos escenarios no muy alentadores para el presente proceso de paz.

En materia de derechos humanos se dice que en el último año se han recibo alrededor de 186 casos de agresiones a los defensores de DDHH en el país y desafortunadamente está cifra se sigue incrementando a diario.

El miedo a la verdad aterroriza a los contradictores del proceso de paz, situación por la cual se realizan ataques y amenazas a un sinnúmero de sindicalistas, campesinos y estudiantes. Este miedo se origina por la evidente impunidad acumulada que se denuncia, de allí “justifican” las acciones con las que se pretende evitar que cada compañero y compañera con la capacidad de analizar, criticar y luchar contra la injusticia, la ignorancia y la corrupción continúen forjando a una sola voz la paz con justicia social.

En ese sentido, la solidaridad no debe ser considerada como un “favor” que se brinda a las personas y organizaciones que se ven afectadas directamente por estos hechos; es deber de cada uno informarse y denunciar las distintas violaciones a los DDHH y DIH que se cometen en nuestro país.

Tristemente la semana pasada despedimos a un excelente líder social, soñador y compañero de lucha, Carlos Alberto Pedraza dirigente del Congreso de los Pueblos; su partida es hoy semilla de fuerza y empuje en el proceso de construcción de una Colombia mejor. “Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos” Alí Primera.

Hoy parece ser que algunos desearían que esta historia se repita, pero no podemos permitir que estos desafortunados hechos continúen sucediendo y, peor aún, que pasen desapercibidos en la cotidianidad de este país. El Estado, en cabeza de sus gobernantes, dirige estas estrategias de intimidación con el fin de aniquilar la conciencia y el espíritu crítico de todas y todos pero somos más los que queremos la paz, los que día a día luchamos desde el campo y las ciudades por fortalecer nuestros lazos de fraternidad, organización y liderazgo.

Bajo estos lineamientos, ha de reconocerse el trabajo que ha venido adelantando la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (ANZORC), iniciativas de paz que promueven la defensa de los DDHH, el territorio y la soberanía alimentaria. Estos procesos de resistencia campesina han generado algunas respuestas por parte de los gobiernos de turno tales como: represión, incumplimiento de acuerdos y estigmatización al movimiento campesino. En consecuencia de estos señalamientos sus líderes son objeto de amenazas como es el caso de César Jerez delegado de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra Red Agroecológica Nacional ACVC-RAN, motivo por el cual hoy denunciamos y rechazamos dichas amenazas.

Reiteramos nuestro apoyo permanente a los procesos de construcción de paz y a las personas que lideran cada una de estas iniciativas, todo el respaldo a nuestro estimado compañero César Jerez.