Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra
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Serranía de San Lucas: un territorio por preservar
Un estudio dirigido por la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra identificó especies de fauna y flora en la reserva natural conservada por las comunidades desde los años 80
Bibiana Ramírez / Viernes 22 de mayo de 2015
 
La riqueza natural de la Serranía de San Lucas es un patrimonio de la humanidad y debe conservarse. Foto Bibiana Ramírez – Agencia Prensa Rural.

Del 12 de abril al 10 de mayo, investigadores se internaron en la zona sur de la Serranía de San Lucas, para hacer su caracterización biológica e identificar especies vegetales y animales.

Este ejercicio busca certificar la biodiversidad de la serranía y la necesidad de su preservación. Pocos estudios de flora y fauna se habían realizado allí antes.

La serranía tiene una extensión de 16 mil Km2 y una altitud entre 0 y 2.300 metros sobre el nivel del mar. Es un bosque tropical y andino. Los investigadores estuvieron entre los 300 y 650 metros de altitud. El campamento base estuvo en la finca Canta La Rana, de la vereda Ojos Claros, en Remedios (Antioquia). La Fundación Panthera, la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS), el Proyecto Primates y las principales universidades del país hicieron realidad este proyecto de la agenda ambiental de la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra (ACVC).

No hay una figura estatal que proteja este bosque. Pero existe la línea amarilla, “un área que en los años 80 las comunidades delimitaron como reserva natural, que comprende unas 80 mil hectáreas en el corazón de la serranía”, explica Franco Gómez, del equipo técnico de la ACVC. La principal amenaza de la región son las concesiones mineras.

La Serranía

Los investigadores recorrieron un área de 50 kilómetros cuadrados. Recolectaron plantas, tomaron muestras, observaron, pusieron trampas y cámaras fotográficas de activación automática.

Los datos serán arrojados en un mes, pero a nivel general y lo que se pudo entregar a la comunidad el día del cierre fue que se encontraron variadas especies de murciélagos, reptiles, anfibios, serpientes, mariposas, escarabajos, macroinvertebrados acuáticos, plantas, aves y primates. Muchos de ellos en grave peligro de extinción.

En uno de los recorridos fue encontrado un oso de anteojos, un macho adulto de gran tamaño. Se logró hacer registro fotográfico y tomar muestras para ADN.

Durante 25 días se instalaron 28 cámaras trampas. “Con ellas corroboramos que hay cuatro especies de felinos en esta zona (puma, jaguar, tigrillo, y jaguarundi o gatuno), dantas de tierras bajas, venados, paujiles y otras aves. Resulta muy particular trabajar en esta zona que ha sido catalogada por biólogos como el lugar con mayor endemismo en el país”, dice Jeny Gallo, de Panthera. También se observaron ñeques, nutrias, osos hormigueros y guaguas.

Los habitantes de la vereda Ojos Claros guiaron el trabajo y garantizaron la alimentación y logística de los investigadores, lo que posibilitó esta importante labor. Los niños también fueron protagonistas con diferentes visitas al campamento base y al laboratorio temporal instalado.

“Quienes vinieron trabajaron de la mano con la comunidad, esto implica que esta empieza a apropiarse de esas prácticas que van más allá del sustento diario, de reconocer lo que los rodea y cómo preservarlo. La idea es que la comunidad misma se vuelva replicadora”, dice Cristina Gómez, de la subdirección de gestión y manejo de Parques Naturales Nacionales.