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Análisis
Desescalamiento, lenguajes y pedagogía de paz
Un elemento central en el nuevo periodo del proceso de paz se relaciona con ámbitos de orden simbólico y conocimiento más certero de los avances y conquistas de la paz, por parte de millones de colombianos, para de esa forma superar el escepticismo y la indiferencia
Horacio Duque Giraldo / Jueves 23 de julio de 2015
 

El proceso de paz ingresa en un momento crucial desde el próximo 20 de julio cuando se hará efectiva la tregua determinada por las FARC, que el gobierno del presidente Santos ha dicho acompañará con acciones recíprocas para apalancar los acuerdos y consensos en la Mesa de conversaciones de La Habana. Nuevos lenguajes y una paciente, masiva y prolongada pedagogía de paz son ingredientes para profundizar la tarea de terminación del conflicto social y armado. El desescalamiento que se anuncia, que el país entero espera con optimismo, deberá crear un clima de tranquilidad para el proceso electoral en curso para escoger las autoridades locales.

Desde el lunes 20 de julio Colombia vivirá un nuevo e histórico ciclo de paz y tranquilidad tan pronto se avance en el desescalamiento de la guerra y la destrucción con la entrada en vigor de la tregua unilateral ordenada por las FARC, que fue suspendida desde el 22 de mayo, a raíz de los operativos militares de la Fuerza Aérea, infiltrada por el uribismo, la cual adelantó bombardeos a los campamentos guerrilleros, donde murieron varias decenas de miembros de la resistencia campesina revolucionaria.

Los próximos 4 meses la sociedad regresará al clima registrado desde diciembre del 2014 hasta mayo, en que los hechos violentos, por razones políticas, disminuyeron radicalmente.

El desescalamiento reciproco de la guerra, en los términos de la decisión tomada por las partes, contara en esta ocasión con la presencia de un delegado de Naciones Unidas y de otro de la Presidencia de Unasur, expertos en la verificación y monitoreo de tales situaciones, sin que sea necesaria la concentración y corraleja presionada por la ultraderecha uribista, a la que la paz se le vino encima dejándola sin argumentos y sin la manipulación grotesca de la violencia para obtener réditos políticos. Se quedaron sin gasolina estos mercaderes de la muerte.

Conviene señalar que los 4 meses planteados para que las negociaciones de paz de La Habana avancen con agilidad no son un plazo fatal para revivir la conocida formula de la paz exprés. De lo que se trata es de mejorar la capacidad de trabajo en la Mesa de diálogos, de tal manera que funcionen simultáneamente comisiones que atiendan y avances en los temas asociados con el fin del conflicto, la refrendación y verificación del cumplimiento de los acuerdos generales a que se llegue.

Un elemento central en el nuevo periodo del proceso de paz se relaciona con ámbitos de orden simbólico y conocimiento más certero de los avances y conquistas de la paz, por parte de millones de colombianos, para de esa forma superar el escepticismo y la indiferencia que produce la vulgar cizaña y manipulación mediática de los más caracterizados enemigos de la paz, articulados en la delirante ultraderecha fascista que encabezan Uribe y Ordóñez.

En ese sentido se ha sugerido por el presidente Santos, en otro gesto de sensatez que se le debe reconocer, desescalar los lenguajes acudiendo a formas y expresiones verbales y semánticas que estimulen un clima de convivencia y respeto entre los adversarios. Se trata de avanzar en un “giro lingüístico” que recoja las nuevas realidades que se quieren construir para superar 50 años o más de polarización con insultos y aberrantes macartismos, resaca de la guerra fría.

En ese sentido, es pertinente considerar que en el terreno de la paz democrática y con justicia social, las decisiones de un sujeto no se hallan motivadas tanto por sus intereses materiales como por los resortes culturales a través de los cuales concibe su espacio y determina su acción. Alterados esos resortes mediante su resignificación con cambios en el lenguaje, se quiere que la forma en que ese sujeto comprenda su contexto y dirige su acción cambie.

Es en ese nivel, el de la semántica y el de los imaginarios colectivos, donde la paz tiene que aspirar a intervenir a través del diseño objetivo y ético de la comunicación, con el fin de crear un nuevo sentido común capaz de inspirar consensos más inclinados a la paz, en contraposición al creciente escepticismo que estimula la derecha y su falsimedia.

De igual manera se le pide a la Mesa de diálogos que promueva una amplia pedagogía de la paz. Lo que se pretende consiste en un dispositivo educativo que lleve el mensaje de la paz a millones de ciudadanos; que adelante su formación en los contenidos de nuestra paz. Que le aclare a la sociedad las ventajas que para la misma traerá que Colombia supere la guerra civil que la destruye y mata.

La Mesa de La Habana debe acudir a todas las herramientas e infraestructuras a su disposición para convertir a la nación entera en una gran escuela de la paz. Los medios de comunicación, la televisión, la radio, los sistemas impresos, las editoriales, los periódicos, las iglesias, las escuelas, los colegios, el SENA, las universidades, los espacios públicos, la familia, las sedes comunales, los hospitales, las cárceles, las redes sociales y todos los escenarios de deliberación deben ser incluidos en esta gran campaña de pedagogía por la paz.

Finalicemos diciendo que acierta el presidente Juan Manuel Santos al destacar el ambiente pacífico en que transcurrirán las elecciones locales y regionales del 25 de octubre del año en curso. Los enemigos de la paz quedaran aislados porque el pueblo en su mayoría dará un nuevo espaldarazo al fin de la guerra, que es el insumo del que se alimenta el guerrerismo uribista.

Hay que elegir cientos de alcaldes, concejales, ediles, diputados y decenas de gobernadores comprometidos con la paz y la transparencia.

No mas mafias parapolíticas y violentas que despojen los patrimonios públicos y promuevan la guerra.