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Columna de opinión
¿Colombia otro genocidio?
Jhon Jairo Salinas / Martes 6 de octubre de 2015
 

El miércoles 23 de septiembre desde La Habana-Cuba el mundo se sorprendió con el histórico acuerdo firmado entre las FARC y el gobierno nacional. El apretón de manos como símbolo de reconciliación entre Rodrigo Londoño Echeverry más conocido como Timochenco jefe máximo de las FARC y Juan Manuel Santos Calderón en representación del Estado colombiano dio preámbulo a un acuerdo de entendimiento de unidad y reconciliación donde la fecha definitiva para pactar la paz y terminar la guerra será el 23 de marzo de 2016.

El haber llegado a un acuerdo sobre justicia transicional, primando la verdadera reparación de las víctimas con verdad, justicia, reparación y no repetición, hace que el camino hacia una paz estable y duradera sea por fin una realidad en el país.

Las voces altisonantes de quienes se oponen a que Colombia logre por fin la tan anhelada Paz hace prender las alarmas ¿Qué tanto está preparada nuestra sociedad para desarmar los corazones de odio y resentimiento, presidido por la élite criolla contra el pueblo por más de sesenta años? La verdad va a ser la chispa del detonante que dirá si la sociedad está preparada para conocer por fin la triste realidad de cómo se originó el conflicto político, social y armado.

El tribunal especial para la paz, en su esencia, obliga a que todos los actores del conflicto confiesen las violaciones que se han cometido en estos setenta años de barbarie en un conflicto degradado como el colombiano. Unos a nombre de defender el estatus-quo y otros por defenderse de ese mismo, hicieron que Colombia entrara en una espiral de muerte, desolación, victimización, desapariciones, tortura; dejando viudas y huérfanos en una absurda guerra que si hacemos un análisis serio, fueron las élites conservadoras y liberales en un pacto maquiavélico donde se repartieron el poder económico y político, primando la mezquindad e intolerancia sobre el sufrido y desconsolado pueblo colombiano.

El conflicto armado de Colombia tiene unas causas y origen de carácter estructural no sólo desde la época de la violencia entre liberales y conservadores ya que esto viene inclusive desde la conformación de la república en el siglo XIX.

Las guerras civiles a finales del siglo XIX han conducido a la nación al ostracismo de una verdadera democracia, entendida esta como el ejercicio del poder soberano (el pueblo). Si ese pueblo sumido en la tristeza y en la pobreza no sólo de recursos físicos sino también carente de una educación emancipadora y liberadora. Las resistencias que los campesinos, indígenas, obreros y estudiantes han hecho por más sesenta años son una lucha por la dignidad que la élite gamonal y terrateniente de esta república bananera niega que un pueblo se fortalezca por esa misma dignidad.

La óptica de un Estado meramente burgués hace que por lógica un pueblo subyugado se alce contra ese mismo Estado. Se debe mencionar mencionar que el Estado burgués colombiano hizo tránsito del feudalismo hacia el capitalismo como parte del desarrollo dialéctico de la sociedad burguesa, en el cual las viejas relaciones productivas eran caducas de acuerdo al grado de desarrollo de las fuerzas productivas criollas. Gamonales y terratenientes de origen conservador hicieron que en Colombia predominara la concentración de la tierra en unas cuantas familias a costa de miserabilizar a millones de campesinos no solo quitándoles las tierras sino también asesinándolos con métodos de barbarie y terror (descuartizamientos con machetes y motosierras)

Recordando a esa élite criolla “la verdadera fuente del dominio y la influencia social radicaba en el control absoluto ejercido por el terrateniente sobre los minifundistas dependientes que rodeaban la gran propiedad y se le subordinaban. Este modelo de ordenación social al desarrollarse con plenitud a lo largo del siglo XVIII remplazó al viejo régimen encomendero, dando origen a una actitud de rebeldía contra las reglamentaciones coloniales y contra la intervención de los funcionarios reales en el proceso de la vida económica.”

Al evocar la época de Bolívar “que pretendió entonces, inspirado en la Grande Armé napoleónica, crear un Ejército Regular conformado por soldados profesionales que obtuvieran ascensos en virtud de sus logros militares y los servicios prestados a la patria. El carácter moderno de este ejército y su disciplina, que contrastaba con la pereza y falta de visión característica de la oligarquía, debía conformar una casta de oficiales capaz de orientar hacia un socialismo de la época, no sólo a Colombia (entonces integrada por la Nueva Granada, Quito y Venezuela), sino a la América Española". Además “…existía en América una peligrosa realidad social, susceptible de ser aprovechada por la Santa Alianza o por Inglaterra para establecer en América un nuevo tipo de coloniaje” (Fortich, J.)

Bajo estos pequeños antecedentes relatados en el texto de la comisión histórica: de los 300 mil muertos producto de la violencia, entre liberales y conservadores, se puede denotar el primer magnicidio de Colombia (1948-1953). Pregunta ¿Cuántos de los dirigentes políticos de estos dos partidos tradicionales fueron juzgados por un tribunal de Justicia? El segundo magnicidio 222 mil muertes violentas desde (1953- 2011) 6 millones de víctimas. El exterminio de la Unión Patriótica pregunta: ¿Por qué ahora los estertores de la guerra rechazan el tribunal especial para la paz donde el objetivo principal es la justicia restaurativa, entendida esta como la justicia para la paz y la reconciliación, donde las víctimas por primera van a tener verdad, justicia y reparación? Este es el único proceso de paz en el mundo en el que las víctimas van ser reparadas íntegramente.

Pregunta: ¿Cuál es el miedo a que los victimarios del Estado confiesen la verdad? Como dijo un prestigioso senador de la República “El tribual para la paz no se puede convertir en un ring de Boxeo”. Lo que sí está claro es que la élite ultraconservadora colombiana no está dispuesta a compartir el mismo lecho de las instituciones del Estado con los partisanos que algún día se alzaron en armas ejerciendo su derecho legítimo a la rebelión y que a buena hora tomaron la decisión de hacer política.

En caso de que vuelva a ocurrir como lo sucedido con el movimiento Unión Patriótica se estaría a portas de erigirse una nación totalmente inviable, prevaleciendo por otras cinco décadas una cultura de odio y resentimiento.

¡Ojalá que no ocurra otro genocidio en Colombia!

Fuente: Aporrea. Org/Jhonathan Fortich/ Cit: 1- 16. Cit 2- 26