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Columna de opinión
Para salir del atraso
Libardo García Gallego / Jueves 7 de enero de 2016
 

¿Cómo puede ser que en vez de hacer obligatoria en las instituciones educativas la cátedra sobre materialismo piden la cátedra de uribismo?, ¿Cómo puede ser que en vez de crear un centro académico de ateísmo fundan una iglesia de veneración al demonio? ¿ Cómo puede ser que a quien roba un chocolate en un supermercado lo castigan con cuatro o más años de cárcel mientras que a dos de los que se robaron las tierras de los campesinos de Urabá y Córdoba los eligieron como Senador y Presidente de la Corte Constitucional?... Y así van surgiendo multitud de interrogantes acerca de las aberrantes contradicciones que se presentan en el diario en este país de rezanderos hipócritas.

Acaba de pasar la navidad, uno de los mitos religiosos más alienantes de la humanidad. En medio de la glotonería, los cánticos, las panderetas y los regalos se impone sobre los inocentes niños el más efectivo lavado cerebral. Aún recuerdo las oraciones al niño Jesús, a la virgen, a san José, los villancicos viejos, los gozos, porque un ritual de nueve días de duración se le pega a uno para toda la vida. Inclusive le hacen creer a uno que hace muchos siglos nació un niño de una joven virgen, cuyo marido en vez de enojarse aceptó el hecho como un don celestial.

Venimos construyendo pesebres desde hace casi 800 años, desde que Francisco de Asís, el que hasta a un pájaro llamaba hermano, diseñó el primer pesebre para representar el nacimiento del hijo de la trinidad católica un 25 de diciembre. Fecha bien extraña pues resulta que ese mismo día nacieron otros dioses muchos años antes de Jesús: Horus, 3000 años antes de nuestra era; Zarathurstra, 1000; Krishna, 900; Heracles, 800; Buddha, 563; Dionisio, 500; Mithra y Tammuz, 400; Hermes y Adonis, 200.

En Colombia el principal traedor de regalos es el niño Dios, en España y otros países son los reyes magos, algo más acorde con la “historia” religiosa. Los cuentos religiosos han servido para acumular riquezas exorbitantes. Y si no que lo certifique el Banco Ambrosiano del Vaticano y María Luisa Piraquive, desde su “tugurio” de Miami o los dueños de la iglesia sobre la roca, o los de la Cumberland, o los testigos de Jehová, o la iglesia de los santos de los últimos días, o los Pentecostales, o los Adventistas, o los Mormones, o los Evangélicos, etc. Al suscrito le han propuesto varias veces que “si quiere salir de pobre invéntese un cuento sugestivo basado en la biblia, consiga un parqueadero y amuéblelo para unas 50 personas, y ahí tiene su empresa”.

El pluralismo ideológico debe ser ejercido y respetado, siempre y cuando no se engañe a la gente con historietas alrededor de seres estratosféricos o mitológicos. Lo mejor es basarnos en la ciencia, en los seres humanos y en la naturaleza. Debe haber espacio para los no creyentes, sin que por ello sean considerados demonios o personas malignas que deben ser asesinadas. Pienso que las religiones más excluyentes han sido el viejo catolicismo de las cruzadas y la inquisición y el actual islamismo radical. La mejor alternativa es el ejercicio y respeto de todos los derechos humanos, exigiendo su garantía por parte del Estado.