Siente la madrugada mientras toca a su ventana,

el canto del gallo viejo melodía para su calma,

y su sueño se interrumpe cuando nace la mañana.

Se sienta un momentito en la orilla de su cama,

piensa en su machete, en su azadón y en su pala,

en el maíz pa sus gallinas, en la vida de su mama,

en el tinto pa sus hijos y en la sonrisa de su amada.

Con los callos en sus manos, las manchas en su cara,

sale por sus botas, silbidos lo acompañan,

sus ojos muy alegres entre su piel arrugada,

el verde de su campo el esfuerzo de sus canas,

y la tierra entre sus uñas son su vida bien marcada.

Sin esperar que salga el sol da comienzo a su jornada,

va al ritmo de aquel sudor que le estila entre su espalda,

su ropa ya está mugrienta, cuál importa su lavada,

sabe que si no acelera no tendrá finca mañana,

pues la deuda ante los bancos es su muerte anunciada,

y el Estado con más impuestos lo que hace es aumentar su drama,

y a la vez le quita su tierra con leyes manipuladas,

entregándosela al terrateniente y a la multinacional despiadada.

La debilidad en su cuerpo es la señal de que el día acaba,

saca fuerzas en sus piernas a pesar de no encontrarlas,

para llegar hasta su rancho y recostarse en su almohada,

su sueño es tan profundo, el cansancio es quien lo apaga,

se expresa en su padre nuestro con una voz quebrantada,

y así duerme como un niño hasta que llegue la madrugada.

oh buen campesino, sos ejemplo por tus ganas,

por tu lucha, tu constancia, por los suelos que trabajas.