Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Del potrero para el mundo, la mano de dios
Juan David Vargas P. / Miércoles 22 de junio de 2016
 

"En una villa nació, fue deseo de Dios, 
crecer y sobrevivir a la humilde expresión. 
Enfrentar la adversidad 
con afán de ganarse a cada paso la vida. 
En un potrero forjó una zurda inmortal 
con experiencia sedienta ambición de llegar. 
El Cebollita soñaba jugar un Mundial 
y consagrarse en Primera, 
tal vez jugando pudiera a su familia ayudar."
Rodrigo 

Un día como hoy de 1986, Diego Armando Maradona convertiría los dos goles más famosos de la historia, uno por su picardía, el otro por ser el más virtuoso y catalogado como el mejor del siglo XX. Pero no es sólo fútbol, fue en un partido Argentina vs. Inglaterra, por los cuartos de final del mundial de México ’86. El 22 de junio Diego Armando Maradona encarnaría el sentimiento de un país con el autoestima golpeado por la muerte y el miedo a causa de la dictadura y la guerra perdida de Las Malvinas.

Tan sólo 8 años atrás, en 1978, el mundial se hizo con el afán de legitimar la dictadura ’cívico-militar’, autodenominada ’Proceso de reorganización nacional’, por la cual, a la etapa histórica se le denomina "El proceso". La época más sangrienta de su historia y la del cono sur, azotado por la violencia impuesta desde el norte en el marco de la Guerra Fría. Pero en vez de ser un escenario de propaganda y legitimación, el campeonato mundial al albergar seleccionados, turistas y periodistas del todo el mundo, fue la oportunidad de dar a conocer sus crímenes y el dolor del pueblo argentino. 

Dolor, represión, muerte y tristeza a partir de las consignas y objetivos de terminar con el "desgobierno", la corrupción y la “subversión” del ERP, grupo guerrillero guevarista, y los Montoneros, de tendencia peronista. En una década marcada también por las luchas estudiantiles y de otros movimientos sociales, una década de efervescencia de la que hizo parte Alejandro Sabella, exjugador y ex DT subcampeón del mundo.

Posteriormente, la cuarta junta militar usó una estrategia vieja, efectiva y funcionó, al menos al principio. En 1982 declaró una guerra imposible de ganar y que sólo buscaba fomentar falso patriotismo para lograr el respaldo popular hacia los dictadores, que contaban cada vez con menos legitimidad.

La guerra fue un fracaso, la gente fue a ella a morir a mano de los soldados británicos, si no, de hambre y de frío. La guerra de las Malvinas, islas robadas por la corona inglesa, islas que cuentan con reservas inmensas de petróleo y de gas.

Ya sin la dictadura, Argentina buscaba recuperarse. En 1986, en medio de críticas, la selección participaría en el Mundial de México. Diego Armando Maradona, el hombre que le devolvió el autoestima a toda una nación, el hombre que cargó el equipo sobre sus hombros y enfrentó a seleccionados, potencias de todo el globo. Diego, un jugador de villa, que aprendió a jugar en un potrero y supo lo que era vivir el hambre y el abandono en el que quedan millones de familias de la clase trabajadora.

Diego, quien al jugar representaba el fútbol popular, el fútbol de barrio, el que sale de los potreros, fue quien llevó a Argentina a la gran hazaña, una hazaña que tuvo otro ingrediente especial, en cuartos de final se enfrentó, nada más ni nada menos que a Inglaterra. Partido que sin duda despertaba cierto espíritu de revancha. Aquel partido lo ganó Argentina 2 a 1, no sólo eso, los dos goles fueron de Diego, uno: la ’mano de Dios’, una jugada de picardía, una mano inmensa que el árbitro no vio y, el ’gol del siglo’, donde Maradona eludió a 6 jugadores ingleses antes de anotar el gol, la carrera arrancó desde su propio campo. Ante más de 100 mil espectadores en el Estadio Azteca y millones alrededor del mundo a través de la tv y la radio, fue la victoria del humilde sobre el poderoso, del sur sobre el norte, del barrio sobre la ‘clase’.

Finalmente, Argentina ganó el campeonato en la final frente a Alemania Occidental. Diego lo hizo, unió a todo un país y le dio el autoestima que necesitaba para resurgir después del sufrimiento, después del dolor. Maradona, quien siempre se ha atrevido a enfrentar a la FIFA, como jugador, como técnico, y desde los micrófonos.

Diego, el hombre que tiene tatuados al ’Ché’ Guevara y Fidel Castro, amigo de Hugo Chávez y quien acompañó a Nicolás Maduro en su posesión. Es Diego, el jugador más grande y el que jugó y juega por la izquierda en la historia del fútbol. Él, zurdo de pegada y zurdo de pensamiento, protagonista de los dos goles más famosos de la historia, del potrero para el mundo: Diego Armando Maradona.