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El portazo de Uribe
Carlos A. Lozano Guillén / Miércoles 18 de febrero de 2009
 

El presidente Álvaro Uribe Vélez le dio, la semana pasada, un nuevo portazo al intercambio humanitario, aprovechando la visita a los obispos católicos reunidos en la Conferencia Episcopal, al decirle a los periodistas que dio la orden de liberar a los 22 integrantes de la Fuerza Pública que permanecen en poder de las FARC. Ha sido la letanía gubernamental en los últimos años, aunque con contradicciones temporales en que el mandatario aparece inclinado a la negociación del canje con la guerrilla, interponiendo, por supuesto, los famosos inamovibles.

Sin embargo, en el último caso, llama la atención que la declaración de Uribe Vélez es a la salida de una reunión con los obispos y en contravía del sentimiento nacional y del clamor internacional de apoyo a la salida humanitaria, después de las recientes seis liberaciones unilaterales de las FARC a instancias del grupo de Colombianos y Colombianas por la Paz. En Villavicencio, por el contrario, en medio del júbilo por el regreso de los cuatro miembros de la Fuerza Pública, Alan Jara y Sigifredo López, el mandatario aceptó la posibilidad del intercambio «siempre y cuando los guerrilleros liberados no vuelvan a las filas de la guerrilla».

¿Por qué ese cambio en el Presidente en pocos días? Varias personas se declararon sorprendidas, entre ellas Luis Eladio Pérez, uno de los liberados por las gestiones del presidente Hugo Chávez y la senadora Piedad Córdoba el año pasado. Algunos dicen que Uribe Vélez, tan visceral en sus opiniones, suele cambiarlas según el estado de ánimo, aunque por lo general se opone al canje humanitario. Pesa en el ambiente el concepto de José Obdulio Gaviria, quien a veces dice lo que el Presidente piensa pero que éste no quiere decir en público, en el sentido de que con Uribe no habrá intercambio humanitario. Anunció guerra y rescates militares como un general sin tropa. Lo mismo que dijo después el Presidente.

Pero no deja de ser sospechoso el agresivo pronunciamiento presidencial en los predios de la Conferencia Episcopal, cuya reunión respaldó la negociación del acuerdo humanitario y los diálogos de paz. Todo indica que en ese momento Uribe estaba alterado por la decisión de la Corte Constitucional de declarar inexequible el decreto de la conmoción interior a raíz del paro judicial. Un tema demasiado fuerte, pues quiere decir que el Gobierno Nacional se apoyó en la ilegalidad, como tantas veces en estos seis años, para enfrentar un conflicto laboral que no afectó para nada el orden público interno. Como también son ilegales los decretos dictados al amparo de la conmoción interior. Con la magia mediática que lo caracteriza prefirió lanzar la cortina de humo y desviar la atención hacia un tema tan sensible y de interés nacional.

Pero no le da resultado la maniobra. Gracias a las liberaciones recientes y al trabajo de los intelectuales, el acuerdo humanitario ganó audiencia en el país y en el mundo.