Asociación de Hermandades Agroecológicas y Mineras de Guamocó
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Al Guamocó no lo representan quienes ganaron el plebiscito
Aheramigua / Miércoles 5 de octubre de 2016
 
Montañas del Guamocó. Foto Bibiana Ramírez - APR

En la región del Guamocó no ganó el no en el plebiscito, ganó el sí, aunque el conteo de votos en algunos municipios diga lo contrario. Los resultados que se muestran en la Registraduría Nacional reflejan la imposibilidad para que la población rural ejerza efectivamente sus derechos fundamentales, como se ha venido denunciando desde hace tiempo. Tales resultados no representan a la región por razones que conocemos muy bien las comunidades rurales y Aheramigua, quienes las acompañamos desde hace ya diez años en la lucha por la permanencia en el territorio y la defensa de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.

Empecemos por el municipio de Montecristo, ubicado en el sur de Bolívar. Allí hay un potencial electoral de 8.357 habitantes [1], de ellos, sólo acudieron el 25,11% o 2.099 personas al ejercicio democrático, y aunque ganó el sí con 1.652 votos (lo cual es una victoria arrolladora), 6.258 personas tuvieron que abstenerse de acudir a sus puntos de votación por diversas circunstancias.

La primera razón es que el 90% de su territorio está bañado en las caudalosas aguas de los ríos Nechí, Caribona y sus afluentes, lo cual obliga a los habitantes a llegar a sus puntos de votación por medio del costoso transporte fluvial, y sin apoyo de las autoridades local, departamental o nacional es una tarea imposible.

La segunda es que la Alcaldía municipal y la Registraduría determinaron no instalar dos puntos tradicionales de votación en los corregimientos, bastante poblados, de Villa Uribe y de El Paraíso, con el argumento de que por razones de orden público no había garantías pare ello. Lo anterior impidió que más de mil personas pudieran votar.

Y la tercera circunstancia, más grave que las otras, es la persistencia de gran número de paramilitares del Clan Úsuga que permanecen en la cabecera municipal y en la corregimental de Regencia, quienes ejercen estricto control sobre la comunidad.

Continuemos con Santa Rosa, que se ubica al suroriente de Montecristo, en donde, pese a no haber tenido dificultades tan grandes como las del primero, sufrió otras más determinantes en el resultado final. Allí, de un potencial de votación de 19.146 ciudadanos, 7.238 lo hicieron, o sea el 37,80% [2]; un porcentaje no muy alejado de la media nacional. Pero lo que hay que anotar en este municipio es, en una mano, el actuar de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas; y en la otra, el accionar paramilitar.

La primera, la Fuerza Pública, como lo ha denunciado públicamente Aheramigua en reiteradas ocasiones, históricamente ha señalado de manera irresponsable a líderes comunitarios y miembros de organizaciones sociales como miembros de la insurgencia. Por ejemplo, el pasado 21 de septiembre de este año, cuando efectivos de la Policía, en el marco de operativos de erradicación de cultivos de uso ilícito, señalaron a Alberto Osorio de ser un “bandido organizando a la gente”; o como lo denunciado durante las votaciones del plebiscito, cuando pusimos en conocimiento público la manera como los militares del Batallón 48 de Santa Rosa instaban a los ciudadanos del puesto de votación del corregimiento de Canelos a votar no.

Los segundos, los paramilitares, realizaron toda clase de actos en contra de promotores del sí y líderes sociales, desde seguimientos (tales como los que les hicieron a los compañeros Alberto Osorio, Custodio Luque y Germán Espinel) [3] y amenazas directas (como de la que es víctima en este momento el compañero Hermes Carreño de la organización Funcopromas), hasta aberrantes asesinatos como el de la hija de un compañero de Fedeagromisbol.

Por otro lado, el municipio de El Bagre, en el Bajo Cauca antioqueño, tal vez vivió la situación más grave. De 36.056 personas habilitadas para ejercer su derecho al voto, únicamente lo hicieron 7.520 [4], así que hubo una escandalosa abstención del 79,15%, lo cual no sorprende si se observa con perspectiva temporal. La Aheramigua durante este año ha emitido alrededor de quince comunicados a la opinión pública en los que se denuncian actos violentos de todo tipo, perpetrados fundamentalmente por el grupo paramilitar Clan Úsuga.

Podemos mencionar los más destacados, como la desaparición de tres campesinos, su posterior ejecución y hallazgo descuartizados (entre los que se encontraba el miembro de la Aheramigua y la Juventud Rebelde Jair Suárez), el asesinato de nuestro compañero William Castillo, el desplazamiento de más de 400 personas en el corregimiento de Puerto Claver, la presencia de una estructura paramilitar de cerca de 60 hombres que en el corregimiento de Puerto López, los cuales asesinaron y botaron al río a seis personas y un largo etcétera que, sin ser menos importante, de ser incluidos harían de este texto un tratado exclusivamente dedicado a las Keres.

Con estos antecedentes, no obstante, son grandes esfuerzos de las organizaciones de la sociedad civil por interceder ante las instituciones del Estado y la comunidad internacional para la garantía de los derechos fundamentales de los habitantes del municipio. Lo cierto es que El Bagre se encuentra sitiada por los paramilitares, hasta el punto de que, en Puerto López, uno de sus dos corregimientos, el cual cuenta con más de cinco mil habitantes, sólo se presentaron unos 500 votos. Aunado a ello, la poca colaboración de la Administración municipal para ofrecer transporte a las comunidades ubicadas en las partes altas, fue también determinante para este abstencionismo forzoso que se evidenció.

Como si lo anterior fuera poco, la Aheramigua fue declarada hace varios meses “objetivo militar” por los paramilitares de la región. Como se mencionó, han asesinado a dos de nuestros miembros y generado el desplazamiento forzoso de nuestros líderes y sus familias. Hace ya varios meses pedimos protección colectiva e individual al Estado, pero éste solo se ha manifestado con algunos chalecos antibalas (que poco sirven cuando te disparan en el rostro como hicieron con William) y celulares. Como consecuencia de ello, el trabajo político y pedagógico de quienes apoyamos los acuerdos de La Habana se dificultó sobremanera.

Pese a este oscuro paisaje, y que seguramente lo mencionado en este espacio habrá sucedido en numerosas regiones del país, seguimos convencidos de que continuar exigiendo una solución política al conflicto armado interno es la única opción viable para garantizar la permanencia en los territorios de manera digna y por tanto seguimos apoyando y reivindicando los diálogos del Gobierno nacional con las FARC-EP y el ELN.