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Colombia-Ecuador
Uribe busca golpear de nuevo al presidente Correa
Fernando Arellano Ortiz / Sábado 14 de marzo de 2009
 

Los sectores más retardatarios de la derecha colombiana se han confabulado con el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez con el fin de desprestigiar al presidente del Ecuador, Rafael Correa Delgado, haciéndolo ver como auxiliador y simpatizante de las FARC.

El gobierno de Uribe consiguió estigmatizar al presidente venezolano Hugo Chávez y ahora ha montado una estrategia para hacer lo mismo contra el mandatario ecuatoriano.

En Colombia, el uribismo con el ministro de Defensa, el sinuoso Juan Manuel Santos Calderón y la precandidata presidencial, neoliberal a ultranza, Martha Lucía Ramírez a la cabeza, trata de engatusar a la opinión pública propalando el infundio según el cual internacionalmente se están abriendo paso las descabelladas tesis de la “legítima defensa” y la “defensa preventiva” que hacen parte de la malhadada doctrina Bush.

Lo que busca el uribismo con todo el aparato mediático a su favor, que manipula a la opinión colombiana, es justificar una nueva incursión militar a Ecuador y no descartar tampoco la persecución en caliente de guerrilleros en Venezuela.

Aspirantes presidenciales de la cuerda del mandatario colombiano como el ministro Santos; la senadora Ramírez; el ex ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias; y el director del partido Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, no sólo aplaudieron la violación a la soberanía ecuatoriana para atacar el campamento del comandante guerrillero Raúl Reyes en marzo de 2008, sino que, al mismo tiempo, no han tenido empacho en señalar que si se presentara una circunstancia similar, habría que volver a hacer lo mismo para dar de baja a guerrilleros que se encuentren en países vecinos.

El uribismo, con sus más conspicuos exponentes, se está atreviendo a “crear” derecho internacional y con argumentos baladíes trata de justificar la tesis de la “legítima defensa”, ante el fracaso de su política mal denominada de “seguridad democrática” que, si bien ha golpeado a la subversión, no ha logrado derrotarla y, por el contrario, ha terminado por replegar a la guerrilla hacia las márgenes fronterizas de Colombia que se caracterizan por ser porosas y selváticas.

Enemigos externos

Para el presidente Uribe Vélez y sus corifeos, los gobiernos progresistas de Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, constituyen enemigos externos de Colombia, hasta tal punto que estos mandatarios han sido estigmatizados y la gran prensa colombiana, amplifica ese mensaje y los hace ver como tales.

La propaganda sistemática de desprestigio contra los gobiernos progresistas de América Latina no es de ahora sino que se viene orquestando desde hace más de siete años por parte de la ultraderecha colombiana que le dio asilo a Pedro Carmona Estanga, el ridículo e ingenuo presidente de Fedecámaras que osó darle golpe de estado en abril de 2002 al mandatario venezolano Hugo Chávez. Una de las organizaciones que apoyó desde Colombia ese golpe fue la Fundación Buen Gobierno que dirigía el hoy ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, la cual se convirtió en una organización detractora del gobierno de Chávez y desplegaba una acuciosa actividad en ese sentido, por lo que recibía apoyo internacional.

Santos se ha declarado públicamente enemigo del gobierno de Venezuela y adversa al presidente Correa de Ecuador. Su característica es el oportunismo, su cinismo y su falta de coherencia. Frases suyas han hecho carrera: a comienzos de la década de los 90 dijo que “Colombia requería de un Fujimori” y durante el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) precisó que era necesario impulsar un “Frente Nacional con las FARC”. En el cuatrienio del presidente Ernesto Samper (1994-98) buscó apoyo de la dirigencia de esa guerrilla para derrocarlo; y para completar, utilizó las columnas de su periódico familiar El Tiempo, con el fin de atacar la reelección de Uribe en 2006, pero no tuvo problema alguno en terminar liderando el partido de garaje del mandatario y haciendo parte de su gabinete ministerial.

Ahora, antes de culminar su gestión como titular de la cartera de Defensa para asumir su rol como aspirante presidencial, Santos se ha empeñado a fondo en la concreción de un acuerdo con el gobierno norteamericano para que la base militar ecuatoriana de Manta que se cerrará el 12 de noviembre de 2009, sea trasladada a un punto en el Pacífico colombiano.

A finales del pasado mes de febrero, Santos realizó una ofensiva diplomática en Washington ante el Pentágono, al término de la cual anunció que Colombia permitirá el aterrizaje de aviones estadounidenses en bases de este país. En esta oportunidad el ministro fue categórico: “Estamos ampliando la cooperación con Estados Unidos en todo sentido y parte de eso es el acceso a nuestras bases y eso es lo que estamos negociando”.

Amenaza regional

De lo que se trata, en definitiva, es de ir ambientando el tema tanto en el ámbito colombiano como internacional, pues de antemano se sabe que la base de Manta será trasladada a un punto geográfico de Colombia y de esta manera ampliar la presencia de mercenarios norteamericanos para monitorear conjuntamente con las fuerzas militares colombianas a los gobiernos de Ecuador y Venezuela.

El interés tanto de Washington como del gobierno colombiano es involucrar activamente a Quito y Caracas en el conflicto colombiano, desestabilizando la región y generando zozobra y desconfianza entre los gobiernos de Sudamérica.

Uribe, en forma sibilina, alienta a través de Santos la concreción de un gran centro de operaciones militares en Colombia que sirva de plataforma de inteligencia para dinamizar los controles y el espionaje sobre gobiernos que considera adversos como los de sus vecinos Correa y Chávez.

Y Santos complacido con ejecutar esa tarea, convencido como está de que ello le traerá réditos políticos en su carrera por la Presidencia de la República.

Las advertencias tanto de Chávez como de Correa en el sentido de que no permitirán de ninguna manera que el gobierno colombiano se meta con sus respectivos países, constituyen una alerta para Uribe que con el apoyo de Washington quiere crear derecho internacional “de facto” al tratar de imponer a como dé lugar en la región su descabellada tesis de la “defensa preventiva” que aprendió muy bien de su amigo el funesto ex presidente norteamericano George W. Bush.