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Los ¨desiertos verdes¨
El monocultivo de eucalipto en los campos brasileños
Jefferson Manzano / Martes 17 de marzo de 2009
 

Dotado de mucha realidad es el adjetivo de ¨desiertos verdes¨ que se les da a las inmensas áreas monocultivadas de eucaliptos empleados para la producción de celulosa y papel en el Pampa Gaúcho en Rio Grande do Sul y otros estados de Brasil.

Sin duda es increíble la impresión o, para mejor decir, la presión que se siente al hallarse en medio de estos campos pisando tierra prisionera, que está dominada por pocos y que está produciendo billones para unos pocos, tierra que debería estar habitada por hombres y mujeres, niños, niñas, y moradas que alberguen un sueño familiar campesino, y plantíos para la alimentación y sustento económico de las familias sin tierra, familias que alguna vez fueron campesinas y que debido a las políticas del cruel sistema capitalista fueron expulsadas de sus tierras y que hoy por hoy están en las favelas de las grandes ciudades de Brasil, excluidas y marginadas por un modelo económico inhumano, y en especial las familias que están bajo una lona negra, soportando todos las dificultades que se viven en los campamentos del MST aspirando a conquistar su tierra para vivir dignamente e ir consolidando la reforma agraria que idealiza el Movimiento Sin Tierras.

Es despreciable el efecto nocivo que tiene el monocultivo sobre la naturaleza, comenzando por afectar a los seres humanos directamente ya que somos parte integral de la misma, y esta perversa dinámica del agronegocio comienza excluyendo al hombre del acceso a la tierra debido a la inexistencia de la diversidad natural, incluyendo a los seres humanos. De ahí el adjetivo de ¨desiertos verdes¨.

Observando las características de los campos de eucalipto se puede notar una gran densidad de hojas secas en el suelo que denotan tristeza, ausencia de cualquier tipo de animal silvestre, ni siquiera insectos, y menos otro tipo de planta que no fuera eucalipto y más eucalipto, debido al alto nivel de alelopatía manifestada de manera negativa sobre las demás especies de plantas, la cual caracteriza a todas las especies eucaliptus, además de provocar aridez y acidez en suelo, así como la agresiva utilización de agroquímicos y medidas totalmente convencionales empleadas por el agronegocio.

Es importante reflexionar sobre aspectos muy visibles para comprender el fuerte impacto ambiental y social que tienen los modelos convencionales de producción agropecuaria sobre la naturaleza y sobre la sociedad en general.

Primero hay que decir que la falta de diversidad natural significa un desequilibrio para la naturaleza, ya que en los ecosistemas deben convivir diversos animales y plantas para que haya equilibrio ecológico, condición que los monocultivos no atienden.

De igual manera, el uso de agrotóxicos y abonos de síntesis química degenera el suelo, tornándolo cada vez más dependiente de estos insumos, hasta llegar al punto de tornarlos improductivos y además exterminando con el veneno todo tipo de vida en la tierra y afectando significativamente la salud del hombre.

Hay que decir que esta actividad y todas las actividades de agronegocio en Brasil y en todos los países subdesarrollados son ejercidas y fortalecidas por empresas multinacionales y capital extranjero, auspiciados por los gobiernos de los países en las cuales se ejecutan las prácticas del agronegocio (países subdesarrollados).

Es el caso de los R$ 5,6 billones que el gobierno federal de Brasil le asignó a la multinacional Votorantim Celulosa y Papel, los R$ 15 billones que lleva invertidos en agronegocio en lo que va del segundo periodo presidencial de Lula, y los R$ 45 billones previstos hasta el 2011 para el mismo sector, sin tener en cuenta todos los perjuicios que causa para el medio ambiente y paradójicamente justifican este hecho, según ellos para la generación de empleo, siendo que sólo en el mes de diciembre del año 2008, el sector del agronegocio despidió a más de 134 mil personas de sus empleos a pesar del fuerte apoyo financiero proveído por el Gobierno y ni hablar del ultrarreducido numero de empleados que la Votorantim Celulosa y Papel tiene en su hacienda de 14.500 hectáreas. Pero, lógicamente, es imposible hacer entender algo a alguien a quien le pagan para que no entienda. Infelizmente el poder lucrativo de algunos pocos está por encima del bienestar y la justicia social.

Es inaudito que en el Pampa Gaucho, donde la vegetación nativa es predominantemente de estatura baja, plantar cultivos de arboles que crecen hasta 40 metros de altura y consumen de 30 a 40 litros de agua por día. Obviamente esto arroja consecuencias nefastas, al haber un cambio tan drástico en la constitución de la biosfera de un bioma tan flexible como lo es la Pampa .

En conclusión: son verdaderos desiertos verdes, pero sólo por el verde de los eucaliptos. Es así como se ven plantados el interés, el terror, el hambre, la tristeza y el espejo de un sistema salvaje y excluyente sin dar paso a la esperanza de los pueblos.

Una vez mas se nos viene a la cabeza un interrogante, lo mismo que preguntó el líder Cepe y en lo cual fundamentaba su lucha: ¿Por qué no la reforma agraria en vez de celulosa?

“Las extensiones de tierra conquistadas por la reforma agraria en el periodo de 10 años, al agronegocio le bastaron dos años para igualar y superar tal extensión, y aún esta en crecimiento con un fuerte auspicio del gobierno federal y los gobiernos estaduales en Brasil”.

La tierra es de los hombres y mujeres, está al servicio de la humanidad, como material principal para producir el pan para nuestros pueblos, por tal razón los campesinos somos los seres mas dignos, porque alimentamos a la humanidad.

La Pachamama tiene como función natural, servir de escenario para que en ella se siembren los sueños de una comunidad para que allí germine la semilla de la paz, para que las generaciones contemporáneas y futuras de la raza humana cosechen los frutos de una vida digna y de un territorio donde reine la armonía, un territorio de todos y todas.

Como campesino colombiano siento al campo brasileño como si fuese el mío, por eso me permito dar un concepto sencillo donde expreso mi rechazo a las diferentes prácticas de monocultivo y todas las perversidades practicadas por el agronegocio y su negativo impacto sobre la naturaleza, la dignidad, vida y colectividad humana.

Somos hermanos, somos compañeros, somos campesinos amantes incansables de la tierra y como todos los campesinos sin tierra considero que la lucha por la vida, el territorio, la defensa a nuestros recursos y el afán por alcanzar una vida digna para todos y todas y defender nuestra identidad como pueblo latinoamericano, independientemente de nuestra lengua, raza, religión, cultura o nacionalidad, tal lucha no tiene fronteras.

“La unión del pueblo latinoamericano hará la fuerza que romperá las cadenas que atan un buen futuro para nuestros hijos e hijas y para el mundo”... ¡Porque sólo el pueblo puede liberar al pueblo!

¡Que viva la lucha popular!