Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Los cultivadores y la bicicleta estática
Felipe Tascón Recio / Miércoles 8 de febrero de 2017
 

En cuanta entrevista sobre drogas le hacen a Juan Manuel Santos, siempre echa mano a la analogía de la “bicicleta estática”, esto es que con todo el gasto y represión hechos en la guerra antidroga, no importa lo que hayan pedaleado, siempre que miran a los lados están en el mismo lugar. Así el presidente colombiano reconoce que esta es una guerra fallida.

El 27 y 28 de enero pasados se realizó en Popayán la asamblea en la que debutó la Coordinadora de Organizaciones de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana -Coccam-, movimiento cuya meta es ayudar la implementación del sub-punto 4.1 "Programas de sustitución de cultivos de uso ilícito. Planes integrales de desarrollo con participación de las comunidades en el diseño, ejecución y evaluación de los programas de sustitución y recuperación ambiental de las áreas afectadas por dichos cultivos” del Acuerdo Final de Paz.

Escoger la capital de Cauca para este lanzamiento fue acertado. Los profesores Daza y Velázquez de la universidad departamental expusieron su recién publicada investigación en la que calculan que la hoja de coca es -por encima del café- el principal producto de esta región, ocupando el 7,2% del PIB caucano. En la entidad hay coca para uso ancestral en los resguardos indígenas del nororiente; mientras para la fabricación de pasta básica y cocaína los cultivos se ubican en la cordillera occidental, la costa pacífica y la vertiente amazónica de la bota caucana. Además Cauca es el mayor productor nacional de marihuana, siembra que se concentra en la cordillera central, donde también se cultiva amapola.

La Coccam está llamada a ser la aliada que necesita el Estado colombiano para que su pedaleo en drogas avance, pero para esto Bogotá tiene que reconocer a los productores de cultivos declarados ilícitos como emprendedores eficientes y sujetos de derecho, como quienes mejor conocen el llamado problema de drogas y por ende los que mejor pueden ayudar a solucionarlo. Sin embargo en la línea de partida de la implementación del sub-punto de sustitución no hay evidencia que indique que el gobierno entiende tales posibilidades y ventajas, al contrario pareciera que la política de la “bicicleta estática” continúa bien atornillada en el Palacio de Nariño.

Entre fortalezas y dudas

Gracias a los cultivadores de coca del alto Naya en el pacífico vallecaucano, quienes me integraron a su delegación, pude participar tanto de los dos días del evento como de la semana previa de reuniones preparatorias. La labor siempre estuvo dirigida a construir la estructura organizativa local, departamental y nacional, y a definir la línea política de actuación que unificará los criterios de todas las familias de pequeños cultivadores del país a la hora de emprender el reto de la sustitución concertada con el gobierno. En paralelo un equipo técnico sistematizaba el censo de hectáreas sembradas, levantado por los propios comités de cultivadores.

En el evento fueron recurrentes las noticias de entrada de paramilitares y algo nuevo: bandas de micro tráfico, a las zonas de las que se repliega las FARC, sin que el gobierno haya hecho nada para impedirlo. En consecuencia a los campesinos, además de la complicada implementación de la sustitución, les surge la necesidad de un nuevo tipo de resistencia para enfrentar a los que intentan posesionarse y controlar las fuentes productivas, impidiendo cualquier sustitución. Enturbió también el escenario la resolución 3080 del Ministerio de Defensa en la que los militares trazan su objetivo de erradicación “Bajo el entendido de que los programas de desarrollo alternativo, dados sus costos y período de maduración, no son en sí mismos una solución definitiva al problema de las drogas en los territorios, es indispensable el diseño y aplicación de una política integral de presencia estatal”, de esto resulta la esquizofrenia de 100,000 hectáreas como meta de erradicación forzada, frente a sólo la mitad para los programas de sustitución. Es decir más de la guerra fallida, de la que el presidente afirma pretende salir.

La inercia de la “bicicleta estática” se atravesó tanto en la etapa preparatoria, como en la propia realización del encuentro. Las desubicadas y agresivas declaraciones del funcionario a cargo del programa de sustitución gubernamental -el día 20 de enero- no sólo lograron aumentar su mala imagen entre los cultivadores, sino que también le definieron un sinsabor al evento, porque Díaz –en el imaginario campesino- personifica la intención estatal de birlar lo acordado. La víspera del inicio de la asamblea, y en lo que desde Popayán se vio como un intento de desviar la atención ante el éxito de la Coccam, se anunció con bombos y platillos –por medio de comunicado conjunto del gobierno y las FARC EP- el inicio de la implementación del punto 4 del Acuerdo de Paz.

La recepción de esta información en el evento fue ambivalente: por un lado la inclusión de cinco voceros de los cultivadores en el Consejo Permanente de Dirección del Programa Nacional Integral de Sustitución -PNIS- generó satisfacción aún con las dudas de si tendrían capacidad decisoria, y de un eventual desconocimiento del gobierno hacia la Coccam; por otro lado, fue vista como muestra de un gobierno arrinconado en su terquedad y desconfianza. Ejemplo de ello sería la imposición, cual espada de Damocles, del inicio del programa piloto de sustitución en Briceño Antioquía (10/jul/2016), como fecha límite de última siembra para entrar al programa.

Pero lo más desconcertante fueron los montos propuestos por el gobierno para financiar el Plan de Atención Inmediata: un millón de pesos (340 USD) mensual por familia el año siguiente a la erradicación voluntaria, y la mitad durante el segundo año. Esto parece un mal chiste ya que el menos productivo de los predios al mes produce 2,5 millones por hectárea. El gobierno -amparado en la ilegalidad de los cultivos- se niega a reconocer su eficiencia: alta rotación, alto rendimiento por hectárea y transformación rural con muy alta merma en volumen y peso. Mientras no reconozca estas características, seguirá proponiendo miserias no atractivas para los cultivadores.

A pesar de las dudas señaladas, la asamblea decidió exaltar como un éxito propio la asistencia del funcionario Juan Carlos Palau y el guerrillero Jairo Quintero a la clausura del evento. Para los cultivadores pesa más la posibilidad de participar dentro del Consejo de Dirección del PNIS. De la intervención de Palau vale reseñar que con el argumento del Estado obligado a ser receptivo con todos los ciudadanos, puso sobre la mesa la posible inclusión en dicho Consejo de líderes que se invente el gobierno. Mientras el comandante Jairo expuso la decisión guerrillera de continuar acompañando a los cultivadores en su lucha por el desarrollo integral en sus territorios.

El balón en la cancha del gobierno

El experto holandés Martin Jelsma en Popayán caracterizó el momento actual de arranque del punto 4 como de un exceso de “ilusión”, a lo mismo lo llamo “errores inducidos por la mitomanía”. La negociación de este punto en La Habana siempre estuvo atravesada por la falacia de la “narcoguerrilla” de Lewis Tambs, que desafortunadamente los negociadores oficiales tragaron entero, así que bastaba la dejación de armas de las FARC-EP para resolver el problema de las drogas. El error gubernamental en la negociación fue creer que la guerrilla era una especie de ente superior de los productores de cultivos declarados ilícitos, así que bastaría una orden suya para acabar con coca, amapola y marihuana. Muy temprano -en 2013- Timochenko les contestó que nunca los verían como erradicadores, pero como reza el aforismo castellano: “no hay peor sordo, que el que no quiere oír”.

Santos tiene dos alternativas: primera, puede insistir en el error pretendiendo de que la firma de las FARC-EP en los documentos de implementación del sub punto 4.1 funcione como el interruptor que les apague el problema de una vez por todas; o segunda, puede reconocer el error e iniciar una negociación realista con las familias cultivadoras organizadas en la Coccam. Para poder bajarse de la “bicicleta estática” el gobierno necesita oír, sin ninguna intermediación, y trabajar con esta ciudadanía colombiana cuya pobreza y aislamiento geográfico ha llevado a dedicarse a los cultivos de uso ilícito.

Presidente Santos, es hora de cambiar el paradigma.

Comentarios

Teresa Jaramillo, Coccam Puerto Valdivia - Antioquia
El encuentro de Popayán es importante porque ahí estuvimos todo el país coquicultor unido, compartimos experiencias y saberes, y terminó en un acto sobrio y muy bonito, no en una protesta.

El gobierno sacó un comunicado para calmar los ánimos, que puede tener cosas parecidas a las que queremos, pero con unos dineros que son una miseria, y si le empiezan a colgar corbatas (burocracia), va a llegar menos. La escasez de recursos sólo traerá otro fracaso, los cultivadores recibirán la plata, pero seguirán subsistiendo con coca. Otro problema grande son los municipios que están afuera de los priorizados, por ejemplo en el bajo Cauca antioqueño, sólo priorizan Tarazá, mientras en los 6 restantes se puede venir una guerra peor. Al tiempo que los de las FARC viajan hacia las zonas de normalización, el gobierno no está haciendo nada para impedir la entrada de paramilitares y bandas de micro tráfico, es el caso de Ituango donde se está dando desplazamiento campesino, y ¿dónde está el gobierno?.

La mata no es el problema; la coca, a pesar de las zozobras y de todas las guerras, nos ha dado a las madres campesinas una calidad de vida que nos permite tener hijos estudiando en la universidad. Por esto se busca una sustitución digna y concertada. En el comunicado surgió una ventanita que sería nuestra representación en la ejecución del PNIS, para empezar a participar, para corregir las miserias con que nos quiere sacar el gobierno, aunque si insiste… no le tenemos miedo a seguir peleando.

Edusmildo Ríos, Coccam San José del Fragua - Caquetá
El comunicado que recibimos en el encuentro de Popayán no nos dejó tranquilos del todo en la medida en que lo que se ve es que para las organizaciones sociales queda una instancia de consulta, pero no de decisiones. Sino se nos da la trascendencia con capacidad decisoria, al mismo nivel que el gobierno y las FARC, nos quedan reservado seguir manifestándonos con comunicados y usando la resistencia y la protesta, tal como lo plantearon los campesinos y el delegado de las FARC en el acto de cierre.

Sobre el encuentro, fue un trabajo muy importante de la Coordinadora de Organizaciones de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana -Coccam-, creo que consiguió sus objetivos en un 95%. Mientras que en las implicaciones de los Acuerdos de La Habana no se llega al 50%, porque el gobierno quiere imponer y no negociar y esto aunque lo conocíamos de antemano, nuestras expectativas eran otras. Desafortunadamente no hubo ningún avance porque no cambiaron el discurso, es por eso que debemos mantener la movilización, resistiendo y protestando si es del caso.

En cuanto al compromiso de las familias campesinas, que es más claro que el censo que estamos haciendo para medirle el tamaño real a los cultivos, considero que van a ser muy útil y que todos los campesinos vamos a colaborar, porque es la forma de irle al gobierno con los datos reales para negociar.

Orlando Gruesso, Coccam Guapi - Cauca
El encuentro de Popayán fue positivo y muy enriquecedor. A los afros nos ayuda porque pudimos ver e intercambiar con formas de organización de otras regiones, viendo a los que van más adelantados en organización les aprendemos, y esto nos sirve para fortalecer la nuestra en la costa pacífica. Además el encuentro fue muy útil para los asistentes por el tema formativo sobre el Acuerdo de Paz y sobre la misma organización local, regional y nacional de Coccam.

Lo que se anunció mientras estábamos en Popayán sobre el acuerdo reciente del gobierno y las FARC, y las respuestas del delegado del gobierno en el acto de cierre, no son la gran cosa, no son la solución a todos los problemas, por la complejidad del desarrollo territorial y los proyectos de sustitución que necesitamos, sólo es un punto de partida de lo que tenemos que hacer y organizar. Lo que quedó en el acuerdo es lo que las FARC alcanzaron a arrebatarle al gobierno, que como sabemos es represor y le interesa dispersarnos a nosotros los campesinos.

Tenemos un punto de partida para trabajar la transformación de nuestros territorios, lo lograremos con organización, con la unidad de todos los cultivadores colombianos, y hay que tener claro que la pelea recién –ahora con palabras y argumentos- se inicia.