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Opinión
Los grandes contrastes de Barranquilla, puerta de oro de Colombia
El desempleo es galopante, se ha impuesto el rebusque. Inmensos sectores, por no decir todos, se encuentran tomados por el microtráfico de alucinógenos y la violencia más aberrante con la complicidad al parecer de las principales autoridades.
Nelson Lombana Silva / Miércoles 15 de marzo de 2017
 
Foto: FNPI via photopin (license)

Barranquilla, puerta de oro de Colombia, es la capital del departamento de Atlántico. Plantada en la costa Caribe, suavizada por la brisa marina, es hoy por hoy una ciudad de grandes contrastes, como todas las ciudades del país dominadas por la corrupción, la violencia y el oportunismo que brinda el neoliberalismo capitalista.

Podría decirse que esta ciudad está suspendida en el aire. O dicho de otra manera y de la forma más cruda: vive en terrenos prestados. A manera de ejemplo: el aeropuerto, el estadio metropolitano Roberto Meléndez, el parque Muvdi, la central Gran Abasto, la termoeléctrica, el puente Pumarejo, etc. son obras que se encuentran en terrenos del municipio de Soledad.

Supera al parecer el millón de habitantes, en su inmensa mayoría provenientes de los departamentos de Bolívar y Magdalena. La cruda violencia militar-paramilitar en estos departamentos ha obligado a miles y miles de personas a emigrar de sus tierras y muchas de ellas han buscado refugio en esta ciudad costera, disparando dramáticamente los cinturones de miseria.

El desempleo es galopante, se ha impuesto el rebusque. Inmensos sectores, por no decir todos, se encuentran tomados por el microtráfico de alucinógenos y la violencia más aberrante con la complicidad al parecer de las principales autoridades. Existen las temibles líneas invisibles, pero, sobre todo, la ley del silencio. No se puede decir nada. La Policía es intocable. “Loco, yo te conozco” es la amenaza al parecer más frecuente.

Se distribuye todo tipo de alucinógenos en plena luz del día y en la nariz de la autoridad. El bazuco, el patrasiado al parecer son el pan nuestro de cada día en esta ciudad. Un habitante de esta ciudad, que lleva 40 años allí, señala sin rodeos: “Nada de esto puede funcionar sin el amparo de la Policía y altos funcionarios de la Administración”.

En el barrio Soledad 2000 –por ejemplo– hay un CAI con tres patrullas, las cuales tienen la responsabilidad de patrullar 300 barrios, pero en realidad existen muchos barrios en los cuales ni la Policía entra quizá por miedo o quizá a propósito debido a la complicidad con la mafia.

La pobreza sube por las paredes. Sin embargo, es un pueblo alegre, guapachoso. “El habitante tiene su casa bien bacana y su equipo de sonido. Se ubica en la terraza para refrescarse y recibir ciertas visitas. Esto no puede faltar”.

Al parecer el empleo predominante en casi toda la ciudad es el sicariato. “Hace 20 días, por ejemplo, hubo cuatro muertos de un solo golpe. Tres quedaron en el sitio y el cuarto fue llevado al hospital pero allí murió. Nadie vio, nadie oyó, pero que cobran esas muertes, la cobran, porque predominan dos leyes: una, la ley del silencio; y la otra, la ley del talión”.

La clase gobernante del municipio Soledad, dueña prácticamente de todo el territorio barranquillero, es al decir “la clase más corrupta del país”.

El dominio politiquero de la ciudad recae en los barones electorales de los dos partidos tradicionales y sus fracciones. José Name Terán y Gerlein Echevarría, liberal y conservador, respectivamente, entre otros.

Álex Char, hijo del magnate Fuad Char, es el actual alcalde, el “considerado mejor alcalde después del cura Bernardo Hoyos Montoya”. Este “pobrecito” es dueño de las tiendas y de las supertiendas Olímpica, lo cual indica que tiene más de 100 mil votos cautivos, porque además tiene molinos, etc. En alguna oportunidad José Name Terán dijo que Fuad Char era bueno porque compraba por toneladas de arroz proveniente de Tailandia, Camboya y Vietnam en alta mar. Es decir, contrabando. En elecciones, cada trabajador debe responderle al patrón con 25 votos, de lo contrario, es despedido casi que automáticamente.

El presidente del concejo municipal de Barranquilla actualmente es Juan Carlos Ospino de Cambio Radical, dice la fuente. Así las cosas, el alcalde puede hacer y deshacer libremente sin oposición de ninguna naturaleza.

¿De las EPS? Destila la corrupción. Solo se receta tiamina y acetaminofén. Lo que sí se pelean son las cirugías por la sobrefacturación.

A pesar de esta cruda realidad, el barranquillero es alegre, jacarandoso y charlatán. Se pelea cualquier velorio. Arma la parranda. En Soledad los negocios cierran sus puertas al paso de la caravana fúnebre. Compra el ron llamado “cococho”, es un aperitivo que se producía primero en el barrio Las Nieves, pero que ahora lo produce la licorera. El costeño no se emborracha, se “enchapeta”.

¿No es de grandes contrastes esta ciudad costera llamada Barranquilla y considerada puerta de oro de Colombia?