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“La apuesta es que esas luchas sociales y los procesos de paz se unan en la consigna de que la paz son cambios”
Entrevista con el comandante Pablo Beltrán, jefe de la delegación de paz del Ejército de Liberación Nacional, ELN, en Quito
José Antonio Gutiérrez Dantón / Martes 20 de junio de 2017
 

El día 16 de junio tuvimos ocasión de hablar con el jefe de la delegación de paz del ejército de Liberación Nacional, ELN, comandante Pablo Beltrán, sobre los avances y las dificultades que se están viviendo en la mesa de negociaciones de esta guerrilla con el gobierno nacional en Quito, particularmente, dada la decisión unilateral del gobierno de congelar las negociaciones durante la actual ronda, debido a diferencias de procedimientos. En esta entrevista, el comandante Beltrán entrega la visión de su organización sobre los constantes incumplimientos del gobierno frente a los acuerdos a que ha llegado con las FARC-EP y también a los acuerdos con las organizaciones sociales; sobre el copamiento militar y paramilitar de los territorios en donde ha hecho presencia la insurgencia fariana; sobre la necesidad de ir alcanzando acuerdos sobre una base distinta a la aplicada por las FARC-EP (que nada estaba acordado hasta que todo estuviera acordado), fundada en el principio de que acuerdo alcanzado, debe ser acuerdo implementado; sobre la necesidad de ir alcanzado un clima propicio a la paz con hechos y no solamente con acuerdos en el papel; y sobre la necesidad de la participación social lo más amplia posible como un primer paso para caminar hacia una concepción de paz transformadora, que pueda avanzar hacia las transformaciones fundamentales que el país requiere para superar la violencia armada, política y estructural del actual régimen.

A la luz de los últimos acontecimientos en el país, marcados por el incremento de la violencia y el exterminio a líderes sociales, sobre todo en las zonas rurales del país, así como por el atentado en el Centro Andino (que algunos sectores rápidamente han empezado a utilizar para atacar al ELN sin ningún fundamento sólido y sin mediar una investigación seria e independiente), creemos que esta entrevista constituye una contribución a los esfuerzos de quiénes buscan superar las causas estructurales que alimentan la violencia ciega y caníbal que desangra a Colombia.

José Antonio Gutiérrez D.

18 de junio, 2017

1. En un reciente comunicado, ustedes mencionan que, debido a distancias frente al tema de acciones humanitarias, el gobierno unilateralmente ha decidido congelar los acuerdos que se venían alcanzando en cuanto al acompañamiento y participación de la sociedad. ¿Cuáles serían, en pocas palabras, los avances que se han ido logrando, y cuáles serían estas diferencias?

El principal avance que se ha logrado en esta mesa es la agenda conjunta, sobre todo siendo conscientes que tenemos dos visiones de paz enfrentadas. Entonces tener esa agenda conjunta es el principal avance. Las diferencias, pues que para nosotros el método es de negociar los puntos de vista que tenemos. Y para ellos, les pesa, dada su postura arrogante, y acá aparecen en la mesa con exigencias e imposiciones unilaterales. Pues a nosotros nos toca recordarles, “espere un momento, hagamos aproximaciones de las posiciones iniciales que tenemos cada uno, busquemos líneas medias, y sobre eso, vamos pactando”. Entonces, ese ha sido, dijéramos, el diario, lo cotidiano de las diferencias.

2. El gobierno, por su parte, ha dicho de manera seca que "no se puede hacer pedagogía para la paz si el ELN sigue secuestrando". ¿Cuál es su visión de estas declaraciones?

Pues establecimos unos acuerdos, entre ellos el de pedagogía de paz, entonces ese tema de las privaciones de la libertad, también se van a discutir y acordar. Pero como no se hace entre los criterios que ellos quieren colocar, que es que nada esté acordado hasta que todo esté acordado, entonces los acuerdos iniciales que podamos ir logrando, los van metiendo a un congelador. Ese es el problema que tenemos en este momento.

3. ¿Qué pasos prácticos proponen ustedes para superar estas dificultades? Si el gobierno exige gestos tangibles de parte del ELN, ¿a qué gestos prácticos creen ustedes que debe comprometerse el gobierno, o qué condiciones deberían cumplirse?

Pues es que el gobierno se ciña a lo que es una lógica de negociación y no trate de imponer y colocar requisitos. Nosotros hemos dicho, los únicos requisitos que están escritos en la agenda son negociar con seriedad, celeridad y rigurosidad. En ninguna parte aparecen requisitos que si una parte, en este caso nosotros, no hacemos un acuerdo a la velocidad que ellos quieren, entonces el resto se congela. Eso es un invento que se saca la delegación del gobierno. Y pasos prácticos para eso, pues que volvamos a la lógica de lo que es la negociación.

4. Ustedes plantean una metodología muy diferente a la planteada por las negociaciones entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP, que se realizaron sobre el principio de que "nada está acordado, hasta que todo esté acordado", principio utilizado en el proceso de paz en Irlanda del Norte. Ustedes han preferido instalar el principio de "acuerdo pactado, acuerdo implementado". ¿Cuál es la razón por la cual optan por este principio?

Si, evidentemente hemos dicho que acuerdo pactado, acuerdo implementado. Porque, precisamente, colocar el tema de acciones y dinámicas humanitarias, que pertenece al punto quinto, colocarlo en principio, era para ir haciendo acuerdos que alivien la situación de personas no combatientes, que creen un clima de paz, que motiven la participación. Entonces, por eso hemos dicho, acuerdo pactado, acuerdo implementado. No podemos ir dejando todo para el final de la negociación, sino que ir creando el clima de paz desde ahora. Dentro de esa propuesta, es que hemos dicho que es necesario pactar un cese bilateral al fuego.

5. El comandante fariano Jesús Santrich, de la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación del proceso de paz de las FARC-EP y el Gobierno Nacional ha dicho que deben tener mucho cuidado con los incumplimientos del gobierno y que el ELN no debe ser ingenuo en este sentido. ¿Cómo interpretan estas palabras?

Pues primero, que cuando ellos empezaron a negociar eran conscientes de que el 80% de los acuerdos de paz del mundo, los Estados no los cumplen. Eso no es ninguna novedad. ¿Qué es la novedad acá? Que pese a que las FARC tenían una expectativa del bajo cumplimiento por parte del régimen, lo que está ocurriendo, es que es mucho más bajo el cumplimiento que los estándares internacionales. Entonces eso ya raya con cuestionamientos a la voluntad política. Porque a ellos les aplican un doble torniquete: por un lado, la extrema derecha, de todas maneras, vive recortando los acuerdos. Y por otro lado, la misma delegación del gobierno, que ya entra en una fase de dispersión y de descohesión de la coalición de gobierno, cada vez está más imposibilitada para cumplirles. Entonces, nosotros somos conscientes del tipo de interlocutor que tenemos y sabemos que hay un interlocutor que está dividido. La mitad quiere el proceso de paz, la otra mitad no lo quiere. Y todo eso introduce una gran de incertidumbre a todo este esfuerzo de solución política.

6. Es un hecho que los territorios históricamente de presencia de las FARC-EP han comenzado a ser copados por el paramilitarismo y por una fuerza pública que llega, muchas veces, con ánimo revanchista y cuya presencia han asociado algunas organizaciones comunitarias al paramilitarismo y a proyectos minero-extractivistas que vulneran a las comunidades. ¿Cómo analizan ustedes esta situación?

Los territorios en que estaban las FARC están siendo copados por paramilitares y militares. Ha habido un salto en el paramilitarismo. Ese salto se da en un plan coordinado con las fuerzas militares, entonces existe una tenaza legal e ilegal represiva sobre esas zonas. ¿Cómo vemos nosotros esto? Pues es un afán desde la lógica de guerra… según la lógica de ellos, el que copa los territorios, gana la guerra. Entonces están en eso. En ese sentido, pues nosotros estamos recibiendo muchos pedidos de distintas comunidades de donde salió la FARC para que hagamos presencia. Estamos yendo a algunas. No podemos ir a todas. Y estamos yendo es a ayudarle a la gente a organizar su protección, su seguridad, su defensa. No estamos en la idea de ir a crear guerrillas a cada esquina de Colombia. No. En este momento es que a la gente no la maten y no se perpetre un nuevo genocidio. Eso, para nosotros, es un deber, y vamos a tratar de cumplirlo hasta donde más podamos.

7. También hemos visto, pues ha sido reportado incluso por la BBC, que en zonas como el Pacífico, el ELN ha estado enfrentando esta presencia y amenaza paramilitar y delincuencial mediante la confrontación armada con estas bandas. ¿Cuál es la realidad de esta confrontación en el terreno?

Por supuesto, también desde los frentes guerrilleros nuestros ha habido enfrentamientos, en particular, la disputa por la Costa Pacífica es muy álgida, por una razón muy fuerte: son zonas poco habitadas, de pocas vías de comunicación, con inmensas riquezas de biodiversidad, y un gran puerto… porque esas costas tienen unas ensenadas y unas bahías muy aptas para la navegación. Entonces, toda esa Costa Pacífica es un gran puerto para la exportación de narcóticos. Entonces las bandas se disputan esos puertos, la infantería de marina hace acuerdos con ellos. Los acuerdos son que hagan contrainsurgencia y a cambio los dejan que trafiquen. Esa alianza es viejísima, desde la época de Pablo Escobar y todavía se mantiene. Eso explica por qué la producción de cocaína, por ejemplo, está llegando otra vez a las 700 toneladas. Entonces, está volviendo a llegarse a récord histórico de producción y a la par, crecimiento del paramilitarismo, y a la par, asesinatos de líderes sociales. Y esos asesinatos están localizados, exactamente, en las fuerzas alternativas que se oponen al régimen. Entonces sí estamos ante una matanza sistemática y por tanto sí estamos en el inicio de un nuevo genocidio. Pues, por supuesto que nosotros estamos en función de denunciar eso, de bregar a neutralizarlo, de combatirlo y de hacer un llamado para que prevengamos esta situación y no estemos ante otro genocidio como el de los años ´80 en contra de la Unión Patriótica, o de los años ´90 contra otras fuerzas de izquierda.

8. Después de la reunión de la Habana con la delegación de las FARC-EP, pese a las diferencias que puedan existir entre la visión del ELN y algunos de los acuerdos alcanzados por las FARC-EP, ¿cómo se posicionan ustedes ante este acuerdo y qué rol creen que puede jugar dentro de su propio proceso de paz?

Pues para nosotros tiene unos avances muy importantes. Para nosotros es decisivo que el acuerdo que se hizo sobre verdad, para que sobre esa verdad cada parte asumamos responsabilidades. Eso para nosotros es fundamental y pensamos que es un buen camino el que ellos han abierto. ¿Cuál es la desgracia? Que tan pronto se pactó toda esa jurisdicción sobre verdad y asunción de responsabilidades, las clases dominantes se han inventado los miles de trucos y estratagemas para burlar eso. O sea, para que no haya verdad y para no asumir responsabilidades, y para seguir haciendo lo de siempre. Le hemos dicho al gobierno que todas las cosas del modelo que ellos negociaron en La Habana, lo pueden colocar en la mesa nuestra. Pero no lo van a colocar en la mesa nuestra como un acuerdo que nosotros vamos a cumplir. No, que lo coloquen como una parte, como un referente, pero es para que lo discutamos, no para que los aceptemos sin discusión.

9. El país entero se encuentra hoy atravesado por luchas sociales, desde Buenaventura, hasta La Guajira, pasando por Rionegro y los maestros, junto a un fuerte rechazo a la fiebre minero extractivista mediante la acción por consulta popular, como en Cajamarca y Cumaral... ¿cómo evalúan ustedes este contexto y qué rol puede cumplir esta inmensa inconformidad social dentro del proceso de paz que ustedes adelantan con el Gobierno Nacional?

Efectivamente, Colombia está viviendo una gran explosividad de movilización y protesta social. Eso es importantísimo. Eso denota, primero, que hay un gobierno que les incumple a todos. Segundo, que esos incumplimientos se deben a que el Estado no está en función de las mayorías. O sea, como es un Estado neoliberal, todos los recortes que hay en el funcionamiento del Estado, es al gasto social. Todos los impuestos que se colocan, es en función de los más ricos. Entonces, las protestas de la gente, en últimas, atacan es el corazón del proyecto capitalista neoliberal. Y la desgracia está en que esas calificadoras de riesgo, siguen insistiendo y apretando, no el cinturón, sino el cuello. Fitch, que es una de ellas, hace una semana, dos semanas, dijo que había que apretar más el régimen fiscal. ¿Eso qué quiere decir? Apretar más las clases populares, a los más ricos no los van apretar.

Entonces, la protesta social está es contra todo ese incumplimiento y el modelo neoliberal. ¿Cómo ligar eso a la paz? Es por una vía. En Colombia, hay una consigna, que dice “paz son cambios, paz son transformaciones”. Entonces esa es la apuesta. Que esas luchas y los procesos de paz se unen en la consigna de que la paz son cambios. En esa dirección hay que trabajar.

10. Ustedes han planteado la idea de un diálogo nacional para superar el conflicto social y armado. ¿Cómo creen que podría avanzarse en este sentido en medio de la actual coyuntura? ¿Qué pasos concretos podrían darse en este sentido?

Pues ese es el punto uno de la agenda: promover un gran diálogo nacional, de todos, de todas las clases. Que de ahí salgan unos cambios básicos urgentes. Que el Estado asuma responsabilidad para hacer esos cambios básicos urgentes. Que en ese proceso de diagnóstico de la realidad nacional y de proyectar unas transformaciones básicas, también quede un acumulado organizativo que no se disuelva y que siga exigiéndole al régimen el cumplimiento de los pactos a que se han llegado en la Habana y los que lleguemos acá. Esos son los objetivos que buscamos.

11. Por último, ¿cómo podría contagiarse con este anhelo de paz transformadora del que ustedes hablan a esa inmensa masa de colombianos que permanecen apáticos o que sienten que la paz no les compete, y convertir ese anhelo en movilización social? ¿Cómo llegar a la juventud marginada en los barrios populares, a las dueñas de casa en los grandes centros urbanos, a la población LGBTI que sufre una violencia desgarradora en las zonas excluidas y a un largo etcétera que a lo mejor no ven la paz como un asunto de ellos?

Pues ese es uno de los retos más grandes que tenemos en la izquierda, porque el plebiscito de octubre pasado demostró que a dos tercios de los colombianos no les importa ese tipo de consultas y participación electoral. Esos dos tercios, ese 66% que no vota y que no le interesa, que es indiferente, no ocurre por generación espontánea. Eso es producto del sistema. La gente no cree en la corrupción, la gente no cree en los políticos, en los partidos, en los poderes del Estado. Entonces, es una crisis de la democracia. ¿Cómo se sale de las crisis de la democracia? Con participación, creando democracia directa, democracia participativa… ya que el descrédito de la democracia representativa es tan grande, el problema no es sólo repararla, es crear otras expresiones de democracia. Y el punto uno de la agenda nuestra, que es participación, apunta a eso, a integrar a los sectores organizados para desde ahí, poder incidir y atraer a los sectores apáticos e indiferentes. Es una gran meta, es difícil, pero pensamos que es lograble en la medida que avance este proceso de paz.