Sindicato de Trabajadores Agrarios del Sumapaz
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60 años de lucha por la defensa del territorio
El Sindicato de Trabajadores Agropecuarios de Sumapaz sigue acumulando años de resistencia por el páramo, el territorio y por vida digna de los campesinos
Sara Zapata / Jueves 6 de julio de 2017
 
Instalación de la asamblea de Sintrapaz. Foto Carolina Tejada.

El pasado 1 de julio se celebró en la vereda San Juan el aniversario número 60 de la fundación del Sindicato de Trabajadores Agrícolas de Sumapaz (Sintrapaz); ejemplo de resistencia campesina en nuestro país.

El sindicato fue fundado en 1957 gracias a la lucha de los colonos dirigidos por Juan de la Cruz Varela y Erasmo Valencia, quienes desde la organización y la lucha guerrillera lograron arrebatar la propiedad de la tierra a los hacendados latifundistas que se habían adueñado del Sumapaz.

Al evento arribaron comitivas de las diferentes veredas y municipios cercanos como El Duda (Uribe, Meta) y Cabrera (Cundinamarca). Asistieron la mayoría de familias, quienes heredaron la permanencia en el sindicato como orgullo de la región. La hija de Juan de la Cruz Varela, Laura Varela, y otras familias representativas de la lucha campesina, como Chaparral, Castillo, Anzola, Mora, entre otras, recibieron sus reconocimientos por el valor y la entrega en estos 60 años.

También estuvieron presentes organizaciones que han acompañado el trabajo del sindicato. Se destaca la importante labor del Partido Comunista Colombiano y de la Federación Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro); dentro de los artistas destacados estuvieron caricaturistas como el maestro Calarcá, Pinto, Guaico y Neira, quienes hicieron retratos de los asistentes a la celebración. En el espacio musical se destacó la presentación del cantante vallenato de las FARC-EP, Julián Conrado, y como aporte teatral la función de la obra del Teatro La Candelaria “Antígona, tribunal de mujeres”.

En la mesa principal del evento se encontraban: Libia Villalba y Moisés Moreno, ediles por la Unión Patriótica; Francy Liliana Murcia, alcaldesa local; Laura Varela, historiadora; Roberto Salazar, Cucho Nariño y Guillermo, excombatientes de las FARC-EP; Hernando Bejarano, delegado del Partido Comunista; Alfonso Ahumada, CUT Bogotá; Aída Avella, presidenta de la Unión Patriótica; y como dirección del sindicato, el presidente Misael Baquero y la vicepresidenta Yudi Villalba.

Durante más de medio siglo, los integrantes del sindicato han sido víctimas de una persecución constante por parte del Estado. Durante décadas la guerra quiso ocupar sus territorios y fueron frecuentes los bombardeos, los hostigamientos, los asesinatos, falsos positivos judiciales, torturas, empadronamientos, entre otras violaciones graves a los derechos humanos. La militarización fue tan fuerte que llegó a hacerse el cálculo de cuatro soldados por cada habitante de la localidad. Sin embargo, a pesar de lo difícil de resistir en medio de un país enfermo y anticomunista, las asambleas mensuales nunca se dejaron de realizar.

Hoy en día, con la esperanza puesta en el proceso de paz, los campesinos esperan seguir trabajando para cuidar el territorio y lo más sagrado: el agua. Esperan que gracias al punto 1 del acuerdo final para la terminación del conflicto, el de la Reforma Rural Integral, se pueda dar al fin ese estatus de Zona de Reserva Campesina; rótulo que, aunque en la práctica les corresponde, para el Gobierno ha sido imposible de reconocer, sólo porque hay unos intereses inmensos en los recursos naturales de esta región.

Hay dos enemigos grandes a los que Sintrapaz tiene como meta combatir por la vía legal, del diálogo y de la resistencia, se trata de la megaminería y el ecoturismo, este último uno de los principales problemas que los enfrenta con empresas de turismo y la institucionalidad.

Para los campesinos es inadmisible que el páramo más grande del planeta se convierta en una atracción turística sin tener en cuenta el daño irreparable que estas visitas pueden ocasionar a este ecosistema único; por más cuidadosos que digan ser los guías, es demostrable que los turistas son depredadores. Esto ya se ha visto en otros páramos o lugares sagrados como la serranía de La Macarena y el Cocuy, donde las autoridades locales han tenido que cerrar la entrada a turistas para parar la contaminación y que las especies puedan regenerarse.

Aunque directivos del sindicato afirman que el páramo está abierto para todos los colombianos y colombianas, son enfáticos en resaltar que cada visita debe ser con un propósito concreto, ya sea académico o artístico, y debe tener a la comunidad como beneficiaria.

Este aniversario coincide con el del Semanario Voz y es para nosotros un orgullo haber trazado este camino de resistencia y trabajo comunitario al lado de organizaciones tan comprometidas como Sintrapaz. ¡Felicitaciones y que viva la justa lucha de los campesinos de Colombia!