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Medellín, ¿violencia sin fin?
Adelaida Nikolayeva / Sábado 12 de agosto de 2017
 

El pasado fin de semana en un viaje a Santa Elena, en plena feria de flores, me impactó llegar y encontrar el parque en silencio en total, como muerto, y al preguntar enterarme que era a raíz del asesinato de un joven del corregimiento a manos de una de las bandas paramilitares que controlan la ciudad. Quise empezar con esa anécdota para señalar que es inevitable confrontarnos con el problema de la violencia e inseguridad que azota la ciudad, fenómeno que ha estado ligado al desarrollo del paramilitarismo desde las décadas anteriores.

Valga recordar que fue durante el 2002 con Álvaro Uribe en la presidencia y Luis Pérez en la alcaldía de Medellín que se ejecutaron varias operaciones militares en la Comuna 13 para retomar el control social y policial, donde el Estado no tuvo el más mínimo recato en utilizar paramilitares para entrar a la Comuna, en ese entonces en manos de las milicias populares, y llevó a cabo la conocida Operación Orión. [...] Orión no implicó el fin del conflicto armado ni del poder ejercido por actores ilegales en la Comuna 13. Los espacios dejados por la guerrilla fueron copados por el Bloque Cacique Nutibara [1].

Pero no solo fue Orión, hubo varias operaciones militares de esta naturaleza que dejaron alrededor de 300 víctimas entre muertos y desaparecidos, además de los heridos, encarcelados, torturados y desplazados. Desaparecidos, de los que no se sabe su paradero. Recordaba estos hechos horrorosos porque al parecer las ideas de las intervenciones militares siguen hoy en la mente del Alcalde Federico Gutiérrez y algunos concejales. #Fico ha dejado claro, desde la captura de su secretario de seguridad, Gustavo Villegas, que la ciudad nunca ha estado bajo su autoridad y control.

Y es que al parecer hay una clara relación entre las Convivir que operan en Medellín y las redes de apoyo de la policía [2], y así no hay helicóptero, ni cuenta de Twitter, ni estrategia de marketing digital que pueda contrarrestar ese tipo de alianzas. El Alcalde, nervioso y seguramente angustiado porque la situación se le ha salido de las manos, ha comenzado a cuestionar el trabajo de la Fiscalía y el sistema judicial porque no lo apoyan y lo dejan solo con los pillos y ladrones que él mismo captura, en algunas ocasiones, pues al parecer su formación en alta gerencia no le ha servido para entender cómo funciona el sistema judicial colombiano. Sumado a esto uno de los “honorables” miembros del concejo de Medellín revivió la propuesta de replicar otra operación Orión [3] en Belén Altavista a raíz de los asesinatos y hechos violentos que se vienen presentando allí hace algunos años.

Y es que al parecer un Alcalde que sólo entiende de usar policías y perseguir delincuentes no le ha servido de mucho su experiencia en gerencia y negocios. De allí que su empeño sea seguir anunciando nuevo pie de fuerza, como lo hizo en abril con el incremento de 650 nuevos uniformados para llegar a 7000 policías en la ciudad [4]. Siguiendo la misma estrategia de seguridad, ordenó la compra de un #Ficóptero en el que se invirtieron más de 6000 mil millones de pesos y para colmo de males, el capturado Secretario de Gobierno tuvo la oportunidad de anunciar la compra de todo un sistema electrónico para los comparendos que establece el nuevo código de policía y también de cámaras que transmiten en tiempo real [5]. ¡Qué innovadores!

Como bien sabe cada habitante de la ciudad, está demostrado que llenar esto de policías no sirve para mucho mientras el caldo de cultivo de la violencia en la ciudad siga ampliándose y profundizándose. Por eso la ciudad conocida en el mundo como la más innovadora, también se ha llevado el galardón de la más desigual [6]. La ciudad soporta bajo una gran estrategia mediática tener a más del 50% de su población viviendo con no más de 1,5 salarios mínimos y todo sabemos para lo poco que esto alcanza. Y no tendríamos que pensar mucho para imaginar la situación de 14% de la población que vive con 0.5 SMMLV [7].

La ciudad no ha cambiado mucho en materia de seguridad, pese a las enormes inversiones en este rubro, pues este año van 301 homicidios, 52 sólo en el mes de julio [8]. La ciudad está indudablemente controlada por el crimen organizado a través de bandas armadas que heredaron la tradición y estilo paramilitar de anteriores décadas, que el mismo Estado impulsó como estrategia de contención de las milicias. Así que mientras la solución a todos nuestros problemas siga siendo más policías, ejército y multas, sólo lograremos que lo que alimenta esta forma de violencia sean negocios cada vez más lucrativos. Por citar uno pocos ejemplos, el consumo mueve 6 billones de pesos en el territorio nacional. Un negocio que tiene una rentabilidad de más del 200% y que deja en manos de los expendedores 3,2 billones de pesos [9]. ¿Puede medio salario mínimo competir contra esto? O con los 500 mil pesos semanales que las convivir de la ciudad pagan a la policía? [10]

Es evidente que algo estamos haciendo mal. Medellín que se ufana de tener cobertura de servicios públicos, por poner un ejemplo, de mas del 80%, no menciona nunca las más de 70 mil familias que padecen la desconexión [11] y es que en la ciudad más innovadora del mundo, pagar una factura de servicios públicos cuando se gana medio salario mínimo es un sacrilegio, no alcanzaría ni para comer.

Mientras se siga vendiendo una imagen al mundo de ciudad pujante y la más moderna, al tiempo que estamos escupiendo en la cara de miles de familias que a diario se debaten entre el empleo informal de subsistencia y lo atractivo y útil de colaborar con las convivir y las bandas paramilitares que hay en la ciudad, no habrá ejército que pueda acabar con este fenómeno. Hay que avanzar como sociedad hacia la discusión de la importancia de la legalización con intervención del Estado, no sólo en términos de la cadena productiva, sino también en el tratamiento sanitario y por último y de manera urgente hay que construir sociedades más justas que permitan a todos ganarse la vida y vivir de manera digna.

La desigualdad que se reproduce permanentemente en la ciudad es el verdadero motor de la violencia, no la simple existencia de las bandas como piensa el Alcalde, que mira a la ciudad desde su #Ficóptero buscando pillos para capturarlos, tomarse foto y aumentar la opinión favorable. Así no se gobierna una ciudad, señor Alcalde. ¡No es el pillo, es la desigualdad social!