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De la retórica a la política y mientras tanto ¿cuántos más?
Guillermo Quintero / Sábado 12 de agosto de 2017
 

Quizás la extraña y engañosa retórica del gobierno colombiano en torno al proceso de paz, la defensa de los derechos humanos y la implementación de los acuerdos nos inspira a revisar la historia, una historia escrita en la página de sucesos de los diarios regionales, una historia que se alimenta de la esperanza rota del cientos de defensores de DDHH, luchadores sociales, líderes y lideresas que ya no están, pero que siguen vivos en la memoria colectiva de un pueblo que intenta una y otra vez conseguir la justicia social firmada en un acuerdo y que a pesar de esta historia ellos continúan, perseveran, creen y trabajan por la paz.

Nidio Dávila es el número 189 desde 2016, eso dicen los medios de comunicación quienes hacen su parte en la cadena, pues son quienes generan de la noticia la malicia intrínseca necrofílica y amarillista para que los hombres y mujeres -que para ellos- son solo parte de una lista, queden solo en la página de sucesos y que por supuesto generen terror en la población, “para que no lo sigan haciendo”, así como el correctivo por haber hecho algo muy malo. Y no se denota la intención de que la amarga noticia, que alimenta las estadísticas se convierta en un hecho reflexivo que inspire a los pueblos a solidarizarse y sobre todo a emprender nuevas luchas por defender los derechos humanos de los pueblos.

El contexto político colombiano del momento intenta fomentar mecanismos de implementación. Diálogos útiles se realizan en Norte de Santander, sentencias de tribunales, proyectos aprobados, adelantos en materia jurídica que exhortan a la población a unirse a las estrategias de implementación de unos acuerdos que garantizan la justicia social al pueblo colombiano. Sin embargo, mientras esto ocurre, se ven por parte del Gobierno incumplimientos escondidos por los medios de comunicación, dejando ver las costuras de este asunto.

La subestimación de la violación de derechos humanos durante el proceso de implementación ha generado centenares de víctimas. El no reconocimiento de las estructuras paramilitares por parte del gobierno lo hace cómplice de los hechos. La publicidad al genocidio y estigmatización de los luchadores sociales generada por los medios de comunicación los convierte en cooperantes. La mirada indolente de las altas estructuras de la iglesia da el aval a las prácticas. Así una vez más la trilogía Estado, medios de comunicación e iglesia cumplen su papel protagónico en la violación constante de los acuerdos de paz, de implementación y de derechos fundamentales de los pueblos.

Hoy el pueblo colombiano llora a sus hijos, padres, hermanos, amigos, compañeros; ayer fue Nidio, hace unas semanas Ezequiel y así muchos más de 100. Para muchos sólo números y noticias, para el Estado invisibles, para otros, muchos más, ejemplos que inspiran a seguir la lucha por la construcción de una nueva Colombia en paz y con justicia social. La memoria está despierta para seguir escribiendo una nueva historia, los sueños de Nidio y Ezequiel serán el mástil de la lucha de un pueblo que sigue día a día soñando con que la extraña retórica se convierta en realidad política.