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Opinión
El dominio mundial de Monsanto/Bayer
Rodrigo Bernardo Ortega / Lunes 16 de octubre de 2017
 

“Las guerras futuras serán por los recursos”. Esta frase que es compartida por millones de personas en el mundo y rechazada por “apocalíptica” por unos cuantos gobiernos poderosos, es cada vez más una realidad. En efecto, los tentáculos de grandes multinacionales se han posado sobre las reservas de agua, la compra de vastas extensiones de tierra y, sobre todo, en numerosas y costosas investigaciones dirigidas a la producción acelerada de alimentos, so pretexto de cubrir la demanda de la población mundial que, según estimaciones, podría ascender a nueve billones en 2050.

Al respecto el mega-imperio conformado por Monsanto y Bayer son en la actualidad unos de los negocios más sólidos pero al mismo tiempo altamente peligrosos y dañinos en el mundo. Veamos por qué.

El grupo alemán que compró a la multinacional norteamericana por 66.000 millones de dólares en septiembre de 2016, espera convertirse en el monopolio de productos agrícolas más grande del mundo. Según su vicepresidente global comercial, en los próximos cuatro años el grupo gastará más de 16 mil millones de dólares en “innovación y desarrollo”.

Esto desde luego es un eufemismo bajo el cual se ocultan las verdaderas intenciones del poderoso grupo económico: convertirse en el único dueño de la producción alimentaria, criminalizando las formas alternativas como modelos “poco rentables”. A través de esta alianza, el gigante alimentario pretende consolidar un entramado legal-económico-policial que atenta contra la soberanía alimentaria y el derecho de los pueblos de definir su política agraria.

No debe perderse de vista que el arma química utilizada en la Guerra de Vietnam conocida como “Agente Naranja” fue producida por Monsanto. Por su acción, más de 400 mil personas murieron y 500 mil niños nacieron con malformaciones.

Además, diversas investigaciones realizadas por prestigiosas universidades de Estados Unidos han evidenciado que el aspartame (edulcorante no calórico) y la sacarina elaborados por Monsanto causan distintos tipos de cáncer. De igual manera, la hormona del crecimiento bovino, desarrollada en los laboratorios de esa multinacional, está relacionada con el cáncer de mama, colon y próstata, razón por la cual ha sido prohibida en países como Canadá, Australia, Japón, Israel y Argentina. Los herbicidas, los cultivos modificados genéticamente y las semillas “Terminator” (que han vuelto extensos terrenos estériles) son otros de los inventos de Monsanto que han sido catastróficos para gran parte de la población mundial que es coaccionada a comprar sus productos envenenados.

De acuerdo a estudios científicoslos agroquímicos de glifosato desarrollados por Monsanto pueden ser los causantes de más de 25 enfermedades. Además de los diversos tipos de cáncer antes mencionados, la acción de los químicos ha causado Alzheimer, autismo, malformaciones genéticas, enfermedad crónica de riñón, colitis, hipotiroidismo, enfermedad hepática, entre otras.

No obstante los riesgos para la salud que han sido respaldados por estudios de diversa índole (por ejemplo, Toxicology, 2009), la multinacional estadounidense ha salido bien parada por las grandes cantidades de dinero que gastan en publicidad engañosa y abogados. A pesar de las denuncias e incluso de condenas en contra de Monsanto, todavía su poderío representa una amenaza para la diversidad y la autonomía alimentaria.

Si bien las inversiones de la compañía estadounidense se centran hoy en día en productos alimentarios, en su más de 110 años de historia, han sido los responsables de graves problemas ambientales y de salud pública. Por ejemplo,el poliestireno, uno de los elementos químicos más contaminantes del planeta, se sigue produciendo a pesar de las críticas. El grupo Monsanto está relacionado además con las investigaciones que desataron la purificación del plutonio para la producción de la bomba atómica. A partir de los años cincuenta comenzaron las investigaciones relacionadas con la producción y distribución alimentaria. Uno de los inventos catastróficos de la multinacional fueron los fertilizantes a partir de petróleo, cuyos agentes mataron los microorganismos benéficos del suelo, volviendo la tierra infértil.

De este modo queda comprobado que las acciones de la compañía norteamericana han sido perjudiciales para la población mundial. Lo más preocupante es que el emporio económico ha recibido el respaldo de la Casa Blanca. De hecho, el presidente Donald Trump, inició conversaciones con Bayer/Monsanto para la creación de condiciones favorables para la inversión en Estados Unidos.

Con una cifra que supera los 8000 millones de dólares el monopolio alimenticio espera asegurar su presencia hegemónica en el país del norte luego de algunos reveces financieros producto de las múltiples demandas en su contra. Lo preocupante de esta circunstancia es que la administración Trump se ha declarado abiertamente en oposición a quienes consideran el cambio climático un problema grave. Esto sin duda es terreno abonado para las multinacionales cuyo interés es la productividad por encima de los daños que se puedan causar al medio ambiente. El magnate-presidente es un representante de esa visión del mundo en la que lo más importante es el dinero.

Sin ningún tipo de traba legal, el grupo Bayer/Monsanto seguirá envenenando el mundo a pesar de las advertencias de grupos ambientalistas. El modus operandi de este monopolio es la producción de semillas que sólo pueden germinar con ciertos productos químicos. Si los campesinos intentan guardar semillas para su posterior siembra, con el fin de mejorar las especies, esta acción está enmarcada dentro de los delitos de propiedad intelectual. Así pues, los campesinos son obligados a botar parte de sus cosechas pues algunas legislaciones les imponen incluso penas privativas de la libertad. Este tipo de entramados jurídicos han blindado al gigante norteamericano que ahora se verá mucho más fortalecido con la inversión del grupo Bayer. Según algunas estimaciones el 90% de maíz distribuido en Estados Unidos es transgénico y propiedad de Monsanto.

Una de las consecuencias más visibles de las acciones de estas multinacionales es el endeudamiento de los campesinos con la compra de todos los productos. De acuerdo con las profundas investigaciones de Vandana Shiva, activista y filósofa de origen indio, los campesinos de su país para solventar las deudas que imponen estos grupos poderosos, han tenido que vender sus riñones, o incluso se han suicidado. La autora denomina este fenómeno como la economía de la muerte en la que a causa de las relaciones monopolísticas de la tierra y los acuerdos logrados con políticos corruptos, millones de campesinos han perdido sus tierras y otros tantos se han visto inmersos en una lógica depredadora. Este hecho parece confirmar la tendencia de la economía por formar monopolios muy al estilo del imperialismo que todo lo consume y todo lo convierte en negocio, incluso lo más vital de la vida: el agua y los alimentos.

Algunas voces se han alzado en contra de Monsanto y Bayer por lo que se espera reunir los testimonios suficientes para demostrar sus violaciones sistemáticas a los derechos humanos y ambientales. El Tribunal Internacional Monsanto es una iniciativa de la sociedad civil de numerosos países que pretenden hacer responsable a este grupo de los daños causados durante más de un siglo. El Tribunal llevó el caso ante la Corte Penal Internacional, cuyo pronunciamiento se espera en la primavera de 2017. Este fallo constituye un momento histórico sin precedentes en el que se espera que las multinacionales paguen por las atrocidades cometidas.

Uno de los testimonios recogidos fue un estudio realizado en Argentina, específicamente en la provincia de Santa Fe, que arrojó como resultado la tendencia de los habitantes a padecer diversos tipos de cáncer. El profesor Damián Verzeñassi, líder del proyecto, ha sido perseguido por la divulgación de sus conclusionesque parecen sumarse a otra serie de estudios similares.

Los poderes oscuros de Monsanto y Bayer han acallado las voces disidentes pues su único propósito es tener en pocos años el control total sobre la producción alimentaria mundial. Todo parece apuntar que la principal ambición de la megacorporación es esa, pues las fuertes inversiones en “investigación” se acompañan de la compra de enormes extensiones de tierra para la siembra de monocultivos.

Pobreza, desolación, muerte y desigualdad, ese parece ser el legado de Monsanto en más de un siglo de historia. La fusión con otra compañía que se ha encargado de producir enfermedades irreversibles es una muestra de las ambiciones económicas de un reducido grupo de personas. El respaldo que recibirá este emporio de manos del presidente Trump, deja entrever un futuro nada alentador toda vez que el alimento se transformará definitivamente en un negocio. Los campesinos que sabiamente repiten “los billetes no se pueden comer” están cada vez más acorralados por un sistema cuya principal motivación es llevarlos al borde de la desesperación. ¿Será acaso que Bayer y Monsanto quieren reducir la población mundial y ese es más bien su objetivo para 2050?