Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Debate
Educación política campesina: base para la Escuela de Líderes sociales
La educación política campesina debe derrumbar el mito del desarrollo, debe derrumbar el mito del libre mercado.
Johan Mendoza Torres / Viernes 15 de diciembre de 2017
 
Foto: Juan David Vargas - Agencia Prensa Rural.

Decían o escribían con gran acierto alguna vez “no se puede pretender solucionar desde el escritorio lo que se debe solucionar en el territorio”. Ahora que se ha firmado el Acuerdo de Paz, a los que creyeron que el problema del campo era la guerra o en su defecto la guerrilla, les han quedado dos opciones: la primera, darse cuenta de la realidad en el campo, de la exclusión política y sistemática que sufre, que nunca fue “solo” la guerra, sino la inequitativa tenencia de la tierra lo que promovió tanta violencia; y la segunda, creerles cuento a los defensores de la mentira y la injusticia, como por ejemplo a Ordóñez (ex procurador y quemador de libros) y Lafaurie (esposo de la politóloga de los Andes Sra. María Cabal), quienes lideran a alto nivel la lucha contra la restitución de tierras.

Las cosas están complejas: pensar que desde un Gobierno se ejecute la reforma agraria que necesita Colombia parece más un disparate que algo tangible. La gente en las ciudades, está tan sesgada por los efectos de la cultura de masas, está tan idiotizada con series y redes virtuales, que cree más probable que los extraterrestres invadan Colombia, antes que se dé una revolución agraria.

A alto nivel, las cosas están complicadas porque el escenario de las elecciones ha demostrado nuevamente más politiquería, más marketing, más imagen, menos ideas, menos principios, menos sentido de pertenencia a una causa. Pues mientras no se devele el hecho de que ser de izquierda no significa tener un “discurso social”, sino reconocer plenamente que los intereses de los terratenientes, de los politiqueros, están en absoluta oposición a los intereses de la gente trabajadora, campesina y citadina, endeudada o empobrecida de este país. Entonces algunos seguirán haciendo el ridículo creyendo que ciertas personas de la vida pública “son de izquierda”.

Asimismo, hace pocos días, se ha dado la estocada final a la posibilidad de que las víctimas pudiesen tener voz y voto en el Congreso, algo que como muchos saben, es realmente el escenario decisorio de Colombia. Es en esta institución donde la democracia de bolsillo de quienes hacen las leyes favoreciendo grandes intereses cobra vida, en medio de la más penosa tragedia social que se vive puertas afuera, ese escenario, el de las decisiones, está cerrado para la mayoría, pues la representación suena a un chiste cuando se sabe de los sobornos y los financiadores de campañas.

La posibilidad de una transformación es probable que esté muy lejana aún, pues la clase politiquera y terrateniente tiene como táctica violenta matar a la base política campesina, seguir aniquilando gente sin que el mundo, los medios masivos y la hipócrita “comunidad internacional” diga una sola palabra. De otra parte esa clase politiquera y terrateniente, tiene como táctica no violenta, invitar a fraternizar en clubes o finos restaurantes a los enemigos políticos (sobre todo en las ciudades), para luego corromperlos y formularles alianzas que a la final los dejarán muy bien relacionados, pero desconectados con el propósito inicial que tenían: ayudar a las bases. Pasó con Luis Eduardo Garzón quien se transformó de un orador marxista a un “bohemio” uribista. Pasó con Angelino Garzón, quien de sindicalista, se convirtió en un conciliador uribista, y así la lista es larga.

¿Por qué tantos se venden? ¿Por qué es tan difícil mantener una lógica entre lo que se aspira políticamente y las consecuciones prácticas para lograrlo? ¿Por qué cuando van sumando poder de convocatoria, esos “izquierdosos” sucumben ante alianzas con personas que no compartieron, ni compartirán nunca los intereses de los humildes? La crónica de una muerte política anunciada, puede ser esa última alianza de Petro con Clara, pues Petro ya venía en alza de manera solitaria, pero quienes aún insisten en que Clara es de izquierda, quizá simplemente les ha hecho falta saber quién es y de dónde viene tan prestigiosa señora. ¿Es eso malo? No. Simplemente que ‘la crema y la nata’ de Colombia no representarían jamás de una forma adecuada a los humildes, así como tampoco le daría la prioridad e importancia a los intereses que solicitan tantas personas empobrecidas en las ciudades y en el campo.

Claro, en las ciudades a la gente se le engaña a punta de consumismo, a punta de falacias mediáticas, a punta de mantener bien drogada a la juventud para que disipe todo elemento revolucionario, quedando petrificada en la idea del individualismo y así mantener el modelo económico intacto.

¿Qué hacer ante la situación política tan adversa? ¿Qué le espera la gente del campo que vive su vida lejos del centro del poder político del país? ¿Sentarse de brazos cruzados y esperar “votar por el menos peor” votar porque “toca” sin siquiera cuestionarse que es precisamente el modelo representativo el que está podrido y ha fracasado indudablemente?

¿Sentarse de brazos cruzados? ¿Lanzar la grosería al aire? ¿Seguir aumentando el derrotismo? Es que la baja moral, la desesperanza es precisamente lo que desea perpetrar la clase politiquera y terrateniente de Colombia. Hoy en las ciudades ronda un escepticismo tremendo y aunque amplias capas de la población quieren hacer algo, no saben cómo.

Por su parte en el campo, es donde se recibe el impacto directo de la violencia política, pero indudablemente es donde existen las mejores posibilidades de acción política porque ni aún la muerte ha “patraseado” a las organizaciones, ni aún la tergiversación de la realidad propuesta desde los medios masivos ha logrado disminuir el sentido de solidaridad y lucha que se ve allí. Hoy más y más jóvenes campesinos que vieron a sus abuelos luchar, a sus padres luchar, se empapan de abnegación, convierten el dolor en esperanza y la esperanza en resistencia.

¿Cómo pensar para el campo, un proyecto social revolucionario a largo plazo ante la dificultad de ejecutarlo a corto plazo? Con la educación política campesina.

La organización de escuelas libres compuestas por profesores voluntarios (rurales y urbanos) que desarrollen contenidos pedagógicos con las comunidades rurales políticas más organizadas, que tengan como propósito no “graduar” personas, tampoco, llevar campesinos a la ciudad como si fueran “especímenes raros”, a que deleiten foros académicos en los que a la mayoría les importa muy poco lo que les sucede.

No, la educación política campesina, nace en el campo y es para el campo, por supuesto debe recibir apoyo desde los sectores urbanos, pero son éstos los que deben desplazarse a las zonas rurales, sin pretender certificaciones ni halagos por trabajos investigativos, sino simplemente a construir un esquema educativo que permita consolidar en un futuro un proyecto de resistencia: La escuela de líderes sociales.

La educación política campesina debe derrumbar el mito del desarrollo, debe derrumbar el mito del libre mercado, derrumbar el mito de la sociedad de consumo al único nivel que ésta ultima domina a la sociedad campesina (el licor), debe derrumbar el mito del academicismo rural que compromete intelectuales mientras éstos terminan los trabajos y manosean a las comunidades para recibir los aplausos, debe construir una epistemología que logre consolidar las bases de una economía campesina, que se aleje de la estupidez de convertir a los campesinos en empresarios, y que se arroje a una batalla frontal contra el neoliberalismo. Debe consolidar la moral agraria de la acción campesina, impulsar los valores que resisten intactos a la barbarie. Debe lograr componer el propósito educativo inicial: la reforma agraria. Asimismo debe orientarse a consolidar mecanismos de resistencia no sólo política sino económica. Es un proyecto político por supuesto. Pero es ante todo un proyecto personal y comunitario para quienes en él participen.

La educación política campesina producirá la Escuela de Líderes Sociales. Es un proyecto que debe ser transversal a la ruralidad, que debe tomar lógicas que las comunidades ya conocen y han fomentado tales como la guardia campesina, los centros de formación política del Catatumbo, las mingas, la guardia indígena y demás fenómenos que hablan del estado avanzado de organización política que tiene el campo.

No desfallecer, ni ante la muerte ni ante la mentira, pues desde el campo ya camina la organización política campesina. La presente la finalizo con el ofrecimiento a las organizaciones agrarias de este servidor a la construcción de la escuelas de líderes sociales.