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Se fortalece la huelga en flores Benilda
Alfonso Hernández / Miércoles 23 de septiembre de 2009
 

Se han cumplido ya 16 días de la huelga en Benilda S.A.C.I. Los más de 400 operarios, la gran mayoría mujeres, venían reclamando que la empresa pagara puntualmente las quincenas y abonara a los fondos de pensiones y a las EPS las cotizaciones de ley que, además, les habían sido descontadas de los salarios.

Pero los patrones buscaban deshacerse del personal sin pagarle lo adeudado. Por ello, al atropello le agregaron la insolencia. El lunes 7 de septiembre, de manera desafiante, se negaron a fijar una fecha para liquidar la quincena atrasada, la que sólo cancelarían poco a poco y en un lapso indefinido. Le dijeron que debía irse buscar trabajo sin esperar el pago de lo adeudado, anunciaron también el cierre del casino y la suspensión del servicio del transporte y que no cancelarían la seguridad social ni las pensiones.

La actitud arrogante de los señores Mejía, propietarios de la firma, colmó la paciencia de los proletarios, quienes habían tenido que sufrir la negativa de las entidades de salud a atenderlos a ellos y a sus familiares, algunos de ellos con enfermedades graves y dolorosas, como cáncer o trombosis, y están expuestos a secuelas de por vida por la carencia de atención médica.

Hartos de humillaciones e incumplimientos, los obreros tomaron la decisión de entrar en huelga; quienes habían respaldado por largos años a los jefes patronalistas de Asotraben cerraron filas alrededor de Aidé Silva y los demás directivos de la Unión Nacional de Trabajadores de las Flores (Untraflores).

De inmediato, asumieron el control de las instalaciones de la empresa.

A partir de ese momento, con rigurosa disciplina, han venido turnándose en el cuidado de las varias porterías y en la vigilancia de las más de 40 hectáreas de las fincas San Marino y Terranova, para evitar que sujetos a sueldo de los Mejía sustraigan los bienes, puesto que una de las maniobras de estos capitalistas ha consistido en desangrar a Benilda para financiar compañías satélites en las que sólo enganchan a través de cooperativas para eludir hasta el pago de la seguridad social, pues los "socios" tienen que afiliarse al Sisbén y perciben lo que llaman salario integral, cuyo monto escasamente alcanza al mínimo, desconociéndose toda otra prestación de ley.

Durante más de 15 días, piquetes de trabajadores han pasado casi a la intemperie las frías noches sabaneras, se han desplazado en grupos a los municipios circunvecinos a recibir la solidaridad en las barriadas obreras y con firmeza, pero sin caer en provocaciones, han afrontado las actitudes agresivas de uno que otro comandante de Policía. También les ha tocado mantener bajo control a un minúsculo grupo de elementos patronalistas que se han encargado de desacreditar el movimiento y que, a costa de traicionarse a sí mismos y a sus compañeros, aspiran a obtener alguna dádiva de la gerencia.

Esta batalla obrera pone de manifiesto la grave situación de los asalariados de los cultivos de flores y, en general, la penuria que viven las gentes laboriosas. Al cobijo de una legislación cada vez más antiobrera, se ha desatado la más brutal explotación y las masas tienen que entregar su fuerza de trabajo por un salario menguado que en muchas ocasiones ni siquiera se cancela.

Ya es costumbre que los floricultores no cumplan con los sueldos, desfalquen los fondos de empleados, incumplan con el aporte patronal a la salud y a las pensiones y, para colmo, hurten los descuentos que hacen por nómina, los subsidios familiares, las horas extras. A la vez, refinan los métodos para extenuar a la fuerza laboral, a tal punto que en pocos años el obrero sufre las más diversas enfermedades, tales como las respiratorias, de la columna o el síndrome del túnel del carpo.

Mientras que las empresas grandes y pequeñas violan de manera flagrante la legislación laboral, las entidades del Estado hacen la vista gorda y nunca intervienen para poner coto a los desafueros. Si un trabajador se atreve a quejarse, es despedido de manera inmediata y sus reclamos naufragan en el oceánico papeleo del Ministerio de la Protección Social y de otros despachos oficiales.

En tanto que Diego Palacio se muestra tan activo en amenazar a la Corte Suprema de Justicia para tapar el escándalo de la "Yidispolítica" en cumplimiento de los oprobiosos mandados de Álvaro Uribe, ni siquiera hace un ademán para que se cumplan las poquísimas prestaciones supérstites en la ley laboral.

Las empresas de salud y los fondos de pensiones, en vez de exigir a las firmas el pago de las cuotas, se limitan a negarles los servicios a los afiliados, con lo que logran embolsillarse los aportes percibidos durante décadas y eludir el cumplimiento de sus obligaciones, lo que les resulta especialmente lucrativo cuando se trata de personas que están a unos cuantos años de jubilarse o que, por haber laborado durante un largo tiempo en condiciones infrahumanas, requieren de atención en salud. Como se ve, la situación de los asalariados día por día se hace más insoportable.

La huelga de los cuatro centenares de proletarios de Benilda ha recibido una solidaridad entusiasta y sincera de distintas organizaciones y personas. La Diócesis de Facatativá, Departamento de Pastoral para las Trabajadoras y los Trabajadores enjuició con palabras severas la conducta de los empresarios y animó a los huelguistas a mantener la unidad y a no doblegarse ante las injusticias. La Asociación Nacional de Empleados de la Rama Judicial (Asonal) también expresó su respaldo a tan justa lucha.

La Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación y la Agricultura (UITA) denunció los atropellos y expresó que el movimiento merece todo el apoyo. En el mismo sentido se pronunciaron Sintrainagro, Fensuagro y el Sindicato de Trabajadores del Concejo de Bogotá.

Pero lo más importante consiste en que la determinación de estos valerosos proletarios ha ganado el respaldo de los miles y miles de floristeros, quienes sacando de su exiguo salario han venido contribuyendo a mantener la huelga, aportándole en dinero y en especie. En los barrios populares de los municipios se alienta a los huelguistas y se exalta su ejemplo.

Por su parte, los benilderos son hoy más conscientes, rechazan las engañifas de los patrones y de los funcionarios oficiales y saben valorar su propia fuerza. En las largas jornadas discuten sus problemas, analizan la situación nacional y extraen lecciones de las picardías de que fueron víctimas y de la lucha que libran.

Han resuelto que no levantarán la huelga mientras la empresa no cumpla con las quincenas, incluida la que corresponde a los días del movimiento, y entregue los dineros correspondientes a la seguridad social. Es tan flexible la actitud del sindicato que ha expresado estos dos como los únicos requisitos para reintegrarse al trabajo, dando un mayor plazo para las otras acreencias.

En caso de que los propietarios se inclinen por no quieran continuar con la empresa, los empleados exigen que se inicie de manera inmediata el proceso de liquidación para cerrarle el paso a la maniobra de vender o cambiar el título de propiedad de los terrenos, el único activo capaz de garantizar las obligaciones laborales en mora.

El sindicato ha concurrido con esta posición clara a conversar tanto con los empresarios como con el alcalde del municipio de Madrid, el comandante de la Policía y el Defensor del Pueblo. A pesar de tan expresa voluntad de llegar a un acuerdo por parte de los trabajadores, los señores Mejía continúan en una actitud de hacer promesas que no cumplen, de instigar la división y de engañar y mentir.

Todas estas maniobras les han fracasado; el tiempo en que los operarios de Benilda caían en sus trampas ya ha pasado. Ahora tienen definidos sus objetivos y resueltos sus métodos de lucha, y una dirección lúcida y leal a sus intereses.

Los recaderos de la patronal se atreven a calificar al sindicato de "cerrado" y de "radical". De tal manera que cobrar el salario y pedir el derecho a la salud aparece como algo extremista, cuando se trata de las contraprestaciones mínimas que corresponden al trabajo. Lo que sí constituye un extremo es la intransigencia de los empresarios, sus abusos. Quienes acusan al sindicato consecuente sólo buscan encubrir las injusticias y las arbitrariedades.

A la cabeza del movimiento se encuentra Untraflores, que a lo largo de más de ocho años ha venido, con tesón, organizando a los floristeros de diversas compañías, asesorándolos y animándolos para que hagan valer sus derechos. También ha desenmascarado a los sindicatos de bolsillo de las gerencias, que se constituyen en un gran obstáculo para el alcance de las reivindicaciones.

La voz de esta agremiación se ha hecho oír nacional e internacionalmente. Con su periódico Florecer ha ganado un creciente respaldo. Así como lo hicieron los corteros de caña, los obreros de la floricultura también se levantarán y se harán respetar. Hoy son los de Benilda, mañana serán los de otras empresas y más y más proletarios los que se sumarán a la lucha impostergable e inevitable por los reclamos de los asalariados.

Notas Obreras expresa su más cálido respaldo a esta batalla y llama a la ciudadanía a apoyarla con todos los medios a su alcance.