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Multinacionales farmacéuticas quieren tomarse educación pública
El fármaco strattera: agresión y mercantilización de la educación
Frank Molano Camargo / Miércoles 14 de marzo de 2007
 

Las empresas farmacéuticas quieren introducir una droga en las escuelas públicas de Pereira. De esta prueba piloto pasarán al mercado escolar nacional.

«Millones de estadounidenses, millones, están discapacitados en el trabajo, en las escuelas o en casa por episodios de salud mental. Muchos están discapacitados por problemas mentales severos y persistentes. Estas enfermedades afectan a las personas, afectan a sus familias y afectan a su país.

Como muchos estadounidenses saben, es increíblemente doloroso ver a alguien que uno quiere luchar contra una enfermedad que afecta su mente y sus sentimientos y sus relaciones con otros. Oímos relatos hoy en una conversación de mesa redonda sobre eso - lo que la lucha implica para las familias.

Actualmente, nuevos medicamentos y terapias han mejorado inmensamente las perspectivas de millones de estadounidenses con las enfermedades mentales más serias y para millones más con enfermedades menos severas. Las tasas de éxito del tratamiento de la esquizofrenia y la depresión clínica son comparables a aquellas para las enfermedades al corazón. Esa es una buena noticia en Estados Unidos y debemos alentar a más y más estadounidenses a entender y procurar más tratamiento.»

George Bush,
Declaraciones sobre la salud mental,
University of New Mexico, Continuing Education Conference Center,
Albuquerque, Nuevo México, abril de 2002.

Mientras los grandes medios de comunicación y la élite incondicionalmente proestadounidense, se siguen rasgando las vestiduras y claman a los cuatro vientos que el Polo Democrático Alternativo pida perdón por las agresiones de los “violentos” y “vandálicos” manifestantes que expresaban el inconformismo popular con la venida de George Bush, otra noticia, asociada también con el emperador y sus intereses, tiene lugar en la ciudad de Pereira: las autoridades de Salud y Educación del departamento de Risaralda distribuirán entre los estudiantes un medicamento llamado Estratega (Strattera), usado para tratar el trastorno de déficit de atención asociado con hiperactividad, que además reduce la agresividad en los niños y jóvenes. Tan genial “alternativa” la anunció el gerente de la Empresa Social del Estado Salud Municipal, Juan Carlos Marín, la decidió el alcalde Juan Manuel Arango Vélez, teniendo en cuenta “estudios científicos” de las autoridades sanitarias de Estados Unidos que se refieren a los beneficios del medicamento. Tales estudios fueron “ratificados por investigaciones” de la Universidad Tecnológica de Pereira; y la avaló el psiquiatra y ex secretario de Salud Departamental Uriel Escobar, quien dijo estar de acuerdo con la medida.

Tales decisiones en que se pone en juego la vida de las personas, han despertado polémica en la región del Eje Cafetero, pero debe ser un asunto de debate público, pues tiene implicaciones que van más allá de los diagnósticos sobre agresividad e hiperactividad infantil, que es el formato preferido por los medios y las autoridades.

Para empezar analicemos quién produce el fármaco Strattera. Su fabricante es la multinacional norteamericana Eli Lilly and Company, compañía que, según autoproclama en su página web, se dedica “a la investigación y desarrollo de productos farmacéuticos superiores relacionados con el cuidado de la salud, que permiten a los pacientes tener vidas más largas, saludables y activas”.

Esta multinacional fue fundada por el coronel Eli Lilly, en 1876 en Indianápolis. Actualmente, la mayor accionista es la familia de Dan Quayle. En 1997, este vulgarizador del fundamentalismo neoconservador, junto a Fukuyama, Rumsfeld, Cheney, Wolfowitz, Scooter Libby, Zalmay Khalilzad, Norman Podhoretz, Elliott Abrams y Jeb Bush fundaron el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, cuya declaración de principios llamaba a una “política reaganista de fuerza militar y claridad moral” para “promover por doquier la causa de la libertad política y económica”. Se trata de la apuesta neoconservadora, que llegaría al poder en el 2000 con George Bush.

Lilly introduce Strattera en el sistema escolar de Estados Unidos, y luego del mundo, a partir del año 2002, cuando el gobierno de Bush, siguiendo las recomendaciones de la Comisión Presidencial Nueva Libertad para la Salud Mental, organizó una “guerra” contra la enfermedad mental, comandada por batallones de investigadores en salud mental, compañías farmaceúticas y universidades privadas. El campo a “liberar” era el conformado por el sistema escolar público, los programas de bienestar infantil y los sistemas de atención a la violencia juvenil.

La preocupación bushista por la salud mental no es otra cosa que una avanzada de los meganegocios farmacéuticos sobre el control de la vida y la salud de la humanidad. Desde entonces, Eli Lilly and Company ha aumentado exponencialmente sus ganancias, y con la ayuda del gobierno yanqui aspira a conquistar los mercados escolares del mundo, con ventas de drogas psiquiátricas como Paxil, Zyprexa, Adderall, Zoloft, Risperdal, Seroqual, Depakote, Prozac, Wellbutron, Zyban, Remeron, Serzone, Strattera y Effexor.

Ely Lilly & Co. no es cualquier monopolio imperialista. Varios tribunales internacionales (La Haya) y organizaciones no gubernamentales la acusan de crímenes y atentados contra la humanidad. Por otra parte, de tiempo atrás tiene fuertes lazos políticos y comerciales con la familia Bush: él mismo fue parte de su junta directiva hasta 1977 y fue accionista de la multinacional por varios años.

En la campaña del 2000, Lilly aportó a los republicanos U$1.5 millones para apoyar la subida de los neoconservadores.

Varios miembros de la Comisión Presidencial Nueva Libertad para la Salud Mental tienen fuertes lazos con Lilly y en general con la industria farmaceútica multinacional. Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa, fue presidente del consejo de administración de varias empresas biotecnológicas y farmacéuticas, entre otras la farmacéutica G.D. Searle, hoy parte de Pharmacia. Durante varias décadas desempeñó el papel de organizador estratégico del “negocio farmacéutico de las enfermedades” y condecorado por el negocio de los fármacos.

En el 2001 Bush designó a Mitchell E. Daniels Jr., vicepresidente principal de Eli Lilly and Company, como director de la Oficina de Administración y Presupuesto, que depende de la presidencia.

Estas relaciones económicas y políticas le han permitido a Lilly su expansión global, contando con el respaldo del gobierno para salir bien librada de varios escándalos por corrupción y atentados contra la salud humana.

Para la muestra algunos ejemplos:

Una de las drogas más cuestionadas en varios países que defienden la soberanía de la salud de su población, es Zyprexa, distribuida desde 2001 a nivel mundial. Las agencias reguladoras británicas y japonesas prohibieron la entrada de esta droga en sus países pues tenían informes de que podía estar relacionada con la diabetes.

En los EU, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) advirtió en el 2003 que Zyprexa afectaba la salud humana, sin embargo Lilly continúo las ventas en los mismos EU y otros mercados del mundo.

Algo similar ocurrió con el medicamento contra la osteoporosis Evista, que se vendía desde 1998 sin haber sido totalmente probado como seguro para la salud humana. Al igual que con Zyprexa, Evista se sigue distribuyendo y a pesar de las denuncias de médicos éticos, las autoridades norteamericanas no encuentran en Eli Lilly ninguna intencionalidad ilegal.

En el 2003, Bush realizó una gira por el África, en la que dijo estar muy preocupado por la problemática del sida. Para esto encargó la gestión de la iniciativa del gobierno de EU sobre el sida a Randall Tobias, un personaje sin experiencia en el terreno sanitario, pero que había sido alto ejecutivo de la multinacional Eli Lilly. Tal encargo, significó que los beneficiarios de la iniciativa contra el sida empezaron a ser los monopolios imperialistas y no las víctimas de la enfermedad en África.

El problema con Strattera

La FDA advirtió en el 2004 al gremio médico sobre reportes que señalaban que el uso de la droga tenía efectos como tendencia hacia la depresión y los pensamientos suicidas en algunos niños y adolescentes. Pero a lo único que se llegó fue a la recomendación a los proveedores que suministran la droga de que tengan especial cuidado y realicen seguimiento a niños y adolescentes que sean tratados con Strattera, notificando “cualquier empeoramiento clínico, agitación, irritabilidad, pensamientos o conductas suicidas, y cambios inusuales en el comportamiento, especialmente durante los primeros meses de terapia o cuando hay un cambio en la dosis”.

Pero negocios son negocios y la multinacional Eli Lilly & Co. anunció, tranquilizadoramente, que agregará un sello de advertencia en el empaque de la medicina. Sin perder tiempo, la multinacional inició una fuerte campaña con sus investigadores y publicistas a sueldo para demostrar los beneficios de la droga.

En el 2004 Eli Lilly proporcionó a la FDA los resultados de pruebas clínicas con Strattera realizadas a pacientes, las pruebas “demostraron” que no existe ninguna relación significativa entre pensamientos suicidas y consumo de Strattera.

Con tales evidencias, doctores como Thomas Laughren, director de la división de productos psiquiátricos de la FDA difunden al público que “Strattera es un medicamento efectivo que debe formar parte del armamento que puede usarse y que debe usarse”, añadió Laughren. “Pensamos que esta nueva información hará posible que se use de manera más segura”.

Otro médico, Harold Koplewicz, director del Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Nueva York, afirmó enfáticamente que “el problema real es que los pensamientos suicidas son comunes, si no normales, en los adolescentes”, así que no hay problema en vender drogas en las escuelas.

Para evitar cualquier interferencia con las ganancias, en el 2005 un comité asesor de la FDA consideró, que cualquier opinión en contra del uso de Strattera debe esperar hasta ““que se recolecten más datos sobre la seguridad del medicamento usado para tratar la hiperactividad en niños y jóvenes””.

Ahora, con la autorización de la FDA, esta multinacional de fármacos busca colonizar los mercados cautivos de América Latina. Necesitan socios menores que justifiquen la invasión, que hagan circular informes alarmantes sobre violencia juvenil e infantil, vandalismo en las escuelas y en las calles, problemas de bajo rendimiento académico por desatención, etc. Además requieren que funcionarios, políticos y académicos certifiquen los beneficios de Strattera y su impacto en la seguridad, la competitividad, el aumento de la atención y el rendimiento escolar.

Lo de Pereira seguramente es la prueba piloto. Falta establecer cómo y por cuánto fue el negocio. Se trata de un paso más en ese cínico y perverso proceso de mercantilización de la educación, de tráfico con la vida de los habitantes del planeta. ¡Qué horror!

Referencias

Boletín de Fármacos.

Comisión Presidencial Nueva Libertad para la Salud Mental.

http://www.deficitdeatencion.org/ene01.htm

Denuncia por genocidio y otros crímenes contra la humanidad perpetrados en relación con el «negocio con las enfermedades» de la industria farmacéutica y la reciente guerra de Iraq

Distribuirán entre los niños de Pereira pastilla que controla la agresividad.

Eli Lilly & Co.

María Paulina Correa Burrows. Proyecto para un Nuevo Siglo Americano y la ideologización de la Diplomacia estadounidense.

Martín Crespo. Bush aboga por la liberalización de las economías en su gira africana. Revista Amanecer.

Naomi Klein. Las grandes farmacéuticas y la política estadunidense. La prueba del sida de Bush.