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La crisis de empleo
Carlos A. Lozano Guillén / Miércoles 7 de octubre de 2009
 

En definitiva, el gobierno de la “seguridad democrática” no pudo con el desempleo, que según la estadística oficial, en agosto del presente año, fue del 11,7%, 0,5 puntos más que en agosto del año pasado, mientras que en las 13 principales ciudades se colocó en 13,1%, 1,7 puntos más que lo registrado 12 meses atrás. Con todo, la versión gubernamental minimiza el resultado con el argumento de que la economía va bien y que el país ya salió de la crisis, aunque industriales, empresarios y comerciantes, afectos al Gobierno, opinan lo contrario.

Son 241 mil los nuevos desempleados y 2’428.000 el total en Colombia, en un país en que la principal oferta de trabajo está en la informalidad y en los oficios independientes, que al fin y al cabo no son estables, porque hoy son y mañana pueden no ser. Según la estadística del DANE, los trabajadores por cuenta propia y en el rebusque aumentaron 6,8%, lo cual pone en duda la objetividad de la cifra oficial, porque lo que predomina en el empleo es la temporalidad.

Las ciudades más afectadas con el desempleo son Pereira (21,3%), Popayán (19,4%), Quibdó (18,5%), Armenia (17,2%), Pasto (16,8%), Medellín (16,0%), Montería (15,9%), Ibagué (15,1%), Manizales (14,5%) y siguen ocho ciudades más por encima de la media nacional. Son cifras alarmantes y sin ninguna opción de recuperación, porque la temporalidad del empleo amenaza de forma seria el incremento del flagelo social.

El Gobierno Nacional fracasó con la reforma laboral de hace tres años, aprobada con la condición de que, si no mejoraba la oferta de trabajo, se derogaría por ineficaz. Por supuesto, la promesa demagógica nunca se cumplió y la llamada flexibilización laboral de corte neoliberal no se convirtió en estímulo para los patronos, sino que al contrario afectó más los derechos laborales y los ingresos de los trabajadores.

En el campo la situación no es mejor. El desempleo aumenta, en particular en la fuerza laboral de los jóvenes, lo cual contrasta con la aberrante feria del dinero de Agro Ingreso Seguro, que fue entregado a latifundistas y avivatos amigos del Gobierno, en la más descarada e irregular campaña reeleccionista. Mientras Uribe Vélez sale a defender las donaciones a sus amigotes, con el cuento chino de que esa inversión era para generar empleo en el campo, las cifras revelan que este continúa cayendo en medio del desastre del campo colombiano.

El tiempo se le acabó a Uribe. Un año antes del fin de su administración, no hay decisiones de fondo, a la expectativa de la aprobación del referendo reeleccionista. No se había visto descaro igual.