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Guatemala: Ritual cíclico
Puede influir negativamente en otras etapas.
Irmalicia Velásquez Nimatuj / Lunes 26 de octubre de 2009
 

Cuando la justicia que demandan las comunidades indígenas y organizaciones campesinas se vuelve lenta, sorda, se corrompe, la enredan o no responde a las peticiones por los topes del sistema, los colectivos desesperados deciden utilizar estrategias de presión. Algunas de estas medidas les llevan –cuando han sido sacados por fuerzas de seguridad de sus territorios o espacios de trabajo– a instalarse en carreteras o realizar marchas a la capital.

En resumen, los campesinos se ven presionados a sacar la lucha indígena y campesina del espacio local y regional para trasladarla a la capital y concentrarse en la plaza central, desde donde demandan al presidente de turno que les atienda.

Para el Estado, especialmente para el sistema jurídico, las estrategias de presión de los campesinos, como toma de fincas, marchas a la capital o instalarse en la plaza central, son “acciones fuera de la ley”. Pero al analizar la historia de cada comunidad, se devela que ha sido el Estado el que permanentemente recurre a “acciones fuera de la ley” al usar la represión para no escuchar y para acallar las demandas.

En muchos casos es el repudio o la presión internacional ante el uso excesivo de la violencia estatal la que obliga al Estado a sentarse a negociar con los campesinos, quienes en la mayoría de casos terminan aceptando imposiciones o medidas paliativas ante demandas estructurales, porque es lo único que el Estado negocia. La reciente marcha del 12 de octubre muestra la persistencia del “ritual cíclico de protesta masiva-negociación-acuerdo-promesas incumplidas” que plantean James Petras y Henry Veltmeyer, en el que han estado inmersas las luchas indígenas y campesinas de América Latina.

Pareciera que el único camino que tienen los indígenas en América para ganar algunas batallas es utilizar estratégicamente los círculos de presión y diálogo.

Aunque comparto la estrategia campesina, mi crítica es que el ritual cíclico puede alargarse indefinidamente y puede desgastar a las bases e influir negativamente en las etapas posteriores, cuando se gane parte de alguna batalla. Además, impide desnudar con crudeza, en su propio espacio, al sistema jurídico que no funciona, porque quienes lo controlan lo impiden, frenando con sus acciones que un verdadero estado de derecho emerja en este país centroamericano, caracterizado por haberse fundado sobre pilares racistas, represivos y elitistas.