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Buscaban el cierre sin pago a los trabajadores
“Nos obligaron a tomarnos la empresa”
Desde el 7 de septiembre pasado, 450 trabajadores de la empresa de flores Benilda se tomaron las instalaciones de la entidad para exigir el pago de sus salarios y prestaciones sociales. Los abusos patronales son una muestra más de la manera como el capital juega con las necesidades de los trabajadores.
Juan Carlos Hurtado Fonseca / Miércoles 4 de noviembre de 2009
 
Trabajadores de Benilda en huelga. Foto Untraflores.

Ante el abandono de la finca por parte de sus dueños que pretendían una liquidación de la entidad sin el pago de las deudas laborales, los 450 trabajadores directos que tenía la empresa de flores Benilda decidieron tomarse las instalaciones para obligar a la administración a resolver la problemática generada por el atraso en el pago de salarios y de prestaciones sociales.

Las condiciones de los trabajadores de la empresa ubicada en Facatativá (Cundinamarca) empeoraron desde hace dos años, cuando les empezaron a incumplir el pago de sus bajos salarios, las dotaciones y la seguridad social. Éstas llegaron al límite en el momento en que los dueños de la plantación dividieron la finca en dos partes, el pasado mes de abril, para distribuir a los trabajadores: los directos en una y los contratados de manera temporal en la otra. En 2000 había 1.200 trabajadores directos que poco a poco se fueron reduciendo hasta tener sólo 450 directos y más de 500 de manera temporal.

Propuestas deshonestas

El pasado 20 de agosto, la administración reunió a todo el personal para comunicarle que Benilda sería liquidada y le hizo dos propuestas: hacer una terminación de contrato de mutuo acuerdo para reclamar una liquidación del 50% de lo que correspondía, pero reclamarlo en cuotas desde ahora hasta febrero de 2012. Algunos aceptaron pero hasta el momento les han incumplido. La segunda fue aceptar una licencia no remunerada, para que supuestamente laboraran en otra entidad.

“Al ver que no dejaban otra salida, les preguntamos qué pasaría con los que no aceptábamos, y nos dijeron que no había cómo pagar, que esa platica se había perdido. ‘Si quieren quédense viendo cómo agoniza esto’, nos dijeron”, asegura Aidé Silva, presidenta del sindicato, y explica:

“Benilda cuenta con cultivos en Toca (Boyacá), Soacha y Ventaquemada (Cundinamarca), en algunas de las cuales tenían contratación directa. Para poder cambiar la manera de contratación, los dueños de la empresa reemplazaron el nombre de algunas de sus firmas. Ellos siempre se quejaron de tener una nómina muy alta, unas cargas prestacionales altas, decían que así no era viable y que eran viables formando empresas pequeñas y contratando con cooperativa o temporales”.

En manos de la Superintendencia

La situación no les dejó otra alternativa que hacer un cese de actividades con la toma de las instalaciones de la empresa desde el pasado 7 de septiembre.

“Ya habíamos hecho paros de unas pocas horas. Pensábamos que iba a ser corto, pero al ver la respuesta del señor Mejía -el dueño-, quien nos dijo que no nos pagaría, nos obligó a continuar con la toma de la empresa. Previamente al paro ellos saquearon las oficinas. Estaremos acá hasta que la Superintendencia de Sociedades nos resuelva esto. La administración hace tiempo había querido liquidar la empresa pero sin liquidarnos como ordena la ley, querían cansarnos, agotarnos. Juegan con las necesidades de los trabajadores, porque un salario mínimo no es que alcance para mucho”.

“Si en una quincena una empieza a ver la alacena sola, empieza a haber problemas. Por eso jugaron con nuestras necesidades. Pero nos hemos sostenido ya por dos meses”, explica la dirigente sindical.

Como medida de presión y lograr que los dueños de la empresa se sentaran a resolver la problemática, los trabajadores, en su gran mayoría mujeres, obstaculizaron la vía principal que comunica a Facatativá con la capital del país, y aunque lograron hablar con la administración no obtuvieron soluciones.

“Pedíamos que siguiera la empresa, que se pusieran al día con el pago de nuestras prestaciones y otras acreencias. La negativa nos obligó a que los trabajadores presentáramos a la Superintendencia de Sociedades un memorial solicitando la liquidación obligatoria. El 22 de octubre nos otorgó eso y ya nos nombraron un liquidador. Esperamos que vengan y nos resuelvan los contratos de trabajo de todos”, comenta Aidé.

Son 450 trabajadores que están en la finca, de los cuales dependen alrededor de dos mil personas, pues en su mayoría estas mujeres son cabeza de hogar. “Todos los días teníamos que levantarnos a las cuatro de la mañana, dejar almuerzo y desayuno listos para los niños, entrar al trabajo a las seis de la mañana hasta las dos de la tarde para quienes trabajábamos en el cultivo, si no había horas extras. Y el personal de la postcosecha, es decir, el que clasifica, no tenía horario, debía estar dispuesto hasta terminar despachos”, narra Aidé.

Actualmente los cultivos de rosas y claveles están abandonados, las plantas secas y una gran cantidad de éstas muertas, al no recibir asistencia alguna. “En algún momento les dijimos que nos permitieran regar. Pero los supervisores pusieron sellos de seguridad, sellaron las bombas de riego y no nos lo permitieron. Es una prueba más de que querían terminar con la empresa”.

La presidenta del sindicato, Aidé Silva, se dirige a los trabajadores en un mitin frente a las instalaciones de la empresa.