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Mirador
La sombra de Laureano
Carlos A. Lozano Guillén / Miércoles 28 de marzo de 2007
 

El Gobierno Nacional decidió establecer el delito de opinión en Colombia, como lo fue notorio en la segunda mitad del siglo pasado, en particular en las dictaduras conservadoras de Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez, lo que parece repetirse como realidad durante las dos administraciones seguidas de Álvaro Uribe Vélez. De esas dictaduras, entre otras cosas, es fiel heredero el ministro del Interior, Carlos Holguín Sardi, porque es donde está su fuente ideológica, estrechamente ligada al nazifascismo de la época.

En la actualidad, en Colombia transitamos el mismo camino de oprobio. De hecho y sin darse cuenta, así lo reconoció el ministro Holguín Sardi en el debate reciente del Senado, porque con su aguda inteligencia y perspicacia encontró “coincidencias” entre los grupos armados insurgentes y los dirigentes del PDA, suficientes para decirles que son cómplices de la guerrilla. En el caso del autor de esta columna, la “prueba reina” de que es “vocero de las FARC”, como lo aseguró el presidente Uribe Vélez, está en que Anncol, según el ministro hinteligente (así, con h) la página web de las FARC, reproduce sus artículos, como lo hace también con los de María Jimena Duzán, Daniel Samper, Alfredo Molano y otros connotados columnistas de la prensa colombiana.

Sobra decir que Anncol, agencia que funciona en Suecia de manera abierta y legal, no es la página web de las FARC, aunque reproduce varios de sus documentos y pronunciamientos. Pero para Holguín Sardi, sucesor pequeño de Laureano (el gran Burundún Burundá de Jorge Zalamea), las coincidencias son suficientes para hacer la acusación. No es la consabida práctica macartista de los mediocres en el poder sino el establecimiento abierto del delito de opinión, como lo dijo el senador liberal Luis Fernando Velasco en el Congreso.

También se ha intentado este silenciamiento institucional contra la senadora Piedad Córdoba, porque en México calificó de ilegítimo al gobierno de Uribe, elegido con los mismos votos mal habidos de los congresistas uribistas que están en la cárcel. Así que a Piedad no se le fueron las luces sino que se le encendieron muy bien, porque no pueden haber vacilaciones frente a la confrontación con los enemigos de la democracia y la justicia social.

El país regresa a la época terrible de Laureano Gómez, El Monstruo, que asoló campos y ciudades mediante el terrorrismo de estado, de la mano de la represión oficial y de los temibles pájaros paramilitares de los años 50. Eso lo conoce muy bien Carlos Holguín Sardi, porque es parte de la deuda histórica que su Partido Conservador tiene con los colombianos. Ahí está una de las razones principales del conflicto, de palpitante actualidad medio siglo después del régimen burgués-terrorista colombiano.