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Entrevista con Isabel Álvarez, coordinadora de la red Nekasarea
Euskal Herria: «En los grupos de campesinos y consumidores desaparecen las figuras de vendedor y cliente»
Hace tres años el sindicato EHNE-Vía Campesina empezó en Bizkaia, a modo de prueba, con un grupo de consumidores que compraba directamente al campesino. Hoy, el número de asociados va en aumento en lo que se conoce como Nekasarea, una red en la que productores y usuarios se relacionan mucho más allá de lo que es una simple acción de compra-venta.
Joseba Vivanco / Lunes 23 de noviembre de 2009
 

La idea comenzó a fraguarse hace seis años, pero funciona desde hace tres. En el último año se ha extendido, pasando de tres grupos antes del verano a 17 en la actualidad. «Producir sano aquí para comer sano aquí», es el lema que han reforzado en una reciente jornada celebrada en Zornotza. Una idea de consumir abierta a cualquiera; los interesados sólo deben contactar con el sindicato en el teléfono 94 6232730.

¿Por qué surgió Nekasarea?

Por el interés de los campesinos y de personas por otras formas de relacionarse con la alimentación. Lo que persigue es tomar parte activa en cómo nos alimentamos y ver la alimentación como un derecho y no como una mera mercancía. A ello hay que sumar la necesidad del sector de buscar una salida para sus productos fuera del circuito de las grandes distribuidoras y multinacionales, que como se comprueba sólo contribuyen a su desaparición.

¿Cuál es aquí la relación entre productor y consumidor?

En este caso la persona vendedora es algo más que un mero «vendedor». Es una persona cercana con la que se establece una relación continua y con la que se comparten problemas. En estos grupos desaparecen las figuras de vendedor y cliente; aquí todos somos parte responsable de la alimentación del grupo. Es lo que llamamos agricultura de responsabilidad compartida.

¿Y cómo se «relacionan»?

Se pasa al grupo de consumidores una lista de productos y, según las necesidades, la gente hace una planificación mensual. Aunque los repartos son a la semana, la planificación es mensual para que los campesinos se coordinen. En función de la planificación, se calcula cuánto pagan al mes. Se comienza con un periodo de prueba de tres meses y si posteriormente la gente quiere seguir, el compromiso es anual.

¿Y cuánta gente se mueve ya en torno a estos grupos?

Actualmente mueve a unas 400 familias. Los grupos se distribuyen por toda Bizkaia, desde Durangaldea a Bilbo, Getxo, Barakaldo, Orduña, Basauri...

¿Y en el resto de Euskal Herria?

Hay en Gipuzkoa, concretamente en Arrasate y Beizama; en Araba también hay varios grupos de consumo que recogen sus cestas en el Bar el 70 de la Kutxi; en Nafarroa están Tomate Gorriak, que ya tienen unas 200 familias, y en Iparralde funcionan las AMAP.

Acceder a unos productos de calidad y de forma directa. Pero ¿a un precio competitivo?

Nosotros no entramos a valorar la competitividad. Obviamente, no queremos «competir» con el sistema, sino demostrar que somos cosas diferentes y la experiencia nos demuestra que las personas valoran esto. Además, los productos de los grupos provienen de una agricultura campesina, que va más allá del manejo «ecológico» definido como limpio y sin pesticidas, y que implica productos lo más locales posibles, la conservación de una biodiversidad y unas relaciones justas entre campesinos y consumidores.

¿Pero resultan más caros?

No. En este modelo se trabaja en base a una planificación, ya que los campesinos ya saben las necesidades del grupo y pueden ajustar mejor el precio, obviando el hecho de que no existen intermediarios que son, generalmente, los que especulan con los precios. Además, no estamos pagando el coste «social» que conllevan los productos de las multinacionales.

El dichoso encarecimiento de los precios por parte de los intermediarios...

La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG-Vía Campesina) y organizaciones de consumidores han denunciado hace poco que los márgenes comerciales de la cadena agroalimentaria han aumentado con la engañosa «guerra de precios» de la gran distribución.

Las producciones agrícolas han multiplicado casi por seis su precio de la huerta a la mesa. Las cebollas, con un 1.733%; las zanahorias, un 1.213%; las patatas, el 1.200%; y berenjenas, un 1.131%, fueron en octubre los casos más escandalosos. ¿Y la leche? Mientras el precio en origen era ese mes de 0,29 el litro, el precio de destino estaba a 0,84 euros.

Una forma nueva de dar salida a los productos y, de paso, quién sabe si de convencer a los jóvenes para que vean en la agricultura una salida...

La verdad es que este sistema está sirviendo mucho para que la gente joven se instale, porque ven una salida real y digna a su producción.