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La masacre del 28 de febrero de 1999 en Barrancabermeja
Asorvimm / Sábado 5 de marzo de 2011
 

La Asociación Regional de Víctimas de Crímenes de Estado en el Magdalena Medio (Asorvimm), es una organización que hace parte del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, y busca la verdad, la justicia, la reparación integral, así como la no repetición de los crímenes de lesa humanidad que se han presentado en un modelo estatal de “seguridad democrática” o terrorismo de Estado. Asorvim busca fortalecer la organización de las víctimas y dignificar sus nombres, recuperar la memoria y sobre todo rechazar la impunidad.

“Dicen que llegaron por la parte nororiental de la ciudad. Primero dispararon contra una casita en el barrio Versalles, disque porque allí se refugiaba un guerrillero. Fue entonces cuando se dirigieron hacia el barrio Provivienda al bazar donde estábamos reunidos, sólo una hora bastó para que el Panadero y su grupo paramilitar en complicidad con miembros del ejército nacional, asesinaran a ocho personas, desaparecieran a dos y dejaron como sobrevivientes otras dos. Allí al disparar asesinaron indiscriminadamente a Israel Ariza Ochoa, Helio Mejía y Orlando Forero Tarazona, dejando herido a Pedro Vicente Palacios.

Fue así como esa tarde, 9 hombres fuertemente armados que se desplazaban a pie, escoltados por una camioneta de color verde, dieron inicio a una masacre cuyo único objetivo era , según palabras del mismo Mario Jaimes Mejía, El Panadero, “decirle a la guerrilla que por ahí había pasado él”.

Luego de dirigirse al barrio la esperanza, donde se reunieron con una camioneta de color beige y un automóvil de color rojo con otros diez hombres armados, recorrido en el que se llevaron al joven estudiante de 17 años de edad, Edgar Sierra Sidray, desaparecido hasta el momento. Posteriormente se desplazaron cerca al club náutico de Ecopetrol, donde dieron muerte al taxista José Darío Sánchez Aguirre y al vendedor de rifa Jesús Daniel Gil Mosquera. A Luis Miguel Cifuentes, se lo llevaron en su huida, hacia la ciénaga del Llanito, en la vía que conduce hacia Puerto Wilches; después bajaro! n a los pasajeros del taxi que conducía, el vehículo apareció horas después, pero nunca más lo volvimos a ver. Posteriormente asesinaron a los comerciantes Cesar Manuel Barroso y William Rojas Zuleta, a quienes obligaron a salir al parqueadero donde departían en el estadero El Rancho, para luego fusilarlos. Allí luego de revisar y hacer tirar al piso a las personas que se encontraban en el estadero el Puente, terminaron su macabro recorrido, dejando a Barranca sumida en una estela de miedo y sangre.

Cien metros más adelante las balas asesinas alcanzaron en su huida al subgerente encargado de la corporación Colpatria, Leonardo Guzmán Martínez, que se dirigía en una motocicleta hacia Barranca. Por estos hechos el Juzgado Segundo Penal de Bucaramanga, condenó a cuarenta años de prisión al Panadero y a Pedro Mateo Hurtado Moreno, en concurso heterogéneo con secuestro y posterior desaparición forzada, del que fueron víctimas Edgar Alfonso Sierra Sidray y Luis Miguel Cifuentes Díaz”

Han transcurrido 12 años de haber sucedido este acto de barbarie contra personas luchadoras, honestas, con una capacidad enorme de vivir en comunidad y trabajar por el desarrollo humano, es decir fueron ciudadanos de bien, sin embargo, los familiares y la comunidad en general quienes somos las victimas indirectas, no hemos tenido acceso a la justicia, encontrándose este hecho en total impunidad.

Este cruel hecho antecedido por otro no menos violento como fue la masacre del 16 de mayo de 1998 no amilanó al pueblo de Barrancabermeja en su firme decisión y convicción de continuar adelante construyendo comunidad, ejerciendo la ciudadanía con todo su amplio significado, concretamente, un pueblo activo que propone, critica, que contribuye, que participa en los asuntos que los afecta, en ultimas, materializando lo que significa un Estado Social de Derecho, característica esencial de Colombia.

Las victimas y el pueblo barranqueño, continuamos en el propósito de transformar a Colombia por un país libre de violencia, incluyente, verdaderamente pluralista y participativo. En ese orden de ideas, por mantener la memoria, no olvidar lo ocurrido, propugnamos porque el Estado Colombiano repare integralmente el daño ocasionado y garantice el derecho a la no repetición, no victimización, no persecución y el respecto a la dignidad del pueblo.