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El paramilitarismo sigue intacto en Medellín
Dudas sobre desmovilización del BCN: denuncias que no fueron atendidas
Afirmaciones del ex jefe paramilitar ya habían sido documentadas por ONG. Versiones de desmovilizados ante justicia concuerdan con tesis de el alemán
Agencia de Prensa IPC / Martes 8 de marzo de 2011
 

Más allá de si las declaraciones dadas por el ex jefe paramilitar Fredy Rendón Herrera, alias el alemán, sobre las irregularidades presentadas en la desmovilización del Bloque Cacique Nutibara (BCN) de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), son veraces, inoportunas, tendenciosas y demás calificativos hasta ahora empleados, es claro que sus afirmaciones reviven viejas denuncias planteadas por organizaciones no gubernamentales que fueron desmentidas enfáticamente en su momento por el Gobierno nacional y la Alcaldía de Medellín.

Lo paradójico es que varios de los señalamientos hechos por organismos defensores de derechos humanos, tanto del orden nacional como internacional, coinciden con declaraciones hechas por ex combatientes de las Auc ante instancias judiciales durante los años 2004 y 2005 y que hoy, tras las afirmaciones del alemán, cobran mayor relevancia al menos para el análisis de un proceso que desde su inicio contó con silencios incómodos, dudas no despejadas y quejas no escuchadas.

En el año 2005, por ejemplo, la organización Amnistía Internacional (AI) señaló en su informe de seguimiento al proceso de desmovilización de las estructuras BCN y Héroes de Granada (HDG) titulado “¿Desmovilización o legalización?” que en la capital antioqueña “el proyecto paramilitar ha entrado en una ‘fase de legitimación’ que incluye la transformación de las fuerzas paramilitares en cuerpos de seguridad privados o estructuras civiles de informantes similares a los grupos Convivir que surgieron en la década de 1990”.

Y a renglón seguido reseñó: “la desmovilización paramilitar en Medellín ha carecido de transparencia y de una supervisión efectiva, especialmente en lo que se refiere a la verificación y a la aplicación de las normas internacionales sobre verdad, justicia y reparación”. El documento de 55 páginas fue rechazado vehementemente por el entonces alcalde de Medellín, Sergio Fajardo Valderrama, al calificarlo de inexacto, impreciso e injusto con la ciudad.

Dos años después, en 2007, Internacional Crisis Group, organización internacional, reseñó en su informe que “hay noticias sobre grupos que todavía controlan y patrullan las calles de las comunas, aunque ahora sin uniformes ni rifles. Ha habido asesinatos relacionados con lucrativos contratos de apuestas, que según se cree son controlados por grupos emergentes. En muchas partes, sus actividades han forzado desplazamientos relacionados con luchas territoriales. Se habla de reclutamiento forzado por parte de nuevos grupos vinculados a los paramilitares. Los reportes sobre la influencia de “don Berna” son demasiado frecuentes como para hacer caso omiso de ellos”.

El documento planteaba un re-acomodo de las estructuras paramilitares en los barrios de Medellín liderada por miembros del BCN que nunca se desmovilizaron. La afirmación suscitó gran polémica pues planteó serios interrogantes sobre un proceso que, para la fecha, era mirado como el modelo nacional de reintegración a la vida civil de los ex combatientes de las Auc.

Ante la justicia
Curiosamente, los cuestionamientos hechos por organizaciones defensoras de derechos humanos de Medellín sobre casos de reclutamiento de jóvenes en barrios populares de la ciudad para ser presentados como integrantes del BCN, fueron ratificados, en diferentes circunstancias, por varios miembros de esta estructura ante instancias judiciales.

El 2 de marzo de 2004, varios meses después de la masiva desmovilización del bloque Cacique Nutibara, efectuada el 25 de noviembre de 2003 en el Palacio de Exposiciones de la capital antioqueña, se presentó en las instalaciones del Batallón de Artillería No. 4 un hombre que manifestó pertenecer al “bloque Cacique Nutibara de las Autodefensas del Noroccidente”, del cual desertó dos días antes tras ser amenazado de muerte por uno de sus mandos superiores.

“Me tocaba velar por la seguridad de la zona, tenía al mando 25 hombres, eso fue antes del proceso de paz, después del proceso quedaron 17, se entregaron 8, y de esos 17 siete fueron repatriados a otras zonas. Yo quedé con 8, con los cuales trabajé hasta el 28 de febrero, cuando supe que me iban a matar”, relató el desmovilizado ante las autoridades militares y cuyo testimonio fue conocido por la Agencia de Prensa IPC.

Asimismo, en mayo de 2004, un reinsertado que pasó del Cacique Nutibara al Héroes de Granada por decisión de sus jefes, entregó una versión similar en rendición de indagatoria ante la Fiscalía: “El Cacique Nutibara se desmovilizó y entregaron solo los enfermos y se entregó, en otras palabras, a los milicianos que se nos habían entregado. El resto del personal se radicó con el nombre de Héroes de Granada el 10 de diciembre de 2003. A mí me tocó en San Carlos, San Rafael y Alejandría. Ese día se nos dijo que seríamos Héroes de Granada”.

A través de otro testimonio dado a la Fiscalía 16 Especializada de Medellín, en noviembre de 2005, por un integrante del bloque Héroes de Granada que se acogió a la reinserción individual, explicó que “este grupo cambió de nombre cuando todo el bloque del Cacique Nutibara se reinsertó. De ahí pasamos a conformar el grupo Héroes de Granada, al mando de “Adolfo Paz”, él era el comandante supremo del grupo. Ahora en la comuna 13 somos 40 hombres, que están en el sector de San Javier y El Salado”.

Ante la pregunta hecha por el investigador judicial sobre el por qué decidió desmovilizarse si para esa fecha ya se había dado el proceso de entrega de armas del Héroes de Granada, el integrante de esa estructura soltó una dato revelador: “Yo llegué al barrio Las Margaritas, allá estaba un amigo mío que era del programa de desmovilización. Como yo no tenía casa a donde ir, me dieron una casa y me dijeron que si quería trabajar con ellos. Como ya se habían entregado, entonces cogieron gente nueva que no se fuera a desmovilizar (…) cuando la desmovilización terminó, unos regresaron a sus casas y otros siguieron colaborando”.

En los testimonios, dados a conocer en su momento por la Agencia de Prensa IPC, los desmovilizados coincidieron en afirmar que en los procesos de desmovilización llevados a cabo en el Valle de Aburrá, ni eran todos los que estaban ni estaban todos los eran. Las declaraciones también dejan entrever el desdoblamiento de varios de los mandos medios del Cacique Nutibara hacia la estructura paramilitar que pasó a denominarse Héroes de Granada, que operó con fuerza en los municipios del Oriente antioqueño entre los años 2003 y 2005

Con los antecedentes anteriores, cabe preguntarse entonces por cual era el nivel de articulación entre el Programa de Paz y Reconciliación de la Alcaldía de Medellín, encargado del proceso de reinserción a la vida civil de los ex combatientes; y el Programa para la Reincorporación Civil de Alzados en Armas (después Alta Consejería para la Paz de la Presidencia de la República) instancia que lideró el proceso de desmovilización del BCN. Si el manejo de las desmovilizaciones era del resorte del Gobierno nacional, como lo han afirmado reiteradamente las autoridades de Medellín, ¿Por qué los entes municipales, como la Alcaldía de Medellín, aceptaron implementar un modelo de reinserción sin contar con una política nacional clara? ¿Sabía realmente la Alcaldía de Medellín quiénes eran los ex combatientes que comenzó a atender a través del programa Paz y Reconciliación?

Si en los 886 integrantes del Cacique Nutibara que se desmovilizaron en el Palacio de Exposiciones había integrantes de bandas delincuenciales pues eran “orgánicos” a la estructura paramilitar, según lo ha afirmado el ex coordinador del programa Paz y Reconciliación, Jorge Gaviria, ¿Por qué esas bandas no se desarticularon sino que, por el contrario, se muestran más fortalecidas hoy día gracias a nuevos aprendizajes de guerra? si el alemán no participó en las conversaciones en Santafé Ralito y mantenía diferencias serias con alias don berna, tal como lo han declarado políticos regionales, ¿Por qué sus versiones coinciden con las de ex combatientes rasos que no se desmovilizaron y terminaron rindiendo versión ante la justicia ordinaria?

¿Por qué aún no hay reconocimiento público de estas irregularidades y se muestra la experiencia de Medellín como un proceso exitoso que sirvió incluso de modelo para la creación de la Alta Consejería para la Reinserción?

Las sombras que desde su inicio han cobijado al proceso de desmovilización en Medellín no se desvanecen; por el contrario, con el pasar de los años se vuelven más densas, opacando cada vez más las esperanzas de quienes aspiran conocer la verdad sobre el proyecto paramilitar que tiñó de sangre la ciudad. Ni que decir que quienes aún esperan justicia y reparación.

Medellín, Colombia